El presidente Gustavo Petro comunicó con vítores los US$40 millones que Emiratos Árabes Unidos desembolsará para invertir en La Guajira; pero esa plata atrajo críticas de quienes califican su discurso como “incoherente”.
En el marco de la cumbre del clima (COP28) , el mandatario señaló desde Dubái que Colombia no firmará nuevos contratos de exploración petrolera, entonces le sacan en cara que le cierra la puerta a la autonomía energética del país —en nombre del planeta— pero recibe recursos de una economía petrolera.
Además, se agitó la polémica por el potencial acuerdo energético con Venezuela, que hasta donde se sabe, consiste en que el país vecino enviaría gas y petróleo a Colombia, pero es un intercambio que igualmente exigiría explorar y explotar el recurso que el mandatario ha rechazado tantas veces bajo su política de defensa ambiental.
El dedo en la llaga
Ante la comunidad internacional, Petro dijo que al no firmar nuevos contratos de exploración, le está poniendo un plazo definido a la transición energética para abandonar las fuentes fósiles como el petróleo y el carbón.
En ese sentido, reconoció que el debate local es intenso y ya costó la salida de su primera ministra de Minas y Energía, Irene Vélez; quien precisamente fue cuestionada cuando presentó un informe que extendía las reservas de gas hasta 2037, pero metiendo en un solo canasto las reservas probadas, probables y posibles; un trabajo calificado como “antitécnico” por los expertos del sector.
En todo caso, durante sus discursos en la COP 28, el presidente señaló que “la posición hoy es al lado de la vida. Y hoy en la humanidad, al lado de la vida significa al lado de ustedes, los pueblos que en las islas están a punto de desaparecer por el gran consumo de carbono de una pequeña elite de la humanidad (...)”.
En redes sociales tuvo aplausos por su postura ecologista, pero también cuestionamientos de quienes señalan que Emiratos Árabes fue el séptimo productor global de petróleo en 2022, con un bombeo promedio de 4 millones de barriles diarios. Y aunque esa nación no se ha comprometido a dejar el hidrocarburo, el presidente de los colombianos le recibió una inversión directa de US$40 millones; capital que procede de las energías fósiles que él pide dejar.
¿Otra incoherencia?
Todo lo anterior se enlazó con el polémico acuerdo que se estaría cocinando con Venezuela y a Petro le preguntan por qué no permite la firma de nuevos contratos para explorar aquí, pero sí está dispuesto a movilizar inversiones para que las actividades exploratorias se hagan allá. En línea con ello, Tomás González, exministro de Minas y director del Centro Regional de Estudios Energéticos (Cree), hizo notar que son muchas las preguntas entorno a esa política energética.
“He oído al Gobierno argumentando que el tema es económico, que allá los costos de producción son muy bajos y eso lo haría más rentable, pero si es un tema de rentabilidad, entonces no es un problema ambiental. O si no, cómo se entiende que allá si se explora cuando acá el petróleo paga regalías, compra bienes y servicios y contrata gente local”, mencionó el experto.
Así mismo, hizo notar que los estudios del Cree indican que, hacia 2040, el país necesita el doble del gas que está consumiendo actualmente; porque ese es el energético por excelencia para la transición, dado que permite sustituir carbón y combustibles líquidos mientras se desarrollan otras fuentes como el hidrógeno.
En ese orden de ideas cuestionó que “si necesitamos más gas y no tenemos reservas probadas suficientes, de dónde va a salir, pueden responder que saldrá de Venezuela, pero ahí uno dice: ¿Qué certeza hay de que ese gas va a fluir?”.
“Cuando empezó la guerra Rusia-Ucrania —añadió— la Unión Europea importaba el 40% de su gas desde Rusia y de un día para otro se despertó con la noticia de que Rusia le estaba restringiendo los envíos, eso subió los precios a picos históricamente altos y puso a todas las familias contra las cuerdas a pagar un gas carísimo, subió 10 veces frente a su promedio histórico. Entonces, la otra pregunta es: ¿Aún si se pudiera tener el gas venezolano de manera confiable, queremos depender tanto de una sola fuente?”.
Transición irresponsable
Sin referirse directamente a lo polémica del “doble discurso”, José Manuel Restrepo, exministro de Hacienda y rector de la Universidad EIA, aseguró que no entiende por qué si Colombia emite 162 veces menos gases de efecto invernadero que un país como China —o 62 veces menos que EE. UU.— debe sacrificar su futuro económico.
El exfuncionario enfatizó en que “se puede perfectamente hacer la transición pero bien hecha y sin autodestruirnos económica y fiscalmente”, pues una de las máximas preocupaciones vigentes es la posible importación de crudo y gas (saldrían más caras las facturas) y perder los ingresos que se generan para el país con la exportación de crudo.
Las reservas ya están bajando
El informe de la Agencia Nacional de Hidrocarburos (ANH), con corte a 2022, indicó que la producción fue de 275 millones de barriles y eso conllevó a una leve disminución de la reservas que pasaron de 7,6 años a 7,5 años. Para el sector petrolero, la explicación es que a la par del aumento en la extracción de crudo, también se presentó una subida en la demanda, por lo que la vida útil de esas reservas se merma. De ahí que los expertos hayan enfatizado en que es necesario conceder nuevos contratos de exploración. Sin embargo, el Gobierno se mantiene firme en que hay más de 330 contratos de exploración y explotación vigentes y que de ahí debe salir el suministro que necesita el país. Por su parte, las reservas probadas de gas se situaron, al cierre de 2022, en 2.82 terapies cúbicos (Tpc), que son -0,35% con respecto al año 2021.