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Columnistas | PUBLICADO EL 23 noviembre 2022

El abordaje

Es deplorable que esta acción de piratería de siglos pasados, se repita y se estimule solapadamente desde algunos centros de poder administrativo local.

Por Alberto Velásquez Martínez - redacción@elcolombiano.com.co

Como en épocas remotas de piratas que asolaban los mares para asaltar los barcos que conducían mercancías, se han querido repetir ahora esos abordajes con ataques sistemáticos y hostiles por parte de grupos extraños a la sana competencia económica. Llegan aventureros financieros, inversionistas de dudosa reputación con oscuros recursos, interesados no en establecer nuevas empresas, ni en competir con las que ya existen a través de las ventajas competitivas que brindan los mercados de libre emulación para generar más riqueza, bienestar y empleo. Lo que pretenden es controlarlas, valiéndose de estrategias éticamente extravagantes. Y al tomarlas, se las llevan a otras geografías, despojando a la región donde nacieron de seguir recibiendo apoyo para programas complementarios en frentes de solidaridad educativa, cultural y social.

Diversas asociaciones de la comarca han exigido respeto para que no se siga maltratando con conductas reprochables lo que con honradez y eficacia se ha construido en el tiempo. Universidades que han visto a sus mejores egresados salir a trabajar con transparencia en las empresas del Grupo Empresarial Antioqueño –Gea– han pedido que cese “la estrategia orquestada desde afuera para romper los tejidos sociales de Medellín”. Tejidos sociales que no están formados exclusivamente por museos y teatros para las clases pudientes, sino entrelazados con los barrios más deprimidos de la capital antioqueña. Allí emprenden acciones de lecturas, investigaciones y justicia redistributiva en zonas no propiamente atendidas por gobiernos locales, regionales o nacionales.

Es deplorable que esta acción de piratería de siglos pasados, se repita y se estimule solapadamente desde algunos centros de poder administrativo local. Desde allí se ha incentivado la preparación de la Armada para el abordaje. Comenzaron a abrir los espacios para que llegaran grupos foráneos interesados en absorber, en vez de construir. Porque si bien es cierto que hoy con la globalización los capitales vuelan sin obstáculo alguno para establecerse en donde encuentran seguridad jurídica, estabilidad institucional, rentabilidad, también lo es que esos capitales son bienvenidos cuando llegan con honrada procedencia para abrir nuevos mercados de producción y trabajo o realizar una competencia que estimule la calidad y precios justos al consumidor. Pero cuando caen como bucaneros para acabar con lo que funciona y ejercer acciones intrépidas de dudosa moral, son inconvenientes para el mercado, la ética y la práctica de lo que llamaba Nicanor Restrepo la responsabilidad social empresarial.

Hoy nuevos conquistadores quieren desplazar con empujones rocambolescos lo que ha sido la vida luchadora empresarial paisa. Romper el trípode Estado–sector privado–Universidad que ha dado tan buenos frutos y que ha evitado desbordamientos, a través de sus inversiones y ayudas en barrios populares, del revanchismo social. Vienen con soberbia, no a construir ni a complementar nuevos frentes de bienestar que compitan en iguales condiciones, sino a asaltar lo que funciona.

Bienvenido el capital extranjero. El país lo necesita como creador, impulsor, innovador para emprender nuevos proyectos de gran contenido económico y social. Pero no como bucaneros para arrebatar a zarpazos leguleyos, empresas respetables que tanto han hecho por el bienestar de la comunidad nacional y antioqueña

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