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Por Viridiana Ríos
El presidente López Obrador, de México, inauguró una nueva sección en su conferencia mañanera: el “quién es quién en las mentiras de la semana”. Cada miércoles dará a conocer un listado de “mentiras que se difunden en los medios de información” con el fin de que la ciudadanía no sea manipulada y haya “periodismo y ética”. Las noticias son seleccionadas por su viralidad y “contenido falso o engañoso”.
Identificar noticias falsas y combatirlas con información es una tarea loable de no ser porque, a juzgar por lo visto en esta primera iteración del “quién es quién”, el objetivo de la nueva sección es completamente distinto.
Si el objetivo fuera contrarrestar las noticias falsas la conferencia proveería de datos, evidencias o información para mostrar la falsedad. No es así. Por el contrario, la sección presenta las notas bajo la presunción de que son falsas y sin pruebas para desmentirlas.
El objetivo del “quién es quién de las mentiras” no es desmentir falsedades, es borrar la línea entre lo falso y lo verdadero mediante propaganda estratégica. El Gobierno de López Obrador busca emular técnicas de resistencia para debilitar al periodismo, a quien considera autoritario e impune.
Qué hacer:
El reto más importante de la prensa mexicana será continuar haciendo periodismo y no transitar a hacer reacción. Ello se dice fácil, pero no lo es. La estrategia que abandera López Obrador conjunta elementos muy poderosos que, en otros casos, ha probado exitosamente debilitar instituciones fuertes.
La prensa deberá ser aún más estratégica. Dos aspectos son clave: no caer en la trampa de dedicar amplios recursos a cubrir el “quién es quién de las mentiras” y no permitirse justificar lo injustificable.
La prensa no puede convertirse en una defensora a priori de todo lo que López Obrador critica. Hacerlo los debilitará irremediablemente. No hay duda de que algunos medios mexicanos están siendo financiados por intereses económicos con incentivos para promover información exagerada o incluso falsa sobre el gobierno federal. La prensa debe distanciarse de dichos medios.
Más aún, si algunas de las noticias presentadas en la conferencia del presidente tienen errores factuales (como fue el caso de algunas notas presentadas en la conferencia del pasado miércoles) la prensa tendrá que aceptar que así fue. Solo así mantendrán su credibilidad. Mantenerla es la moneda de cambio más importante de esta batalla.
No tengo duda de que la prensa se sentirá atraída a jugar el juego de López Obrador. Los temas que el Gobierno traerá a la mesa serán jugosos y atractivos. Habrá menciones personales. Aún así, la prensa no debe sucumbir a la tentación. La agenda debe ser fijada por el periodismo, no por lo que diga el Palacio Nacional