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Columnistas | PUBLICADO EL 15 abril 2019

DOMINGO DE PASIÓN

Por Mario Franco S.J.rector@sanignacio.edu.co

Una semana antes de la Pascua, celebramos con toda la Iglesia, el domingo de “Pasión”, más conocido como “Domingo de Ramos”. Desde la entrada triunfal de Jesús a Jerusalén, para su pasión-muerte como Salvador y redentor; hasta el domingo siguiente de Resurrección, acontece nuestra tradicional “Semana Santa”.

En el marco litúrgico de esta semana y mirando el horizonte actual de nuestro tiempo en el país y el mundo, quisiera invitarlos a considerar tres aspectos para estos días de reflexión y oración.

Jesús camino a su pasión-muerte.

Por contrastante que sea, todo cristiano auténtico hoy, debe seguir confesando su fe y afecto por Jesucristo Salvador, como un “Dios Crucificado”. Esta imagen del Dios que revela la cruz de Jesús, ha sido, siempre, una locura para el mundo; un escándalo para muchos, cristianos o no.

La razón es obvia, máxime para los tiempos actuales: Esta es una imagen “no manipulable” de Dios que continúa señalando el camino de amor por los otros. La revelación suprema de Dios, en Jesús entregando su vida por los débiles, pecadores; todos los pobres y desvalidos; pequeños y vulnerables..., los miles de crucificados del mundo. Este es el camino elegido, desde siempre, por el amor salvador de Dios en Jesucristo. Este camino, manifiesta el modo de ser y proceder de Jesús y, por consiguiente, de todo cristiano, para la salvación del mundo.

Solo el hombre obediente y humilde, “siervo” es capaz de recorrer este camino de JESÚS.

Entregar su vida por la salvación de otros, inclusive enemigos, no ha sido ni será fácil. Es recorrer el camino de Jesús, como único medio de salvación. Eso requiere mucho amor-gracia y desinterés. Alcanzar esto, como seres humanos, exige ser humildes, volcados hacia los pobres y pequeño; con la conciencia de saber perder y un alto grado de fidelidad que se obtiene en la obediencia por amor a la voluntad salvífica de Dios. Es nuestra posibilidad de participar en la salvación de otros: asumir y seguir a Jesús entregándolo todo, incluyendo su vida. Mientras no pierdas, incluso tu vida, no podrás salvar ni dar vida a otros.

La pasión de Jesús como “compasión-misericordia”.

Seguir hoy a Jesús es, igualmente, una locura. Seguir este camino de dolor; sólo será posible, en tanto que, por la gracia y amor de Dios, seamos capaces de compasion y misericordia. Dios no es sádico, amante del dolor y sufrimiento. Es compasivo y misericordioso. Continúa presente en el dolor y el sufrimiento de todos aquellos que nuestra vida e historia han Crucificado. ¿En quién pueden esperar los crucificados, los torturados, violentados y maltratados? ¿A dónde pueden mirar los enfermos, los moribundos, las víctimas de la guerra, el hambre, la miseria y el terrorismo? Solo un Dios crucificado, a través de nuestra vida “humana y solidaria”, puede dar razón y esperanza de salvación para esta humanidad; para que podamos alcanzar la Vida y la Paz del Resucitado.

Si quiere más información:

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