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Un papá rico sin plata

Este año vamos por la séptima, y si no, el otro año volveremos a seguirlo intentando, porque el fútbol es una bella excusa para juntar a un padre con su hijo sin necesidad de ser millonarios. Esa es mi imagen de nostalgia futura.

hace 6 horas
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  • Un papá rico sin plata

Por Dany Alejandro Hoyos Sucerquia - @AlegandroHoyos

¿Sabías que los actores usamos una técnica que se llama Memoria emotiva? Consiste en recordar algo de la propia vida para traerlo al personaje, sirve mucho para aflojar la lágrima. En mi caso, no uso la memoria, lo que hago es imaginar que vos no estás, que no te puedo abrazar en el estadio cuando Medellín mete un gol; imagino que no me esperas en la puerta de la tribuna con esa camiseta que te queda apretada, —es una camisa sufrida, como todo lo del DIM—; imagino que no rajamos de los jugadores, que ya no nos podemos reír de los troncos; imagino que ya no estás, y ahí me quiebro. Porque iría por la vida como si fuera un partido de visitante. Decime, si vos no estás, a quién voy a llamar para quejarme de algún jugador. Si vos no estás, con quién voy a pelear para que tenga más empatía, para que no diga o haga imprudencias; si vos no estás, con quién voy a ir al estadio. Por eso, utilizo tu ausencia cuando necesito estar triste en escena.

Sabías que cuando éramos pobres pensaba: “¿Yo por qué no nací siendo hijo de Ardila Lule o de algún millonario?”. Bobadas que piensa uno. Con el tiempo supe que muchos de ellos no hablaban con sus padres. Nunca les explicaron nada del sexo y las drogas como vos me lo explicabas a mí, directo, sin eufemismos. Nunca tuve que preguntarle nada de eso a mis amigos, porque a mí me lo enseñó mi papá.

Probablemente, los papás millonarios nunca hicieron con su hijo una línea de papeletas de pólvora y la prendieron para que toda la cuadra creyera que estaban dando bala. ¡Tas, tas, tas! Sonaron las papeletas. Nosotros por la ventana nos reíamos al ver el susto de todos. Hasta el cura se creyó el cuento y dijo que había visto a los que “dieron bala” corriendo quebrada arriba. Hoy un papá hace eso con un hijo y se lo quita Bienestar Familiar. Los hijos con papás millonarios no creo que hubieran tenido un papá divertido como el mío, un rico sin plata.

Como no eras millonario me diste de herencia el sufrimiento por un equipo cuya frase es: “No necesito que estés arriba”. Cuando un padre le hereda a un hijo el amor por un equipo que gana muy poco, es como si el hijo nace caminando bien, y el papá, un señor cojo, le pega una patada para que los dos cojeen juntos. Pues padre, ha sido un placer cojear con vos. Me volviste hincha del Medellín y no me arrepiento. Me dio carácter, resiliencia y fortaleza cardiaca. Fui hincha sin verlo ganar y ahora lo hemos visto ganar juntos. Este año vamos por la séptima, y si no, el otro año volveremos a seguirlo intentando, porque el fútbol es una bella excusa para juntar a un padre con su hijo sin necesidad de ser millonarios. Esa es mi imagen de nostalgia futura.

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