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Columnistas | PUBLICADO EL 01 febrero 2015

DIOS NOS REVELA SU VOLUNTAD

PorFrancisco de Roux franjosederoux@gmail.com

Las lecturas de la misa del domingo nos llaman a seguir la voz de Dios que nos comunica su voluntad en las circunstancias concretas de nuestra vida, en las personas con quienes compartimos familia y trabajo, en la ciudad y el mundo; con la ayuda de la lectura de la Sagrada Escritura en Iglesia para conocer la interpretación de la voluntad de Dios en la historia de la comunidad del pueblo de la Biblia.

El tema de la comunicación de Dios a nosotros, o de la revelación, es central en teología. Gustavo Bahena, compañero Jesuita, después de muchos años de investigación, oración y acompañamiento a comunidades y personas, ha escrito un libro dedicado a este asunto, Fenomenología de la revelación, Verbo Divino 2011. Un texto para estudiar seriamente.

Gustavo, a quien es imposible resumir en este espacio, trabajando el pensamiento de Karl Rahner, igualmente jesuita, nos muestra que nosotros, seres humanos finitos y capaces de conocer lo concreto, estamos lanzados, por la estructura de nuestro mismo conocimiento y voluntad, hacia el ser absoluto, cuya captación trascendente se nos da en la historia concreta abierta a la trascendencia, y en esta historia podemos hacernos sujetos de la revelación de la íntima voluntad de Dios si asumimos la responsabilidad de nuestra propia existencia en la que Dios nos crea y posiciona por amor, y se nos abre y ofrece para el encuentro personal con Él en nuestros actos libres en consistencia con nuestro ser de creaturas.

Tomo dos puntos de este libro que me han tocado profundamente. El primero es la manera como Gustavo Bahena nos lleva a comprender que la certeza de captar la voluntad íntima de Dios depende de la autenticidad con que ejerzamos nuestra libertad al asumir responsable y libremente nuestra existencia en el ejercicio del amor en verdad, justicia, compasión y solidaridad.

El segundo es la conversión de Pablo, que perseguía a la comunidad cristiana como enemiga del Dios de Israel, y ese mismo Dios se le reveló en Jesús su enemigo; y entonces comprendió que en vez de perseguir a los cristianos tenía que cambiar, porque Jesús estaba vivo, y porque la salvación no se logra por cumplir la Ley sino por regalo gratuito dado por Dios a quienes se abren a la acción de Cristo crucificado y resucitado. Pablo captó esta revelación en Jesús que con autoridad lo enviaba a anunciar el Evangelio a los gentiles. Su existencia se convirtió en poner en práctica este mandato hasta las últimas consecuencias. Fue así como el Evangelio llegó a todos los lectores de esta columna y al que la escribe.

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