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En el comienzo de nuestra gran aventura éramos apenas dos mentes jóvenes con un sueño de empresa. Cabalgábamos por el camino de la incertidumbre y lo desconocido, transitando, eso sí, con una confianza plena. Aquella fuerza interior era el motor que nos permitía convertir los errores y fracasos en experiencia y en conocimiento.
Todos los días eran distintos y nos obligaban a ser recursivos. Esa destreza de reinventarnos según los retos inmediatos era, junto al amor por los demás y la exigencia propia de los negocios, la única fórmula para terminar el día sintiendo esa satisfacción expresada en “¡lo logramos!”.
De esta manera se nos reveló gradualmente que el recurso más importante que tendríamos a lo largo de nuestra aventura empresarial sería la inteligencia que, unida a una conciencia sensible, nos llevó a conquistar el corazón de Colombia con nuestros sabores y el calor humano de nuestra gente.
Si se me pregunta cuál es mi definición de éxito diría sin duda que lo que llevó a Crepes y Waffles a lo que es hoy es el grado de felicidad, de goce y de unidad que recorremos a diario. Éramos dos personas, hoy somos 6.000, con alma, sueños y corazón.
Éramos dos personas hoy somos 6.000 en Colombia, jamás pensé en imposibles, escuchaba en mí la voz de mi padre: “Hija para ti las puertas siempre estarán abiertas” y con ello me enseñó que los obstáculos son en realidad retos y que no tener dinero no significa carencia. Tenía abundancia en deseos, fuerza en la acción y riqueza en mi corazón.
Y es grato recordar a mi papá porque en el momento en que nació nuestra empresa atravesamos la quiebra de nuestros padres. Frente a sus enseñanzas, desde entonces, ese golpe me hace cuestionarme y humanizarme con la realidad de las personas con las que trabajamos. Así, cambié el significado de economía, que desde la academia se basa en la ley de la oferta y la demanda, y yo la entendí como la forma en que nos tenemos que relacionar los seres humanos y todos con la naturaleza desde una conciencia humana e integral. Como me gusta fluir y andar ligera, concluí también que trabajar es transformar, porque a eso venimos a este mundo. Finalmente, le di la vuelta a la palabra competir por cooperar: unirnos en un buen propósito es más poderoso.
Ahora veo más claro que nunca que somos nosotros quienes abrimos nuestras propias puertas, y que ese “Yo soy” que desde la autenticidad y libre expresión nos lleva a romper esquemas, es el factor indispensable que nos hace llegar más allá de lo establecido. La libertad de ser es la plataforma para crear, y aplica para la creación de un sabor tanto como para la formulación de una estrategia empresarial. Con ello, Crepes y Waffles es ejemplo de que se puede humanizar la economía si se piensa en ella como la relación armónica entre todos nosotros y la naturaleza.
La experiencia y el conocimiento nos dan la razón a diario: la empresa es un medio de evolución individual que nos une y potencializa a todos, en donde podemos darle sentido a la vida y orientación al trabajo con alegría, y goce creativo. El secreto está en aplicarle amor y conciencia a todos los procesos para hacer empresa y construir país. Por eso Crepes y Waffles siempre ha sido algo más que un buen negocio.
“Si llegas al corazón, te quedas en la mente y si conquistas con el sabor, dejas la ilusión de volver”.