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De ellos aprendí

Esa lógica pura y libre de prejuicios y miedos, esas preguntas imposibles, esas reflexiones existenciales de los niños en crecimiento es quizá más valioso que cualquier conversación entre adultos.

28 de septiembre de 2023
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  • De ellos aprendí

Por Juliana Velásquez Rodriguez- JuntasSomosMasMed@gmail.com

Queridos amores de mi vida, Francisca, Florencia y Rafael. Queridos sobrinos. Queridos hijos de mis amigos. Queridos niños colombianos. Les escribo como mujer, como colombiana y como ciudadana de un mundo un poco enfermo pero vivo. Les escribo como una Mama que ante la magia de ver crecer tres seres humanos fascinantes decido aprender y me entrego por completo a la experiencia maravillosa de crecer con ustedes. Les escribo a punto de empezar el mes de los niños para que sea un mes de mucha reflexión y gratitud por ustedes y todos los niños del mundo.

De ustedes he aprendido a conversar. Hay un privilegio casi mágico en estar cerca de las conversaciones de los niños. Esa lógica pura y libre de prejuicios y miedos, esas preguntas imposibles, esas reflexiones existenciales de los niños en crecimiento es quizá más valioso que cualquier conversación entre adultos. Los niños preguntan para aprender, reflexionan sin vanidad y hablan sin temor. Lejos están de las conversaciones egocéntricas y muchas veces inertes y circulares de los adultos.

Francisca, de ti aprendí el amor extendido. Aprendo de tu nobleza, de tu sensibilidad, de tu amor por lo artístico. Aprendo de cómo luce la adolescencia en la forma de una niña amable y buena amiga; y aprendo de tu capacidad enorme de adaptación. Aprendo que vives en un mundo peligroso, conectado y expuesto; pero aprendí que la solución es aprender, no esconder.

Florencia, de ti que eres inspiración pura, aprendo por minuto. Aprendo de ti y aprendo de mi, mis limitaciones y mis capacidades. Aprendo a observar tu genialidad sin afanes y sin sesgos. Aprendí que ante el primer coletazo de injusticia, el activismo es la segunda salida. La primera, la comprensión del contexto, hacer muchas preguntas y concluir con empatía que quien ataca es el producto de una sociedad inequitativa. Aprendí contigo a tener todos los días conversaciones sobre la vida, a cuestionarse, a retarse en la forma de una conversación antes de dormirte. Cuántos meses, años enteros pasamos como adultos en piloto automático viviendo la vida sin cuestionarnos. Aprendo a no entregarte la presión por el perfeccionismo que las mujeres de mi generación tuvimos. Suena fácil, pero ha sido un aprendizaje duro y aprendiendo, me liberaste. Aprendo que el miedo no sólo es válido, es necesario y que no es una debilidad, es un sentimiento. Y aprendo de todo, con humildad y vulnerabilidad, porque ser tu Mama es para valientes. Aprendí que los temas que te apasionan, tus sueños y tu futuro son y deben ser una parte importante de mi lucha actual. Tu seguridad, tu libertad y tu poder en este mundo y el de todas las niñas, son y serán mi obsesión, para que llegado el día, te encargues de aquellas que vienen detrás, con luchas nuevas, conversaciones distintas y un futuro que no arrastre dolores pasados.

Rafael, de ti aprendo cómo luce la empatía antes de contaminarse con egoísmo, cómo luce la sensibilidad en la forma de un niño cómodo con sus sentimientos. Aprendo de tu amabilidad y espero que nunca se confunda con debilidad. Aprendo de tu lógica, de tus conclusiones fantásticas. Aprendo de tu inteligencia, ese tipo de inteligencia que no necesita probarse. Mi lucha será hoy, para que la equidad sea cosa de hombres y tu adultez sea libre de sesgos que te ataquen a ti también. Aprendí que debo enseñarte, sin contaminarte, a no sólo respetar las diferencias, sino encargarte de ellas. Tu también eres y serás activista porque hemos aprendido de tu solidaridad coherente.

De los niños aprendí que son el presente, un presente alegre, emocionante y maravilloso. Pero también un presente al que le hemos fallado, tal vez obsesionados con problemas de adultos, unos adultos con mucha indiferencia. Aprendo por ustedes a dar ejemplo, no sólo de buen comportamiento sino también un ejemplo que los inspire a ser felices, auténticos, justos y valientes. Y de ustedes, hijos, aprendí como dice la canción que me enseñaron, “que hay personas por las que vale la pena derretirse y que todo es posible incluso lo imposible”.

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