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Colombia debe retomar el rumbo de un presidente que anteponga la seguridad por sobre todas las cosas, con decisión y determinación, sin miedo a ese vendaval de opinión popular e ignorante que tanto daño nos ha hecho.
Por Diego Santos - @diegoasantos
Mal haría en auto catalogarme como uribista o tratar de subirme a un bus del que he sido crítico en el pasado. La figura del expresidente Álvaro Uribe, debo decirlo, me ha despertado duras críticas en su contra no pocas veces, pero viendo el desmoronamiento paulatino del país, al César, lo que es del César: ¡cómo hace de falta su figura y liderazgo, sobre todo en materia de seguridad!
Por razones que no me explico, Colombia decidió tirar a la basura hace mucho tiempo su política de seguridad. Tras la firma del Acuerdo de Paz, el país bajó las armas y descuidó los múltiples frentes que jamás tuvo que haber dejado de lado. A partir de ahí, los grupos terroristas, bandas criminales, organizaciones mafiosas, y demás, están sumiendo a Colombia en un profundo y peligrosísimo agujero negro. Hoy en Colombia no existe la seguridad. Hoy en Colombia caló el cancerígeno discurso “petro-progresista” que estigmatizó a más no poder el concepto de seguridad y castró el derecho a la seguridad que debemos gozar todos los colombianos.
Sin seguridad no hay absolutamente nada. Colombia se puede echar 100 pajazos mentales, y discúlpenme la expresión, pero si no tiene seguridad, no va a tener nada. La famosa seguridad democrática de la que tanto se burlan los de centro, y que tanto atacan los de izquierda, era el camino firme y decidido para poder desatar todo el potencial que tiene nuestro país, sobre todo en medio de tanta violencia y desprecio por la vida.
Desconozco si el expresidente Uribe alguna vez estuvo en Israel, si alguna vez estudió el caso de éxito que ha sido esa nación, si durante su gobierno estrechó los lazos con los israelíes, pero independientemente de lo anterior, Israel es el claro ejemplo de la importancia de la seguridad, de lo imprescindible que es tenerla para poder construir un Estado próspero y viable.
Sin una política de seguridad fuerte, determinada y ambiciosa, Israel hoy no existiría. Los países vecinos la hubieran aniquilado; los palestinos hubieran violado a todas sus mujeres y matado a todos sus niños. La seguridad le ha permitido a Israel no solamente sobrevivir, sino progresar. Este país que recién acaba de superar los 10 millones de habitantes, de los cuales el 20% son árabes, es hoy una nación pujante, moderna y cuna de la innovación global.
Colombia debe retomar el rumbo de un presidente que anteponga la seguridad por sobre todas las cosas, con decisión y determinación, sin miedo a ese vendaval de opinión popular e ignorante que tanto daño nos ha hecho. Y debe ser un proyecto de seguridad que vaya más allá de cuatro años, una visión clara resista las virulentas críticas petro-progresistas. Los colombianos merecen vivir en paz, tranquilos, en armonía para progresar. Y eso solo es posible con una voz que sepa interpretar lo que Uribe quería para el país, gústenos o no. Y de paso, hacerlo de la mano de la experiencia de Israel.