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Columnistas | PUBLICADO EL 24 junio 2019

De las empresas para el sector social

Por David Escobar Arango *david.escobar@comfama.com.co

Querido Gabriel,

Hace poco, una directora de una institución cultural me escribió que ella dudaba mucho de “eso del emprendimiento social”, que tenía miles de preguntas sobre el tema. No es la primera vez que alguien de ese mundo, o del educativo y cultural me pregunta por esto, porque entre lo que algunos llaman “lo social” y lo empresarial ha habido tradicionalmente distancias, desconfianza, arrogancia y desconocimiento mutuo. ¿Hablamos de emprendimiento social?, ¿conversamos de lo que pueden aprender de las empresas las organizaciones sin ánimo de lucro?

Así como cada empresa tiene una estrategia para ganar, lo mismo deben hacer las fundaciones. Deben comprender cuál es su mercado, su propósito, y, sobre todo, tener claro su propio significado del verbo “ganar”. Tan solo ser buenas personas, esforzarse, o tener un proyecto bellísimo no conforma una estrategia, porque esta se trata de escoger, de construir un secreto que nos haga únicos y relevantes. ¿Crees que las fundaciones podrían usar con tranquilidad palabras como estrategia o como victoria? Ganar, en el siglo xxi, no implica la derrota del otro. Quizá, en este caso, se trate de cómo, evidente y mediblemente, se mejora la vida a las personas. Ganar es tener impacto, generar valor para todos.

Por otro lado, siento que, aún hoy, algunas personas del sector social temen a la idea de la autosostenibilidad. Por supuesto que hay actividades sociales altruistas, que provienen del genuino deseo de vivir en una sociedad más justa. La mayoría de las veces, además, estas no pueden ser financiadas totalmente por las personas que se benefician de ellas: no son sostenibles con tarifas. Por eso, es necesario convencer a alguien que comparta esos ideales o esa agenda de desarrollo, para que pague en su lugar. La sostenibilidad requiere recursos públicos, aportes de empresas, donaciones o los cada día más atractivos bonos de impacto social. ¿No crees que seducir aliados, vender nuestros sueños y movilizar con ideales sea también mercadeo?

Observemos, adicionalmente, a esas empresas que saben que el orden es clave para la claridad mental y la creatividad. Ellas entienden que, solo trabajando con juicio, evitamos que nos abrumen los problemas y podamos crear las cosas más importantes. Saber de talento humano, contratación, presupuestos y comunicación no es asunto solamente de las organizaciones con ánimo de lucro. ¿Será que las mejores fundaciones son al mismo tiempo grandes empresas, que admiran y emulan a las privadas más exitosas?

Ejemplos hay muchos, incluso locales y nacionales, pero quisiera inspirar la tertulia con Sammy Azout, que ha tenido, como pocos, foco, disciplina y convicción al crear aeiotú (primera infancia) y Fútbol con Corazón, entidad a la que dedica ahora una buena parte de su tiempo. Ha aplicado estas ideas y muchas más. Organiza, inspira, hace estrategia, comunica bien, vende sueños y consigue dinero de estados, empresas y personas. No le da vergüenza ser empresario y ser, además, social, quizás el más entusiasta y serio de todos. ¿Qué tal si lo invitamos a conversar para hablar de la importancia de la empresa y del empresarismo, proyectados a lo social? De pronto, con él, recordaremos lo que pueden aprender las empresas privadas de lo social sobre idealismo y propósito, así como las lecciones de estrategia, mercadeo y organización que estas tienen para darle a las entidades sociales, e incluso a las públicas.

* Director de Comfama

David Escobar Arango

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