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Columnistas | PUBLICADO EL 26 febrero 2019

Caminatas de la incertidumbre

Por david e. santos gómezdavidsantos82@hotmail.com

Es el rostro más dramático de la tragedia. Filas eternas de caminantes sin rumbo que solo tienen en mente huir. Que quieren abandonar la desgracia y la escasez y la impotencia de ver a los niños de brazos llorar por todo. Porque no hay luz ni agua y tienen sueño y también calor y les duele el estómago por el hambre que no puede calmarse. Es como vivir en el infierno y darse cuenta.

Por eso salen a caminar sin meta. Ellos son los que han tomado la decisión de buscar ayuda. Atrás dejan a familiares que dependen de ese nuevo comienzo. La lógica les dice que cualquier destino al que lleguen -algunos solos, otros con niños en los brazos- será un descanso. Nada puede ser peor que lo que viven en Venezuela. Se amarran sus zapatos y emprenden el viaje. Mil, dos mil, tres mil kilómetros. El camino hacia la incertidumbre.

Como es un viaje de escapada del país que mal gobierna Maduro, Colombia es su primera estación. Y ahora los estamos viendo por cientos de miles. Caminantes que, aunque pretenden ir a Perú o a Ecuador o a Chile o a Argentina, deben dar sus pasos iniciales en las carreteras de Norte de Santander.

Una de las más concurridas, en estos meses, es la que lleva de Cúcuta a Pamplona. Del calor y la humedad al frío. Luego preguntan -como almas en pena- cuál es la ruta que los puede acercar a una capital. A Bogotá a Medellín a Pasto. A Cali, donde la llegada de caminantes es cada vez más desesperanzadora y angustiante.

Pero en medio de la zozobra es ilusionante ver a colombianos ayudar sin esperar ningún retorno. Unírseles es fácil. En redes sociales es cada vez mas frecuente descubrir grupos de voluntariado que dan posada y comida. Uno de ellos es “Red Humanitaria”. Su página en Facebook da cuenta de la dimensión de la tragedia y si usted se suma, el más mínimo esfuerzo hará una diferencia enorme.

Es una realidad que no soporta más discursos ni cálculos diplomáticos. Allá ellos. Allá los poderes ejecutivos y los congresos y los políticos. Vivimos una desgracia migratoria como nunca se había visto en América Latina. Los caminantes venezolanos necesitan una mano. Un aventón en un carro. Un par de tenis. Un paquete de pañales. Un tarro de leche.

David E. Santos Gómez

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