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Columnistas | PUBLICADO EL 26 junio 2022

Desafío para Gustavo Petro: altas expectativas sociales

Las instituciones electorales de nuestra democracia funcionaron mejor de lo que esperaban sus críticos permanentes y el comportamiento del candidato perdedor fue el esperado de un político en democracia, lo cual facilitó el que no hubiese cuestionamientos a la elección del ganador.

Alejo Vargas Velásquez

Concluyó esta novedosa, pero fatigante campaña presidencial con el triunfo de Gustavo Petro, candidato del Pacto Histórico y hoy en día presidente electo de Colombia, y con novedosas situaciones que vale la pena resaltar: un Congreso renovado parcialmente y con nuevas coaliciones políticas mayoritarias lideradas por el Pacto Histórico, los partidos políticos tradicionales averiados, pero todavía con capacidad de sobrevivencia; las instituciones electorales de nuestra democracia funcionaron mejor de lo que esperaban sus críticos permanentes y el comportamiento del candidato perdedor fue el esperado de un político en democracia, lo cual facilitó el que no hubiese cuestionamientos a la elección del ganador.

Conocí a Gustavo Petro a comienzos de los años 90, después de la desmovilización del M-19, cuando él fue mi estudiante de Teoría de la Política Pública dentro de una Especialización en Administración Pública que él cursó en la Esap, y siempre he dicho que fue un buen estudiante. Pero, igualmente, en ese momento empecé a conocer parte de su pensamiento político, pues también le hice una entrevista en 1993, como a muchos dirigentes políticos de diferentes partidos y movimientos, de la cual extraje su opinión sobre los partidos políticos: “Para mí los partidos tienden a desaparecer; de hecho, todos están en crisis, no solamente en Colombia. El partido, concebido como un instrumento de mediación ante la sociedad civil y el Estado, es válido en la medida en que el Estado está alejado de la sociedad civil, por eso se necesita mediar. Pero en la medida en que el Estado se fusiona con la sociedad misma, o sea, en la medida en que se profundice la democracia directa, esta mediación es cada vez más inútil, sobra; entre más democrática sea la sociedad, es mi criterio, menos mediaciones, menos instrumentos de mediación necesita la sociedad como tal para relacionarse con el Estado”

Asimismo, allí vislumbré un esbozo de lo que en esta elección conocimos como la propuesta del Pacto Histórico; hablando en ese momento, de manera crítica, de la AD-M-19, decía: “...se transforma en un movimiento político más definido, pero de nuevo tipo; cuando hablamos de nuevo tipo estamos hablando de articulaciones entre lo político, lo social, lo cultural que no existe en los partidos políticos tradicionales en Colombia. O sea, una forma de expresión de la sociedad o de fuerzas democráticas de la sociedad diferente a la organización tradicional de los partidos, me parece que podría cobrar la fuerza que se necesita y llevar esta sociedad a estadios más avanzados de democracia”.

Ese escaso conocimiento del presidente Petro, junto con el seguimiento de su actividad como congresista, como alcalde de Bogotá —de la cual, debo decir, no me gustaron varias cosas, especialmente su estilo de gobierno, pero reconociéndole una preocupación por impulsar políticas públicas a favor de los sectores más desfavorecidos—, debo decir que del Petro actual, con la experiencia y madurez que tiene hoy en día, es de esperar una presidencia razonablemente buena y especialmente dirigida para todos los colombianos.

Considero que todos deberíamos ayudar, en la medida de las posibilidades y dependiendo de nuestra ubicación política y social —unos, apoyando la implementación de las políticas del Gobierno; otros, haciendo sugerencias y críticas; los opositores, adelantando una oposición leal—, a que el presidente Petro haga un buen gobierno que disminuya la inequidad social —hay que recordar que existen altas expectativas sociales al respecto— y la violencia —que en positivo es avanzar en construir la denominada paz completa, especialmente las conversaciones con el Eln, y buscar la desmovilización de grupos de crimen organizado, además de la paz social—, todo ello para fortalecer nuestra democracia.

Alejo Vargas Velásquez

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