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Por Alejo Vargas Velásquez - vargasvelasquezalejo@gmail.com
Analizar cuáles son las orientaciones y prioridades de las políticas de seguridad y defensa de los Estados Unidos, es fundamental para los latinoamericanos, que vivimos, padecemos o eventualmente nos beneficiamos de las mismas; pero que no podemos ignorarlas. Hay debates al interior del Partido Republicano acerca de cuáles deben ser las prioridades en seguridad y defensa y el despliegue de tropas que se debe derivar de allí, en la próxima doctrina de seguridad. Se plantean mínimo tres orientaciones posibles, los denominados ‘primacistas’ que se inclinan por una presencia permanente y global de Estados Unidos y que son considerados por algunos como derivados de los neoconservadores, luego están los llamados ‘priorizadores’ que se inclinan por señalar que Estados Unidos deben orientar sus recursos militares hacia la región del Indo-Pacífico y en tercer lugar los ‘inmovilizadores o en inglés los restrainers’, cuya argumentación señala la necesidad de una retirada estratégica global hacia el llamado hemisferio occidental, que parece será la que termine imponiéndose en este gobierno Trump. Por ello, dicen, es más importante para el gobierno Trump, Groenlandia, que el Donbas o Taiwan.
Dos destacados analistas, Dan Caldwell y Jennifer Kavanagh, representantes de esta orientación fueron entrevistados por Le Grand Continent, ellos tienen experiencia como asesores gubernamentales en el tema y además han elaborado recientes documentos que reflejan claramente porque esta debe ser la prioridad. Los argumentos intentamos resumirlos así:Uno, la posición geográfica de Estados Unidos, el poderío económico actual y lo que realmente se necesita para garantizar la seguridad y las condiciones de la prosperidad, lleva a considerar que se debe dar atención creciente y continua al hemisferio occidental, donde se ha centrado la mayor parte de la política durante su historia. Solo desde el final de la Guerra Fría, el hemisferio occidental quedó relegado a un segundo plano, detrás de Europa, Medio Oriente, el Pacífico e incluso África.
Dos, desde el comienzo, la actual administración ha dejado clara su prioridad que será el hemisferio occidental, por ello se prestará atención, especialmente desde la perspectiva militar, a los comandos geográficos que cubren el hemisferio occidental —el Comando Norte y el Comando Sur— y el Departamento de Estado también dedicará más recursos a esta zona.
Tres, si bien Estados Unidos tiene intereses que le impondrían una presencia global, hay un contexto en el que es imposible actuar en todas partes al tiempo. Ahí cobra importancia la lógica del equilibrio de poder, siendo la mejor manera mantener equilibrios regionales favorables. Mantener demasiadas fuerzas avanzadas se convierte en sí mismo en un riesgo, como se ve en Ucrania o en Medio Oriente... Cualquier acontecimiento en la región implica automáticamente la intervención estadounidense, como ocurrió este verano con Irán. Estos despliegues avanzados son un obstáculo. De ahí la preferencia por una forma de repliegue general; “no abogamos por un «giro hacia Asia», sino por un «giro hacia el interior»”.
Cuarto, los «restrainers», consideran que los despliegues masivos entrañan dos riesgos posibles, provocan una reacción adversa y alimentan una carrera armamentística que conduce a una escalada, o bien los adversarios refuerzan sus capacidades para neutralizar las ventajas que obtenemos de esta presencia, sin una escalada abierta.