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Mauricio García y Laura Quiroz mostraron en una investigación sobre educación y desigualdad, que parece no ha sido tenida en cuenta por la Misión de Sabios, que en Colombia “existe una especie de apartheid educativo, pues cada clase social estudia por aparte y los ricos reciben una educación de mejor calidad; esta situación de segregación social agrava los problemas ya muy delicados de movilidad social y contribuye a reproducir las jerarquías sociales existentes”.
La investigación es importante porque muestra que las clases altas reciben una mejor formación no solo porque tienen la posibilidad de enviar a sus hijos a instituciones donde la educación tiene una mayor calidad, sino que también, aseguran las condiciones para que los estudiantes mejor formados tengan éxito más fácilmente que los de las clases desfavorecidas. De los estudiantes pertenecientes al estrato 1, el 93 % atiende colegios públicos, y de los estudiantes de estrato 6, el 98 % asiste a colegios privados.
El sistema educativo legitima los privilegios culturales de las clases altas pues está diseñado para promover y estimular las capacidades creativas, cognitivas, artísticas y deportivas de los estudiantes, mediante un proceso formativo en el que es fundamental la participación en obras de teatro, orquestas, debates sobre temas sociales y políticos, olimpiadas de matemáticas y ciencias. Esta participación permite el desarrollo de una subjetividad que experimenta que puede transformar el mundo y hacerlo de manera eficaz.
Para los estudiantes de los sectores más pobres, la escuela se presenta como una zona de alienación, en la que puede ser difícil opinar y en la que solo puedes moverte en una forma que alterna entre indiferencia y repulsión. No se producen entre el estudiante y el ámbito social experiencias que lo hagan vibrar en su relación con los mundos del conocimiento, social y artístico.
De este modo, si la escuela tiene como función el desarrollo de las capacidades creativas, cognitivas y artísticas de los estudiantes, entonces este apartheid educativo tiene enormes consecuencias para la posterior calidad de vida de las personas como adultos. “El actual sistema educativo debe ser criticado no solamente porque conduce a una distribución desigual de los recursos, sino porque le cierra el paso a los jóvenes de las capas desfavorecidas para que desarrollen sus capacidades creativas, cognitivas, artísticas y deportivas” (Hartmut Rosa, 2019).
Así, mientras que la educación para las clases altas hace posible la construcción de una escuela como espacio para una vida libre y emancipada, posibilita también que la educación para las clases más pobres se convierta en un espacio de alienación. El sistema educativo existente, con su apartheid educativo, está en contra de la idea liberal de la igualdad de oportunidades, la cual rechaza que a las personas se les asignan posiciones sociales desde el nacimiento. Como dijo Kant, “se debe permitir a todo miembro de la comunidad que adquiera cualquier grado de estatus [...] al que lo lleven su talento, su industria y su suerte”. Aquellas personas con habilidades y capacidades similares deben tener las mismas oportunidades educativas. ¡Ojo sabios!.