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Hace 40 años, en una noche de verano cálida y húmeda como solo se siente en Roma, ocurrió uno de los casos de desapariciones más misteriosos que se hayan producido y que, con el paso del tiempo, se ha convertido a la vez en el mayor escándalo de la historia contemporánea de la Iglesia. Han tenido que pasar cuatro décadas para que finalmente la Santa Sede abra por primera vez una investigación sobre el caso de Emanuela Orlandi, la adolescente que vivía en el Vaticano con su familia y que, después de salir de clase de música, nunca más volvió.
Los Orlandi, cuya familia ha trabajado para 7 papas desde principios del siglo XX, vivían dentro de los muros de ese diminuto país de apenas 0.44 kilómetros y 700 habitantes, de los cuales solo 100 eran seglares. La noche del 22 de junio de 1983 cada uno de los miembros de ese grupo, compuesto por padre, madre, cuatro hijas y un hijo quedó marcado para siempre al desaparecer Emanuela a sus escasos 15 años. Y su hermano Pietro, quien se ha convertido en el vocero de la familia, es la voz del dolor y la pérdida que a pesar de los años no se ha convertido en resignación.
Así lo dejó ver en el documental de 4 episodios titulado La chica del Vaticano y así sepuede entrever en las entrevistas que ha dado a raíz de la investigación que se acaba de abrir. Durante 40 años la iglesia se negó a colaborar. Ni Wojtyla, ni Ratzinger quisieron comprometerse en este asunto y Bergoglio levantó un muro más alto que el de sus dos antecesores al negarse a darles siquiera la oportunidad de un encuentro privado. Lo único que les dijo una vez es que Emanuela estaba en el cielo, como si él supiera algo sobre lo que el resto de la familia no tiene certeza.
Han tenido que esperar meses después del lanzamiento mundial del documental y muchos días tras el funeral del papa Ratzinger para que se abra esta puerta. Pero a lo largo de los años la familia ha vivido una pesadilla que incluye tumbas, habitaciones secretas, presuntos secuestradores, falsas pistas, servicio secreto internacional, mafia italiana y siempre, detrás de todo, el silencio impuesto por El Vaticano. Se sabe que Emanuela alcanzó a contarle a una amiga que en los jardines del Vaticano, alguien muy cercano al papa se le había acercado con intenciones sexuales. A partir de ahí, la teoría de su hermano es que la niña pudo haber sido usada para extorsionar a la Santa Sede.
Pietro vuelve una y otra vez a ese día de la desaparición. Piensa que tal vez pudo acompañarla esa tarde que iba para clase, pero que con mucha ingenuidad pensaban que estaban en el lugar más seguro del mundo. Y aunque durante años ha habido momentos en los que creyó que ya estaba todo a punto de aclararse y nada pasaba, esta investigación en la que participan tanto el estado vaticano como el parlamento italiano le da un poco de esperanza...
Lo que quiere es llegar hasta el final, no solo por Emanuela, su madre y sus otras hermanas, sino porque quiere algo muy simple: intentar pensar en las cosas más banales de la vida. .