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Columnistas | PUBLICADO EL 13 enero 2021

Dos décadas amargas

Por alberto velásquez martínezredaccion@elcolombiano.com.co

Las primeras dos décadas de este siglo XXI cerraron con un sabor amargo para la vida de los colombianos. Llenas de altibajos, contradicciones, algunos aciertos y muchas perplejidades. Con una pugnacidad desmedida en la vida política, con un irrespeto evidente por la vida y honra de los ciudadanos, con una corrupción desbordada, con la firma a zancas y trancas de un proceso de paz paradójico con la subversión, con una situación social llena de desigualdades, con una economía que cuando comenzaba a transitar por el camino del desarrollo se vino abajo por la acción del coronavirus, peste que en Colombia dejó al final del 2020, cerca de 45 mil muertos. Cifra similar, en un período tan corto, a los asesinatos registrados en las peores épocas de la violencia partidista de los años 40 del siglo pasado y al número de víctimas fatales dejadas por los ciclos más sangrientos de la acción guerrillera, narcotraficante, y paramilitar.

Lo más preocupante es que la pandemia arrancó este 2021 disparada. Los excesos decembrinos pasan la cuenta de cobro con más contagios y muertes. Si bien se encontró la vacuna para enfrentar la peste, remedio que aún no ha comenzado a aplicarse en Colombia, se registran no solo rebrotes del covid-19 sino que se advierten amenazas de invasión de nuevas cepas pandémicas de gran letalidad que irrumpen con fuerza devastadora en países europeos. Varias naciones sufren la variante británica del SARS-CoV-2, igual de mortal y más fácil de transmitir que el covid-19. El virus con sus mutaciones abre nuevos confinamientos, hecho que debilita la recuperación económica y despierta miedos que alientan más las enfermedades mentales.

Ojalá este 2021 no sea recordado con la misma melancolía como lo fueron las grandes pestes de la humanidad. Comenzó con cifras desbordadas que irradian pesimismo. En solo diez meses de pandemia, el mundo registra cerca de 90 millones de contagiados, de los cuales 1.800.000 están en Colombia. Cifra que derrumbaría la vanidosa ilusión humana, de hacer de este siglo 21, el de la ciencia, dejándolo como un sueño roto por la invasión de los microbios. De esos microbios que como algún científico decía, “podemos los humanos protegernos de sus amenazas con la ciencia desarrollada pero nunca vencerlos”. La naturaleza, herida por la mano destructora del hombre, supera la tecnología y la ciencia de los laboratorios.

En medio de un cuadro tan preocupante, apareció como consuelo la vacuna. Con su aplicación, renace la esperanza de enfrentar la perversidad pandémica. En países desarrollados y en algunos de América, ya están en marcha los programas de su inoculación masiva. Se confía en su efectividad. Colombia espera con impaciencia que comience rápido la vacunación. Hacerlo con prontitud, mitigaría el anuncio pesimista de algunos agoreros que gritan a voz en cuello, que “la peor hora de la pandemia está por llegar”. Que esa hora no llegue al país facilitada por retrasos en su aplicación y cuando el sistema hospitalario haya colapsado

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