Los precios de los arriendos en Medellín siguen por las nubes. En sectores como Provenza la situación es tan crítica que hay negocios que ven su futuro amenazado por este incremento. Uno de ellos es el restaurante de comida asiática Bao Bei que el próximo 25 de noviembre cerrará las puertas luego de funcionar en este punto durante los últimos siete años.
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La razón principal por la que se van es porque el dueño del local les duplicó el canon de arrendamiento, porque “la zona se valorizó mucho”, les dijo. En otras palabras: les exigió pasar de pagar $3.400.000 a casi $7.000.000.
De acuerdo con Federico Estrada, gerente de La Lonja, es importante aclarar que en el arrendamiento comercial, después de cumplir dos años el canon puede incrementarse por encima de lo pactado en el contrato, pero “esto debe ser concertado, si no llegan a un acuerdo tendrán que optar por un proceso de regulación de canon, donde, con intervención de un perito se define el valor a pagar por parte de un juez”. A raíz de esto, Ian Delfín y Nataly Montoya, los cofundadores del restaurante, prefirieron decir adiós.
En sus rostros se refleja la nostalgia de dejarlo todo ahí, pero a la vez guardan la esperanza de encontrar un nuevo espacio donde puedan seguir deleitando muchos paladares. “Para nosotros en este lugar tan pequeño no vale la pena un canon de arrendamiento tan grande, es muy injusto que nos quieran subir tanto. Me siento cansada, ansiosa, triste, pero emocionada porque esto puede ser un cambio para progresar o cerrar un ciclo”, dice Montoya.
Por estos días les preguntan el porqué se van sabiendo que son tan exitosos, que la gente les hace fila para entrar, pero cuando exponen la causa inmediatamente se solidarizan. Hay clientes que hasta se les ofrecen para ayudarles a buscar un nuevo espacio y otros por redes sociales les envían lugares disponibles con el contacto y la dirección. Nadie quiere que Bao Bei desaparezca.
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Ian y Nataly han sido fuertes, porque trabajan en equipo. Sobrevivieron a un golpe tan duro como la crisis por la pandemia en 2020 y además sortearon las nuevas dinámicas del sector. La realidad actual es que están en la búsqueda de otra sede que preferiblemente quede en Provenza, Manila o Patio Bonito. Sin embargo, si no encuentran el lugar que se ajuste al presupuesto, Bao Bei cerrará para siempre.
Detrás del emprendimiento
Este restaurante funciona desde el 2015. En ese año esta pareja se radicó en Medellín después de vivir en Filipinas, de donde es Ian. Él, cocinero profesional y con buen ojo en la escena gastronómica, lo primero que vio cuando pisó suelo paisa fue que hacía falta una oferta de comida asiática auténtica que lograra ir más allá del sushi y los arroces. Ahí fue cuando todo surgió.
El capital con el que levantaron el negocio fue gracias a un préstamos que les hizo la mamá de Nataly, porque llegaron solamente con un par de maletas llenas de ropa y una piedra para moler pimienta. Nada más. Como en ese tiempo Ian no sabía hablar español, le era muy difícil conseguir empleo: vendía postres a varios cafés de la ciudad. Por su parte, Nataly trabajaba en lo que le resultara. Fueron días duros, muy duros para ambos.
Bao Bei fue una propuesta que inmediatamente llamó la atención. Y cautivó al público porque en Medellín se convirtieron en los pioneros en ofrecer ramen y baos. Sobre todo, los baos, esa especie de pan con rellenos de varias regiones de Asia. Aquí, por ejemplo, los acompañan con rellenos inspirados en las cocinas de Japón, Filipinas, Corea y Taiwán. Son los saberes asiáticos, pero con otras técnicas de cocción y presentación.
También venden dumplings (entradas tradicionales en China), platos con arroz, entre otras preparaciones. Este negocio fue uno de los primeros en pavimentar el camino para que llegara la comida asiática contemporánea a la ciudad. Algunos ingredientes como especias, salsas y vinos los importan para lograr sabores más auténticos. El rango de precios de los platos es entre los $18.000 y $47.000.
En todo este tiempo Bao Bei ha crecido. Es como el hijo que Ian y Nataly aún no tienen. Ellos y sus clientes lo han visto transformar. En cuanto a los equipos, al principio el extractor de aires era sencillo, el más económico que lograron conseguir, el pequeño local de 35 por 40 metros se llenaba de humo. Se sentía mucho calor. La gente prefería comer afuera. Con el tiempo lograron adquirir un extractor más moderno que les mejoró el ambiente.
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Actualmente, tiene cinco empleados que los apoyan en diferentes labores y el lugar cuenta con una capacidad para atender a 25 personas. El horario de atención es de martes a sábado y solamente abren en las noches, de 6:30 p.m. a 9:30 p.m, porque las preparaciones requieren de mucho tiempo y técnica. Hay producción (carnes, caldos, masas) que les exige hasta 24 horas del día.
El nombre de este emprendimiento tiene tres significados. El primero, literal, quiere decir en chino “pan” (bao) y “pequeño” (bei). Además es un término que en el continente asiático se utiliza para expresar cariño (“mi bao bei” es el equivalente a “mi amor”). También significa “pequeño tesoro”.
Una historia de amor
Esta pareja de esposos se conocieron en 2008 cuando vivían en Estados Unidos y trabajaban como cocineros para una reconocida línea de cruceros. Bajo el fuego de los fogones se consumió este amor. Tres años después se mudaron a Filipinas donde finalmente se casaron.
“De ella he aprendido a tener mucha más paciencia, es más fuerte física y emocionalmente que yo”, dice el filipino, de 46 años. Y sigue: “Lo que más me ha gustado de Medellín es ella (Nataly) y después la cultura porque es muy similar a la de mi país, allá también hay muchos católicos y en algunas partes se habla español”.
Nataly se enamoró de Ian primero como chef que como hombre. Así describe el primer flechazo que sintió. Lo admiró desde el principio por la pasión y la sazón que tiene en la cocina. En estos años ella se ha dado cuenta que él tiene la capacidad de enamorar a la gente en general por lo que hace. “Es un obsesionado por la cocina, es un maestro”, dice Montoya. Y suelta una sonrisa.