Camilo Fernández de Soto, presidente de Colombia Productiva, valora que por primera vez desde que se mide la productividad total de los factores en el país –clave para el ajuste del salario mínimo y la dinámica económica– ha sido positiva tres años consecutivos: 2019, 2020 y 2021.
La entidad que lidera ha adelantado varias iniciativas para impulsar ese ítem, que aunque ha crecido en los últimos años sigue siendo bajo, pues solo por mencionar, el año anterior se ubicó en 0,64%.
Una de las estrategias es Fábricas de Productividad, con la que se asesoran empresas para ser más eficientes en mano de obra, consumo de energía o sostenibilidad. Aunque la meta es que esos aspectos mejoren en al menos 8%, para Antioquia los resultados son más que interesantes porque en promedio las empresas lo han hecho en 31,2%.
En entrevista con EL COLOMBIANO, Fernández de Soto habla de los avances empresariales en productividad y qué tan costosos son estos procesos.
¿Cómo está la productividad hoy en Colombia?
“En el país, por primera vez desde que se toman estas mediciones, la productividad total de factores aumentó en los últimos tres años. Pero iniciando Gobierno (2018) veíamos un escenario un poco dramático en el que en los años anteriores solamente dos veces la productividad le había aportado al crecimiento (económico); generalmente era algo que le restaba.
Darle vuelta a esa situación es haber entendido que la productividad debe ser una prioridad. Fueron claves estrategias como Fábricas de Productividad, que hoy en día es el programa (de productividad) de mayor impacto en América Latina. Este año vamos a lograr más de 2.000 intervenciones en empresas, 400 de ellas en Antioquia”.
¿Qué han hallado en las empresas paisas?
“Nuestra promesa de valor era mejorarle los indicadores a las empresas en al menos un 8%, pero hoy en día en Antioquia las compañías han logrado mejorar, en promedio, un 31,2%. Arrancamos con 177; el año pasado teníamos más de 300, y este año vamos a llegar a 400.
En calidad, las empresas paisas mejoraron 54%; en transformación digital, 47%; en sofisticación y desarrollo de producto, 31%, esas son las líneas en las que más crecieron. Después está productividad operacional, que mejoró 30%; eficiencia energética, 29%; gestión comercial, que es incremento en ventas y clientes, 25%; sostenibilidad ambiental, 21%, y productividad laboral, 15%. Todas casi que duplicaron la promesa de valor”.
¿Cómo saber si esas mejoras se traducen en rentabilidad?
“Nosotros hacemos un diagnóstico en las nueve líneas a cada empresa y según la que trabaje podemos ver el impacto. Por ejemplo, un restaurante que debe trabajar la línea de calidad para reducir al máximo los productos imperfectos, tenía 50 pedidos imperfectos y se redujeron a cero, como lo hemos visto. Ahí está la ganancia. Además, este programa en eficiencia energética ha logrado ahorrar más de $1.000 millones”.
Solucionar esos problemas tiene un precio...
“La empresa aporta según el tamaño; la micro, 10%; la pequeña, 15%; la mediana, 20%, y la grande 25% del costo y el Gobierno en alianza con cámaras de comercio aporta el resto. Se hace el diagnóstico de la compañía y el empresario escoge el área y el consultor especializado con el que quiere trabajar.
La microempresa aporta $1.251.000; la pequeña, $1.877.000; la mediana, $2.500.000, y la grande, $3.128.000. El programa vale más o menos $12,5 millones por empresa”.
¿Cuánto demoran estos procesos?
“Nosotros damos un plan de trabajo de 60 horas, que según el ritmo de la empresa se puede hacer en tres meses o seis meses”