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Las elecciones están al caer y aún hay mucho indeciso, más de lo acostumbrado. En principio, eso no es ni buena ni mala señal. Por un lado, implica que no hay una elevada polarización, un signo positivo dadas las circunstancias económicas, después de todo lo que hemos pasado. Por otro, indica que los candidatos no acaban de conectar del todo con una parte del electorado, la más escéptica, bien sea porque está menos ideologizada, porque vive al margen del día a día político o porque, simplemente, está desencantada.
En cualquier caso, el hecho de que el país no esté en llamas, por mucho que la izquierda radical o sus palmeros de la Fundación Paz y Reconciliación pretendan hacer creer lo contrario, refleja que el legado de Iván Duque es mucho más positivo que lo contrario. Y es que Duque se las ha tenido que ver con varios obstáculos mayúsculos. El primero, al comienzo de su mandato, una creciente crisis de las materias primas que produce Colombia. El segundo, la negativa de buena parte de las narcoguerrillas a abandonar las armas y sus actividades ilícitas. El tercero, la pandemia que nos ha contraído hasta dejarnos casi sin aliento. Y ahora, una inflación galopante.
Sin embargo, todo ello no ha sido suficiente para tumbar el país. Muchas promesas de Duque se quedaron en el camino porque fue imposible activarlas, pero al menos su gestión no ha complicado más las cosas, que ya es algo, dadas las circunstancias. Ahora toca elegir un relevo apto para reactivarlo todo. Alguien capaz de prender la mecha sin que se quede todo en fuegos artificiales, como prometen algunos candidatos. Para eso, lo capital es que los indecisos tomen la decisión acertada. Yo no sé cuál es, pero sí estoy seguro de cuál no es: la que elegiría MCO, acrónimo rapero de la triada Maduro-Canel-Ortega. Moco, si lo prefieren.
Pues bien, estoy convencido de que Moco optaría por ese candidato capaz de sacar inmediatamente a Colombia del memorando recién suscrito que convierte al país en socio estratégico de la Otan para llevarlo de la mano a Unasur, esa entelequia surgida del “cartel de Puebla”, nacida en 2008 e impulsada por Chávez, Lula da Silva, Néstor Kirchner, Correa y Evo Morales. Ahí es nada.
Y es que, aunque ese candidato trate ahora de desmarcarse del radicalismo con un viraje al centro, es complicado tragarse la milonga. Por mucho que rasque en la alcaldía de Bogotá o entre los verdes bosques, por mucho que recabe algún apoyo de las élites burguesitas de club de campo, al final todos, hasta los santos varones, saben perfectamente que Moco lo votaría a él y nunca a su némesis electoral.
No pretendo interferir en unas elecciones que ya han dado comienzo. De hecho, desde el pasado lunes, 160.000 colombianos afincados en España están ya en disposición de votar hasta este viernes. Pero sí puedo dejarles esa simple cuestión, para todos aquellos que aún dudan por quién decantarse: ¿creen que Maduro-Canel-Ortega desean lo mejor o lo peor para Colombia? ¿Quieren ustedes esa receta?