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Por Amalia Londoño Duque - amalulduque@gmail.com
Después de un año de este gobierno y con la expectativa de unas elecciones regionales en menos de un mes, este último trimestre del año será movido.
Muchos dicen que están preocupados, pero son muy pocos los que hacen algo diferente a compartir en redes cualquier publicidad que apoye una causa o que exprese una opinión política y mientras tanto seguimos recibiendo información y datos que lo único que nos generan es más incertidumbre.
Apenas hace un mes el Banco de la República entregó sus pronósticos sobre la economía colombiana para 2023 y 2024.
Entre la información entregada, lo más preocupante es tal vez ese pronóstico en el que el crecimiento económico se reduce levemente del 1% al 0,9% en el país. Colombia crecerá menos de lo esperado en estos años. Hace una semana, la veeduría Todos por Medellín entregó el informe Un cartel en Medellín en el que denuncia una presunta red de corrupción en la que 268 mil millones de pesos (un poco más de 30 millones de dólares) fueron entregados a 22 empresas de reciente creación, con crecimientos exponenciales en la mayoría de ellas.
¿Cómo reacciona la ciudadanía ante este tipo de denuncias?
¿Qué hemos hecho con este panorama oscuro que no nos permite ver hacia dónde va el país?
En el calendario de Colombia tenemos todavía pocas certezas con el futuro de las reformas; después de 11 incrementos continuos de la gasolina, no tenemos tampoco claridad sobre lo que pasará con la inflación; el desempleo va en aumento, hay mayores índices de pobreza, la bolsa de valores de Colombia está en UCI como titulaba ELCOLOMBIANO en su editorial la semana pasada y con todo esto, algunos de los grandes proyectos de país se van al congelador.
Es paradójico que justo en un momento así, sigamos teniendo una excesiva confianza en lo que creemos saber. Decía Daniel Kahneman en su libro Pensar rápido, pensar despacio que “tenemos una incapacidad para reconocer nuestra ignorancia y la incertidumbre en el mundo. Somos propensos a sobrestimar lo que entendemos y subestimamos también el papel del azar en los acontecimientos”.
Por eso tal vez, es tan común escuchar últimamente pronósticos políticos confiados en un panorama que a decir verdad, no está nada claro, pero los comentarios se van reafirmando entre conversaciones familiares con los mismos círculos y en definitiva nada de eso representa una buena lectura de la ciudad.
¿Por qué estar tan seguros de un resultado de las elecciones? ¿Las encuestas sí son confiables?
A estas alturas, después de la ineficiente labor de las “ias” que ya deberían haber reaccionado ante tantas denuncias, el panorama local no debería tenernos tan confiados. Los barrios de Medellín están invadidos de publicidades que superan el límite permitido, esta ha sido una campaña mucho más silenciosa que las anteriores y ni hablar de las estrategias sucias que se han utilizado para deslegitimar las propuestas de muchos de los candidatos.
Veremos un tarjetón con más de siete candidatos, un mal síntoma para el elector, que siempre llega confundido a las urnas. Y para acabar de ajustar, entre los que están de acuerdo con que la línea de los que dicen ser independientes, debe terminarse, no ha habido ni un solo acuerdo. Con todo esto, ¿cómo deberíamos movilizarnos más allá de compartir post en redes sociales?