viernes
0 y 6
0 y 6
Durante las últimas semanas he tenido varias conversaciones sobre el papel de la educación formal y la informal en la innovación y el emprendimiento. Universidades, organizaciones especializadas o consultores han tenido un papel clave en el desarrollo de programas en diferentes áreas del conocimiento que tocan la innovación y el emprendimiento. Sin embargo, todavía hay algunas personas que creen que en realidad no se necesita una formación específica en estos temas para tener éxito y que el verdadero camino para aprender es haciendo. Aunque existen varios ejemplos exitosos de esto, creo que hay evidencias suficientes para comprobar que acceder a esa formación sí es de mucho valor.
Tuve la oportunidad de hacer mi primera formación en estos temas cuando trabajaba en investigación. Consistía en unir a estudiantes de escuelas de negocios e investigadores para desarrollar emprendimientos de base tecnológica (start-ups).
Tuvimos sesiones conjuntas para profundizar en la teoría y nos enviaban casi de manera inmediata al mundo para aplicar y probar. Parece bastante obvio, ¿verdad? La única forma en que puede realmente ponerse a prueba la innovación y su propuesta de valor es hablando con clientes, usuarios, proveedores, entre otros; es decir, cerca del mercado. Y aunque haya sido hace varios años, conceptualmente no ha cambiado mucho: construir el equipo, profundizar en el problema, comprender el mercado, desarrollar la solución, realizar pruebas piloto y pivotear para mejorar la solución y escalar (y, claro, agregando a esto capas de tecnología, propiedad intelectual, inversión, etc.). Lean start-up, Design thinking, entre otros: todos excelentes ejemplos de marcos de referencia y metodologías aplicables a diferentes fases de la innovación.
Un artículo reciente de la Escuela de Negocios de Harvard mencionó que al menos dos tercios de las start-ups en los EE. UU. no son exitosos, medidos por la incapacidad de proveer un retorno financiero a los inversionistas. Lo curioso es que una de las principales razones está relacionada con la construcción de un producto o servicio que nadie quiere. Por otro lado, es interesante observar que para fundadores por primera vez la existencia o no de formación previa tiene alguna influencia en la probabilidad de éxito, pero esta naturalmente incrementa con el volumen de experiencia. Me gusta, esto conlleva a varias preguntas diferentes sobre si el éxito estaría o no relacionado con el tipo y la calidad de la formación, la aplicación adecuada de esos conceptos o, más bien, con la experiencia previa como fundador o con conocimiento del mercado.
Es importante recordar que la mayoría de estas metodologías y programas de formación fueron desarrollados uniendo y fusionando diferentes áreas de conocimiento y también sobre la experiencia pasada de varios innovadores y emprendedores. No, no existe una fórmula mágica que permita innovar o emprender con éxito. Pero hay suficientes argumentos para demostrar que, cuando bien hechos y direccionados, esos diferentes procesos formativos sólo agregan valor. Lo que sí ya sabemos es que la premisa principal para tener éxito en la innovación y emprendimiento es hacerlo.
Con todos los riesgos y dificultades, la única garantía que hay es de que si no se lanzan, la probabilidad de éxito será siempre cero