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Por Juan David Ramírez Correa- columnasioque@gmail.com
Hace unos días la Universidad del Rosario, El Tiempo y el Centro Nacional de Consultoría presentaron la encuesta La voz de las empresas en Colombia: un diálogo con la sociedad.
Los resultados son muy dicientes y consecuentes con el momento del país en el que pareciera que el papel de las empresas se fue al vacío.
Dice la encuesta que los colombianos consideran al gobierno como el gran responsable del progreso, pero el trabajo articulado entre todas las partes para generar riqueza ayuda mucho. Parece una obviedad. Sin embargo, las cosas no están funcionando así en el binomio Gobierno-Empresas.
El absurdo nivel de tensión creado por la militancia ideológica del gobierno lo desconectó de lo que cree la gente y la intransigencia se convirtió en la forma de ser por defecto, metiendo a las empresas en una pomada de élites corruptas y oscuros acumuladores de riqueza.
Nada más salido de los cabellos.
El 86% de los encuestados dijo que un país rico no es viable sin la empresa privada y ojo que la expresión “rico” no se refiere a bolsillos llenos de unos pocos. Más bien hace alusión a un país donde generar riqueza redunda en prosperidad. Por eso, el 77% de los encuestados afirmó estar muy satisfecho con su empleo y admirar la empresa en la que trabaja. Los colombianos somos trabajadores, nos gusta laborar. Conclusión: hay armonía entre las partes. Pero el ambiente caldeado no acepta eso. Es más, lo niega y pone sus intereses en aislar cada vez más a las empresas.
Un investigación del Banco de la República sobre el proyecto de la reforma laboral indicó que hay probabilidad de perder 454.000 empleos en tres o cuatro años por culpa del incremento en los costos salariales. Eso representa una caída de más de dos puntos en la tasa de formalidad. ¡Cómo no va a ser así si se calcula que el costo laboral podría aumentar hasta un 10%, haciendo inviable la generación de empleo especialmente en las pymes!
Bruce MacMaster, presidente de la ANDI, ha sido enfático en que el país no puede darse el lujo de pasar una reforma que no crea empleo y además lo destruye. El presidente Petro se para en la intransigencia y poca apertura al diálogo, pues asegura que su proyecto libera a los trabajadores del esclavismo laboral que ha hecho rico a empresarios y empleadores.
Qué vicio el de generalizar y buscar narrativas tóxicas. Hablar de esclavismo es algo fuerte, muy fuerte, más aún si es fuera de contexto.
Esto es muy triste, porque en el fondo asistimos a la negación de lo que la gente cree y siente. Dice la encuesta que el 84% de los trabajadores quiere que al presidente le vaya bien, pero solo el 34% cree que el país va por buen camino. Pareciera no importar porque el poder ya los metió en un efecto Pigmalión con el riesgo de terminar transformando mentiras en verdades.