viernes
0 y 6
0 y 6
Colombia eligió en primera vuelta. Ganaron el cambio, las ideas populistas y el discurso anticorrupción; perdieron los partidos políticos tradicionales, Uribe y Duque. El centro se redujo a una pequeña proporción. En este nuevo panorama político el país quedó intrincado entre un socialismo lleno de promesas incumplibles y una especie de Trump a la colombiana que representa la “democracia marketing” y la política sin ideología ni pensamiento crítico. Es curioso el socialismo de Petro, que él no ha querido declarar como tal, por obvias razones, pero que queda claro según se desprende de la columna en El Espectador del gurú económico del Pacto Histórico, Luis Fernando Medina. Y esto ocurre en medio de los enormes retos inmediatos que tiene el país, como pobreza, desempleo, déficit fiscal e inflación. Además, según la reciente reunión de Davos, estamos en un mundo que transita en medio de alertas de recesión mundial, escasez de alimentos, aumento del hambre y una pandemia sin terminar.
La pregunta obvia es cómo construir el cambio, aspiración que quedó claramente expresada en las urnas.
Lo primero es que el centro aún tiene la capacidad para contribuir a tramitar esa solicitud expresa sin dejar que el país caiga en el vacío. El centro, por definición y por su trayectoria decente en política, tiene la capacidad de liderar y generar consensos pensando en la próxima legislatura del Congreso. A través del diálogo y la concertación con algunos partidos y movimientos, se pueden lograr grandes reformas para que el anhelado cambio no termine siendo una frustración más por cuenta de las veleidades autoritarias, la confrontación social y las promesas que no son viables del Pacto Histórico o por cuenta del populismo y la falta de ideas y programas cuidadosos de Rodolfo Hernández.
Lo segundo es que cualquiera de los dos candidatos que gane en segunda vuelta debe ser desde ya garante de la Constitución del 91. Esto es crucial por la institucionalidad del país y por las vacilaciones al respecto de uno de los candidatos.
Lo tercero es que deben cumplir el acuerdo de paz, especialmente en el desarrollo rural integral.
Pero quizás lo más importante son las medidas económicas para enfrentar decididamente las serias dificultades actuales. Se requiere una gran reforma tributaria, un programa de choque para estimular el empleo, la formalización y la lucha contra la pobreza. Los dos candidatos deben decirle ya al país cuáles son esas propuestas, el equipo económico para acometerlas y cómo las van a financiar. Ya se sabe que las propuestas del Pacto Histórico no son fiscalmente viables, pues la reforma tributaria que proponen no es realizable; no hay un planteamiento claro de Hernández respecto a la reforma tributaria y ha propuesto reducir el IVA y el cuatro por mil, sin decir de dónde saldrán esos menores ingresos.
En fin, el anhelado cambio requiere fundamentalmente un enorme y verdadero compromiso con la educación como motor del progreso y las oportunidades, menos populismo y un verdadero liderazgo, sin caudillismo, sin mesianismo y sin mentiras