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Columnistas | PUBLICADO EL 18 septiembre 2020

Bioeconomía, agricultura y CTI

Por Agostinho J. Almeida@Agos_Almeida

Según un estudio reciente del Foro Económico Mundial que analizó más de 160 sectores industriales, más de la mitad del PIB total del mundo depende de manera moderada o alta de la naturaleza y sus servicios, acercándose a los US$44 billones. La construcción (US$4 billones), la agricultura (US$2,5 billones) y los alimentos y bebidas (US$1,4 billones) son de las industrias más dependientes de la naturaleza. Adicionalmente, estas industrias no solo son altamente susceptibles al mal manejo de los recursos naturales, sino también pueden impactar millones de especies de plantas y animales que podrían enfrentar la extinción en décadas.

Colombia, como una de las regiones del planeta con mayor biodiversidad puede y debe jugar un papel fundamental. La bioeconomía es un componente clave para el desarrollo económico del país; la misión de sabios recientemente sugirió como meta que el 10 % del PIB para el 2030 dependa de la bioeconomía y la biodiversidad. Adicionalmente, la agricultura ha sido definida como uno de los sectores más importantes para la recuperación económica del país, con la posibilidad de duplicar su impacto en el PIB para 2030 (más del 13 %); y la diversidad climática y territorial también posiciona a Colombia como una pieza clave en materia de alimentación y seguridad alimentaria para la región. Para que esto ocurra, es importante desarrollar e implementar políticas públicas relacionadas con temas como la sostenibilidad, la I+D, la educación y, por supuesto, la transformación digital y tecnologías emergentes. Pero esto no significa sólo incrementar el número de graduados e investigadores en ciencias biológicas o la inversión en estos campos, ambos clave para el éxito de este esfuerzo. Es fundamental comprender la convergencia requerida de diferentes áreas del conocimiento como la nanotecnología, drones, inteligencia artificial, internet de las cosas o blockchain.

Esta semana se dio a conocer el primer borrador del documento Conpes para la Política de Ciencia, Tecnología e Innovación (CTi) 2021-2030 (por cierto, el último documento oficial data de 2009) y podría representar una hoja de ruta para que el país sea más educado, productivo y competitivo de una manera incluyente y sostenible. Creo que el diagnóstico realizado señala varios de los problemas de manera cuantificada; aunque me gustaría ver más información sobre innovación y mecanismos de financiación. Sin embargo, hay varios temas preocupantes con respecto a la política y sus objetivos: metas y sectores de enfoque poco claros; falta de claridad sobre el valor a financiar; pocas referencias a la convergencia de diferentes campos del conocimiento; poca información sobre la innovación y la generación de valor desde la tecnología y conocimiento; y reducido detalle sobre el plan de acción. Siendo un borrador inicial, afortunadamente hay tiempo para complementarlo, aprovechando la pluralidad y el espacio que existe para comentarios. Sin embargo, el éxito de esta hoja de ruta estará en la definición de proyectos de inversión concretos y enfocados y su implementación en solucionar las necesidades del país y generar oportunidades desde la CTi; pero también aprovechando la curva de aprendizaje de diferentes ecosistemas, como el caso de los últimos 10 años del plan CTI en Medellín.

Agostinho J. Almeida

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