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Columnistas | PUBLICADO EL 10 junio 2021

Ecuador y Argentina

Por Rodrigo Botero Montoyaredaccion@elcolombiano.com.co

Ecuador y Argentina son dos países que exhiben grandes diferencias geográficas y económicas. En la actualidad, representan formas divergentes de enfrentar los retos del desarrollo a los cuales se enfrenta América Latina.

En Ecuador se inicia el gobierno del presidente Guillermo Lasso, un empresario de Guayaquil quien derrotó a Andrés Arauz, el candidato apoyado por el expresidente Rafael Correa. En materia política, Lasso defiende la separación de poderes y la libertad de prensa. Se opone al ALBA y al Socialismo del Siglo XXI. Se ha declarado a favor de una mayor apertura comercial con Estados Unidos y la Unión Europea. En su discurso de posesión, manifestó su apoyo a la inserción del Ecuador en la economía internacional y al ingreso de su país a la Alianza del Pacífico.

Guillermo Lasso se identifica sin ambigüedad con la democracia liberal y con la economía de mercado. En una conferencia reciente, anunció el propósito de concesionar los puertos y de atraer inversionistas a participar en concesiones para construir carreteras. Falta por determinar si estas iniciativas, y todas las que requieren leyes, obtendrían el respaldo parlamentario requerido. Pero lo que es significativo del cambio político que ha tenido lugar en Ecuador es confirmar que es posible derrotar al populismo autoritario en América Latina, siempre que se permita la celebración de elecciones honestas, sin intervenciones fraudulentas por parte de las autoridades. Ese comportamiento es algo por lo cual el presidente saliente, Lenin Moreno, merece recibir el reconocimiento de sus compatriotas.

La contribución que ha hecho el Ecuador a la cultura política de la región es demostrar que las naciones que han padecido el populismo autoritario no están irremediablemente condenadas a la ruina y a la tiranía. Ese es un logro considerable.

La Argentina de Alberto Fernández y Cristina Kirchner se está moviendo en la dirección contraria. En vez de la separación de los poderes, se está intentando eliminar la independencia del poder judicial y politizarlo. Este es un objetivo prioritario de la vicepresidenta Cristina Kirchner, quien tiene pendientes varios procesos judiciales por enriquecimiento ilícito y lavado de dinero. Con respecto a la libertad de prensa, se busca controlar los medios de comunicación independientes como La Nación y el Grupo Clarín. En el frente internacional, el gobierno está alejándose de las democracias occidentales y aproximándose a los regímenes de Cuba, Venezuela, Irán, Rusia y China.

El comercio internacional está sujeto a controles de exportación y de importación, así como a intervenciones gubernamentales discrecionales. En materia financiera, el sector político, liderado por Cristina Kirchner, está entorpeciendo las relaciones del gobierno con la comunidad internacional, proponiendo incumplir con el pago del endeudamiento externo. Argentina ya se encuentra en default técnico con los gobiernos que integran el Club de París y se aproxima a un default con el Fondo Monetario Internacional.

Cristina Kirchner ejerce sin inhibiciones el papel dominante en la orientación de la política gubernamental. Su creciente influencia amenaza con impulsar a la Argentina hacia el aislamiento internacional y el autoritarismo

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