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Amable Lector. Alejandro Magno en el 331 a. C. fundó la ciudad de Alejandría, durante varios siglos fue la cuna del saber. Además de ser una gran metrópoli, con dos puertos, se construyó el famoso faro de 45 metros de altura que los navegantes divisaban desde 50 km; fue considerado como una de las maravillas del mundo antiguo.
También fue reconocida por poseer la mejor biblioteca del mundo. Se estiman en más de cuatrocientos mil rollos de papiro y pergamino, que equivalen a los libros de hoy. El primer bibliotecario fue Demetrio. Allí figuraron personas tan famosas como Euclides, autor de Los Elementos, tal vez el libro del que más ediciones se haya imprimido después de la Biblia.
Con frecuencia he insistido en un texto breve y claro sobre el impuesto de renta, sin embargo, todo ha sido en vano. Luego de este paréntesis, continuaré comentando un poco más sobre la biblioteca de Alejandría. Por los años 283 a. C. se reunían allí un grupo de personas instruidas. A cambio de estudiar, se les concedían privilegios, tales como estar exentos del pago de impuestos y tener hospedaje gratis en el centro de la ciudad.
Es casi seguro que de copiarse esta práctica en nuestro medio, los intelectuales (hombres y mujeres), que son tan abundantes se multiplicarían más que las matas de coca, con tal de no pagar impuestos.
En la época en que vivió Jesús sus preocupaciones fueron muy diferentes a las de medir el tiempo. Y menos de señalar un punto de referencia antes y después de Él. Solo hasta el siglo VI se hizo mención al Anno Domini, el año de nuestro Señor. Que se generalizó a partir del siglo XVII.
El pueblo de Babilonia fue el que más aportó a la forma de medir el tiempo. Los antiguos miraban las estrellas, el Sol y la Luna. Hoy, salvo los campesinos, nadie mira el cielo, aunque algunos parecen que se mantuvieran en la Luna. El Sol sale por el oriente y se oculta por el occidente. La Luna cumple de manera rigurosa doce ciclos al año. De allí nacieron los meses, primero de 30 días, que al final agregaban 5 más. Los días los dividieron en 24 horas: según las estaciones, las horas del día eran más breves o más largas.
Hay pueblos que gracias al estudio, la disciplina y la responsabilidad ya fueron a la Luna y regresaron a la Tierra. Nosotros, en cambio, hemos alcanzado la perfección en el cultivo de las plantas de coca, su elaboración y distribución. En la justicia no existe el tiempo: los días, semanas, meses y años se detienen en los anaqueles de los jueces incluyendo la Procuraduría y la Fiscalía.
Observando los astros los egipcios calculaban con exactitud las inundaciones del río Nilo. Acá con la ayuda de sofisticados equipos de cálculo estimamos el tiempo para construir las obras, que al final resultan ser dos o tres veces más. Así es como nos gusta ser.