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Columnistas | PUBLICADO EL 07 agosto 2020

111.149 millones de razones para estar preocupados

Por Agostinho J. Almeida@Agos_Almeida

El Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación (MinCiencias) se creó con el objetivo –según su misión, que aparece en el sitio web oficial– de ser “rector del SNCTI (Sistema Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación) y formular y articular la política pública para la generación de conocimiento, la innovación, la apropiación social y la competitividad”.

A primera vista, resultan varias dudas: i) creo que muy pocas entidades lo consideran como el rector del SNCTI; ii) menciona a la innovación como parte de su mandato, pero resulta poco claro cuál es su rol en esa temática o la coordinación con Innpulsa; iii) la última hoja de ruta de política pública oficial de CTi sigue siendo el Conpes 3582 de 2009. Por otro lado, la visión a 2030 apunta a que MinCiencias sea “reconocido como el propulsor de la transformación hacia una sociedad de conocimiento y por enfrentar los retos y desafíos de la cuarta revolución industrial”. Dada la velocidad de los avances tecnológicos, esto me deja todavía más inquieto: si en 2030 seguimos enfrentando los retos de la cuarta revolución industrial entonces tendríamos un problema más grave de lo que alguna vez imaginamos...

Mucho se ha hablado de la reducción de casi 30 % del presupuesto de MinCiencias, una diferencia de $111.149 millones. La primera pregunta que surge es dónde van a recortar: ¿Becas de doctorado? ¿Fortalecimiento institucional? ¿Proyectos de investigación y desarrollo (I+D)? ¿Gastos administrativos y operativos? Pero la pregunta más significativa realmente no es cuál recortar sino por qué en ese rubro y no en otro.

Ahora bien, es importante entender el impacto de esta reducción bajo la medición por indicadores como la inversión en actividades de ciencia, tecnología e innovación (ACTI/PIB) o I+D/PIB: en 2018, Colombia invirtió 0,61 % del PIB en ACTI y el 0,24 % en I+D; en valores absolutos, esto se acercaría a 5 billones y 2 billones de pesos, respectivamente. La diferencia de $ 111.149 millones en cualquiera de los indicadores representaría una reducción de 0,01 – 0,02 %. En otras palabras, bajo este escenario Colombia seguirá reduciendo su inversión en CTi tanto en términos absolutos como relativos.

Lo que me llama la atención es que, aún si el Gobierno Nacional hubiera duplicado el presupuesto de MinCiencias, esos mismos indicadores aumentarían 0,04 – 0,05 %; I+D/PIB podría acercarse a 0,28 %, todavía muy lejos de la meta de definida por el Gobierno actual. Esto se traduce en un mensaje claro: Colombia sigue ausente de estrategias y políticas de CTi contundentes que promuevan programas de largo alcance que justifiquen la inversión del sector público como del privado.

Independiente del presupuesto asignado a MinCiencias, es preocupante la falta de un norte claro, liderazgo y capacidad de ejecución ante la necesidad presente y futura del país. Sin embargo, lo cierto es que han pasado apenas 6 meses desde su creación, hay todavía falta de claridad de mandato y roles (gobernanza y gobernabilidad) y en el primer año de su génesis se expandió una pandemia global. Será clave la contribución colectiva, en conocimiento y estilo de liderazgo, para construir y ejecutar una política pública de CTi transformadora para el país.

Agostinho J. Almeida

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