<img height="1" width="1" style="display:none" src="https://www.facebook.com/tr?id=378526515676058&amp;ev=PageView&amp;noscript=1">
Síguenos en:
x
Columnistas | PUBLICADO EL 11 diciembre 2022

Carta a Guadalupe

Llegas en un momento crucial de mi vida, cuando empiezo a sentir que me cobija el sol de los venados. Y no te voy a criar ni a cuidar de tiempo completo, pero junto con tu abuelo queremos disfrutar tus gracias y ser tu juguete preferido.

Por Elbacé Restrepo - jelbaceciliarestrepo@yahoo.com

Querida Guadalupe:

La noticia de tu existencia llegó en una caja de regalo que contenía una carta, muy al estilo de tu mamá, que decía: “¡Sorpresa! Voy en camino. ¡Esta familia se creció! Todavía no sé si vaya a ser Guadalupe o Salvador, lo que sí sé es que van a tener a alguien que por primera vez en sus vidas les va a decir ‘abuelos’. Los amo. Sé que elegí la mejor familia”.

¡Ay! Te confieso que durante mucho tiempo pensamos en la posibilidad de vivir este momento, aunque nunca lo insinuamos por respeto a la intimidad y a las decisiones de tus papás. Pero como suele pasar con los grandes regalos de la vida, que llegan sin pedirlos, ahora te esperamos, Guadalupe, y más felices no podríamos estar.

Me queda muy difícil poner los sentimientos en palabras sin sonar muy cursi, pero al cabo que ni me importa. El primero fue una inmensa ternura. Como si una tonelada de aleluyas se hubiera derramado dentro de mi corazón. La emoción se hizo lágrimas y el miedo se asomó por un huequito, pero la alegría lo mandó al carajo.

Los adultos suelen hacerse cuestionamientos complicados. Que para qué traer un ser humano a este mundo convulsionado y cruel. Que este planeta no resiste una persona más. Que es mejor adoptar un perro, que no discute ni coarta las libertades individuales. Que no hay agua ni aire pa tanta gente, y así ... Pero esos análisis se los vamos a dejar a la sociología.

Por lo pronto, los abuelos tenemos un plan bonito: amarte, Guadalupe, por encima de cualquier presagio. Prolongar en tu corazón de niña el amor infinito que profesamos por nuestros hijos, ahora con más generosidad y menos rigor. Te vamos a consentir y, solo de vez en cuando, te vamos a malcriar un poquito, solo un poquito, así como con las cometas, soltando y templando la cuerda con ternura y con determinación para que seas una persona alegre, justa, autónoma, curiosa, arriesgada, responsable y valiente.

Llegas en un momento crucial de mi vida, cuando empiezo a sentir que me cobija el sol de los venados. Y no te voy a criar ni a cuidar de tiempo completo, pero junto con tu abuelo queremos disfrutar tus gracias y ser tu juguete preferido, como una especie de marmita mágica llena de pinceles y crayolas, polvo de estrellas, un arcoíris eterno y mariposas de colores que dejen una estela de asombro en tus ojos y una sonrisa en tu rostro con nombre, Guadalupe.

Nuestra mayor obligación será dejarte huellas de amor, mimos y juegos incansables, aunque nuestras rodillas traqueen a veces; risas, cuentos inventados sobre la marcha de una colonia de hormigas, las tórtolas que vienen por plátano maduro al cebadero o algún chéchere antiguo que despierte tu interés.

Bienvenida a nuestro mundo, Guadalupe. Te amamos desde ya y te damos las gracias por ser nuestro gran regalo de la vida.

Elbacé Restrepo

Si quiere más información:

.