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Es en momentos como el de ahora donde se comprueba el talante de nuestros líderes. Los colombianos se preguntan hoy qué debemos hacer. ¿Salir a las calles? ¿Hacer plantones? ¿Armar bloques ciudadanos para hacer pedagogía sobre las reformas? Nada, silencio absoluto.
Por Diego Santos - @diegoasantos
En los tiempos que corren, que no son de esperanza, ciertamente, Colombia necesita liderazgo, no solo oposición. En medio de la actual polarización, que cada vez se acentúa más, la política colombiana ha entrado en un desalentador ciclo de previsibilidad y esterilidad: Gustavo Petro se ha convertido en la única bandera de los precandidatos presidenciales. Y cuando no es Petro, es el rival más directo de cada uno.
Estudiando los pronunciamientos de cada precandidato, nos encontramos como si la crítica al primer mandatario fuera la única estrategia para ganar el respaldo de los electores. Y no, de hecho, dudo que ese sea el camino. Tanto así que, pese a tener candidatos muy preparados, a ninguno se le ha visto un liderazgo real que conecte con las necesidades, hartazgos y preocupaciones de los colombianos.
Es innegable que la gestión de Petro ha sido desastrosa, que esta ha provocado un gran descontento entre la población y que sus reformas improvisadas no han hecho, sino, polarizar aún más al país. Sin embargo, en vez de construir un discurso propio, cargado de propuestas y de aplicar una sabia lectura de la ciudadanía, los precandidatos han optado por el camino fácil: cascarle a Petro y aprovechar cada pifia de este, que no son pocas, para construir una narrativa de rechazo que se ha vuelto anodina y sin empuje.
Luego de que el presidente Petro anunciara que hará una consulta para las reformas sociales, luego de que la laboral se cayera en el Senado, todos los precandidatos salieron a denunciarlo. En medio de la zozobra que generó la amenaza de Petro sobre la institucionalidad del país, ningún candidato tomó el liderazgo; ninguno le habló a la ciudadanía sobre cómo proceder ahora que el gobierno convocó a unas marchas como las nefastas de 2021.
Es en momentos como el de ahora donde se comprueba el talante de nuestros líderes. Los colombianos se preguntan hoy qué debemos hacer. ¿Salir a las calles? ¿Hacer plantones? ¿Armar bloques ciudadanos para hacer pedagogía sobre las reformas? Nada, silencio absoluto. No hay ni una sola guía de cómo proceder, a dónde ir. Tampoco hay una respuesta que anteponga sus egos y nos inviten entre todos a salir a tomarnos las calles también, como respuesta al ataque que Petro quiere propinarle a la democracia que nos cobija.
¿Sería mucho pedirles a Vicky Dávila y a Claudia López, por ejemplo, que se unieran durante un par de semanas para que convocaran a todos sus seguidores a la calle? ¿O que los del Centro Democrático se hablaran con los de centro para lo mismo?
En medio de este caos, el llamado a los aspirantes es cada vez más claro: queremos ver liderazgos, queremos que nos indiquen un camino, que se salgan de las trincheras de las redes y de las peleas de ‘influencers’. Enfóquense en lo que realmente importa, que es el futuro de Colombia y guíennos en coyunturas como la actual. La persona que logre atinarle a eso será el próximo presidente de Colombia.