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El emprendedor que pone el arte callejero de ‘Medallo’ en los morrales que fabrica

Orangután es una marca paisa que fabrica morrales con talento local. Detrás de ella hay historia de redención.

  • Giovanni Hoyos, un comerciante del centro de Medellín, es el fundador de esta empresa basada en la industria creativa. FOTO Camilo Suárez
    Giovanni Hoyos, un comerciante del centro de Medellín, es el fundador de esta empresa basada en la industria creativa. FOTO Camilo Suárez

En la calle de la Alhambra, pleno corazón del centro de Medellín, labora Giovanni Hoyos, un comerciante y emprendedor que se mueve entre las obligaciones de su tienda y las ganas de impulsar a Orangután, la marca que creó hace ocho años y que le apostó al talento de la población privada de la libertad.

Los morrales que exhibe en las estanterías de su negocio invitan a entrar para curiosearlos de cerca, evocan todo ese arte callejero que le ha dado a la capital antioqueña una identidad muy asociada con el movimiento grafitero.

Giovanni es oriundo del municipio de Granada, pero desde muy pequeño llegó con la familia a Villa Hermosa. Por eso conoce muy bien el sentir y el vivir del barrio.

Hace menos de 10 años era empleado en una tienda que vendía mercancía para remates y al mismo tiempo fabricaba tulas y pocillos con sus propios diseños.

“Eran diseños muy diferentes a los que vendía todo el mundo en el centro y los empezamos a vender en los remates de todo a $5.000, pegaron mucho y no pensé que me iban a poner en donde estoy”, narró el emprendedor.

Como el trabajo creativo lo hacía de una manera muy empírica, se arriesgó a pedirle ayuda a una profesora de diseño gráfico. Ella le dio un curso intensivo de cuatro semanas, con eso quedó listo para seguir ilustrando y comenzó a comercializar camisetas. Así le dio forma a ese sueño que tuvo desde que era un estudiante que rayaba pupitres.

Negocio propio

Al ver el entusiasmo que le ponía a sus productos, el jefe inmediato le preguntó si pensaba seguir con “el cuento de las camiseticas”. Entonces él se comprometió a no descuidar los quehaceres, pero entendió que necesitaba ser independiente si quería proyectarse. En este camino más gente se fue montando al bus.

Días después del comentario del jefe, abrió su primer local de comercio y por esa época, uno de los proveedores que lo conocía le comentó que su hijo también fabricaba morrales.

“Ahí —relató —aparece un personaje muy importante en la historia de la marca: se llama Juan Tirado. Me conocí con él y hasta el sol de hoy somos un equipo impresionante. Él ya tenía el taller en la cárcel de Bellavista, por eso empezamos a trabajar con muchachos privados de la libertad”.

En ese sitio se manufacturaban los morrales hasta que cayó la pandemia en 2020. Por motivos de salubridad, cerraron la operación, pero no dejaron de contratar a esas personas que estaban buscando otra oportunidad.

“En el taller hay un ‘pelao’ que ya lleva tres años con nosotros, él salió, encontró un estilo de vida y ahí está trabajando. En este momento son tres muchachos, pero soñamos con tener muchos más y hasta con volver a abrir el taller en algún centro penitenciario”.

Un loco del arte plástica

Giovanni vive el drama de los emprendedores que deben moverse entre varios asuntos a la misma vez y le estaba quedando muy poco tiempo para sentarse a desarrollar nuevos diseños. Sin embargo, sabía que la empresa no se podía estancar porque ya había gente que dependía de ella.

“Un día cualquiera, pasó por el local un ‘pelao’ que estudiaba artes plásticas y me dijo: bacano que algún día podamos hacer algo. Desde esa fecha, Alejo Palacios quedó flechado con toda la locura de Orangután. Él es uno de los ilustradores principales”, señaló Giovanni, quien hoy día cuenta con un grupo de 20 creativos muy diversos; algunos son tatuadores y otros grafiteros que le dan ese sazón de calle al producto.

En un lenguaje muy paisa, el emprendimiento va creciendo con despacio y pese a que financieramente es sostenible, le falta capital para poderse expandir.

“Si soy organizado y aumento las ventas, puedo escalar la marca y ayudar a más gente. Pero todavía somos una empresa joven y estamos buscando la manera de conseguir maquinaria para crecer”, mencionó.

Por eso, el fundador invirtió en un motocarro acondicionado con exhibidores que le sirven para promocionarse en ferias y centros comerciales.

Como un gitano, empaca los morrales y arranca en ese aparato para donde le toque. “La idea de esa tienda móvil me surgió de lo que significa Orangután porque, como lo dice el eslogan: Nada es normal”, dijo.

“Una nea de Medallo”

El próximo proyecto de Orangután le apunta a seguir posicionando a Medellín como esa cuna de artistas que generan riqueza y le han dado estatus a la jerga, a la prendas y a la música urbana.

“Una nea de Medallo” es el concepto con el que esperan agrandar su comunidad y seguir los pasos de embajadores como J-Balvin, Feid o Karol G.

“Ellos han hecho una labor tan grande, que creo que hemos cambiado ese imaginario que había de la ciudad, lo digo porque lo siento y lo he visto”, resaltó Giovanni y comentó que su plan es expandir la marca con base en el equipo que tiene y reclutando más capital humano local .

8
años de existencia tiene Orangután y su fundador es un diseñador empírico.
Juan Camilo Quiceno Ramírez

Soy afortunado porque me gano la vida haciendo lo que amo. Fanático de la salsa brava y los timbales. Amo a mi familia.

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