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Claro que hay que castigar severamente los abusos y despidos sin justa causa, pero hay que regular virtuosamente la estabilidad laboral frente a ese tipo de fenómenos económicos.
Por Mauricio Perfetti Del Corral - mauricioperfetti@gmail.com
El DANE publicó recientemente las cifras de mercado laboral correspondientes al mes de abril. Una lectura detenida de las mismas muestra las incoherencias de varias características y sus dimensiones, entre el mercado laboral y la reforma que fue presentada al Congreso el pasado 16 de marzo.
Puede decirse que el mercado laboral colombiano se caracteriza por una tasa de desempleo por encima del 10.0% (10.7 abril 2023) que lo convierte en el tercero más alto de la OCDE; persiste la alta informalidad (56.0%) con ciudades como Ibagué que a pesar de tener el menor desempleo (8,8%), es la tercera ciudad con tasa alta de informalidad (63,9%). Además, existen brechas elevadas en desempleo de mujeres (13,9%) y jóvenes (18,0%).
Dado lo anterior, resulta obvio esperar que el texto del proyecto de reforma laboral presente propuestas de promoción de generación de empleo, así como estímulos no monetarios para la contratación de jóvenes y mujeres, y fomento para una mayor formalización laboral. Pero el texto de la reforma carece de este tipo de propuestas. De hecho, las palabras más repetidas en el texto de reforma son trabajo, contrato y código sustantivo (Escobar, 2023).
La reforma tampoco se ocupa de la formación laboral frente a una necesaria reforma sustancial al Sena, así como desde el sector educativo a la educación técnica y tecnológica. Ambas reformas son urgentes frente al auge de las tecnologías convergentes, la industria 4.0 y el veloz progreso de la inteligencia artificial.
Pero lo que sí está escrito en la reforma también tiene inconvenientes. Por ejemplo, el incremento de los costos en la jornada nocturna y los festivos afectará la generación de empleo y elevará el costo de la mano de obra, justo cuando los grandes y diversos avances tecnológicos en el mundo permiten una rápida sustitución de trabajo por capital; sin embargo, lo que sin duda tendrá un mayor efecto será el incremento desproporcionado en la tabla de indemnización por despido además de la estabilidad reforzada. El gobierno olvida las enseñanzas de la pandemia, sus efectos en las cadenas productivas y la invasión rusa a Ucrania; los choques externos a la economía existen y forzar la estabilidad en esas condiciones lleva simplemente a la destrucción de valor, el deterioro de las finanzas de las empresas que generan empleo o su cierre. Claro que hay que castigar severamente los abusos y despidos sin justa causa, pero hay que regular virtuosamente la estabilidad laboral frente a ese tipo de fenómenos económicos. Esto es, quizás, lo más dañino de la reforma a aprobar y que llevará probablemente, aún antes de su puesta en marcha, a una acelerada pérdida de empleo mediante una sustitución de mano de obra por nuevas tecnologías.
La reforma laboral favorece a los trabajadores que tienen empleo y más antigüedad, pero no a aquellos jóvenes desempleados, especialmente mujeres, ni a los informales que no tienen ni siquiera prestaciones laborales ni estabilidad en su ocupación e ingresos. El cambio sería favorecer verdaderamente a estos últimos.