Con un saldo en cartera de $15,13 billones y desembolsos por $8,92 billones, el mercado del microcrédito en Colombia cerró en 2020 uno de los años más retadores en su historia, en el que pasó de tener desembolsos aproximados por $924.000 millones en febrero a tan solo $31.000 millones en abril, una disminución del 92 %. Sin embargo, entre septiembre, octubre y noviembre registró una recuperación que alcanzó niveles similares a los reportados los meses anteriores al comienzo de la pandemia.
Así lo señala a EL COLOMBIANO María Clara Hoyos, presidenta de Asomicrofinanzas (Asociación Colombiana de Instituciones Microfinancieras), quien asegura que el comportamiento del mercado es reflejo de la difícil situación económica por la que pasaron los micronegocios durante la emergencia sanitaria, dado que estos, que suman algo más de $5,3 millones en el país según el Dane, son los principales solicitantes de estos créditos.
En la recuperación del microcrédito, destaca Hoyos, fue clave el apoyo brindado a los microempresarios por el Fondo Nacional de Garantías (FNG), que le valió a la entidad un reconocimiento del Banco Mundial, en una encuesta hecha entre 16 fondos de garantías de diez países, ocupando el primer puesto en Latinoamérica.
“Contamos con el programa especial Unidos por Colombia, con un portafolio de nueve líneas dirigidas a trabajadores independientes, micro, pequeñas, medianas y grandes empresas. El 91 % de los créditos del FNG se ha ido a mipyme y el 8,1 % a trabajadores independientes. En términos de montos, el 93,6 % están en mipymes, el 2,6 % en trabajadores independientes y el 3,6 % en grandes empresas. Ocho de cada diez créditos con garantías del FNG van a microempresarios”, explica Raúl Buitrago, presidente de esta entidad que, de acuerdo con cálculos de Asobancaria dispuso más de $25,6 billones para esta iniciativa.
Esta ayuda, dice la presidenta de Asomicrofinanzas, hizo posible que al final del 2020 la caída de los desembolsos, que en el total del año se acercaron al billón de pesos, fuese de tan solo el 1,4 % respecto al 2019, pese al descenso tan pronunciado que se registró en los primeros meses de la pandemia.
Cambios en el perfil
Fabio Andrés Montoya, director ejecutivo de Interactuar, considera que el 2020 fue año atípico para el microcrédito y en especial para entidades y organizaciones no gubernamentales, como la suya, que sin la solidez de la banca tradicional lograron sostenerse pese a las disminuciones en los desembolsos y los microcréditos otorgados.
En su concepto, la reactivación económica que augura para 2021 creará un escenario positivo para el mercado en cuanto a que los microempresarios van a necesitar recursos para recuperar sus actividades, y otras personas que han quedado cesantes podrán acudir a estos para crear su propio negocio.
“Creemos que con distintos planes tipo ‘Marshall’ la economía del país va a tener una dinámica mucho mejor que la del año pasado, en especial esa economía de calle, donde más se mueven las microempresas, que podrán hacer más negocios y actividades”, sopesa Montoya.
El director ejecutivo de Interactuar señala, además, que la coyuntura puede tener un reflejo en el cambio del perfil del solicitante de microcrédito, con mayor acceso de población joven que desea emprender.
Además, dado el mayor riesgo que para las entidades intermediarias representa la coyuntura, es posible que estas suban un poco más el perfil socioeconómico para aprobar los desembolsos, evitando así una menor exposición a ese riesgo.
Las tasas de interés
En diálogo con EL COLOMBIANO, Daniel Osorio, director de Estabilidad Financiera del Banco de la República, comenta que el microcrédito en pandemia colapsó dadas las cuarentenas estrictas y el congelamiento de la actividad comercial en el país, pero aunque ha habido una recuperación interesante, “no hemos llegado a los niveles anteriores a la pandemia”.
La situación, explica Osorio, ha tenido efecto en las tasas de interés para los microcréditos, ya que, de hecho, en vez de caer como ha ocurrido con otras carteras como comercio, consumo, tarjetas de crédito y vivienda, estas han subido (77 puntos básicos al 1 de enero de 2020, según cálculos de Asobancaria) y han hecho que los créditos hoy sean más costosos en este segmento, dado que como la crisis ha golpeado más fuerte a los micronegocios, hoy es más riesgoso prestarles recursos.
“Hay temas que están afectando las tasas de los microcréditos, naturalmente el negocio se ha vuelto más riesgoso por el choque tan devastador que resultó la pandemia para muchos micronegocios”, expresa el directivo.
Agrega que ahora se está empezando a ver un incremento de la cartera vencida en este segmento, dado que muchos empresarios acudieron a los períodos de gracia que les brindaron las entidades financieras y no financieras que otorgan estos préstamos mientras pasaba la emergencia económica y hoy algunos se están comenzando a recuperar y otros no lo lograron.
Osorio, al igual que María Clara Hoyos, de Asomicrofinanzas, resalta el esfuerzo del Gobierno por capitalizar el FNG, aumentando los cupos y otorgando créditos con garantías, lo cual, dice, ayuda a mejorar las perspectivas para el futuro en el mediano plazo.
En el reporte de la situación del microcrédito en Colombia para el cuarto trimestre de 2020, Felipe Clavijo Ramírez, Camilo Sánchez y Santiago Segovia, del Departamento de Estabilidad Financiera del Banco de la República, opinaron que “la percepción de la demanda por nuevos microcréditos se mantuvo en niveles prepandemia. Lo anterior continúa mostrando una reactivación del sector microcrediticio, luego del impacto adverso observado durante el primer semestre de 2020.
Asimismo, la brecha de percepción entre las entidades supervisadas y todo el mercado de microcrédito volvió a cerrarse, debido a que el indicador para las entidades supervisadas presentó una disminución y el del mercado total se mantuvo estable”.
En el informe se lee que, de acuerdo con una encuesta hecha a 21 entidades que otorgan microcrédito en Colombia –incluyendo algunas que no son vigiladas por la Superfinanciera–, el 45,2 % cree que el principal factor que impide otorgar un mayor volumen de préstamos es la capacidad de pago de los clientes, y el 18,2 % que el nivel de deuda del cliente con su entidad o con otras instituciones, es superior a su capacidad de pago (sobreendeudamiento).
Las entidades financieras y no financieras que otorgan préstamos también tuvieron en cuenta el contexto y variaron sus exigencias para acceder a los recursos.
Según los autores, el 9,5 % de las entidades disminuyó las exigencias, cifra inferior a la esperada de acuerdo con la información provista en septiembre de 2020 (20,7 %); el 42,9 % las mantuvo y el 47,6 % restante las aumentó, cifra inferior a la esperada tres meses atrás (51,7 %).
“Las principales razones para aumentarlas fueron una perspectiva económica incierta o menos favorable, el deterioro de la cartera y el sobreendeudamiento de los clientes (52,4 %, 33,3 % y 23,8 %, respectivamente)”, se lee en el documento.
El temor por el “gota a gota”
Una de las preocupaciones que tienen los expertos es que, por la situación económica actual del país, los microempresarios, al necesitar recursos para reactivar sus negocios pero no poder acceder a los microcréditos, acudan a otras fuentes de financiamiento que no estén enmarcadas en la legalidad, como el conocido “gota a gota”. Este es el mayor reto que tienen las microfinancieras, de acuerdo con el reporte del Banco de la República.
Este tema está asociado a la cobertura, en especial en aquellas regiones más apartadas y que han sido flageladas por el conflicto o situaciones de orden público, advierte María Clara Hoyos, de Asomicrofinanzas.
“Para sacarlos del ‘gota a gota’ hay que ir hasta donde estén los solicitantes, y eso están haciendo las microfinancieras. Hay regiones donde sus pobladores se autoexcluyen del sistema financiero, por eso algunas entidades tienen asesores que van y los acompañan para que puedan acceder a estos recursos, ofreciéndoles herramientas digitales para que salgan de la pobreza gracias al microcrédito”, expresa
31,5 %
de las entidades que aprueban microcrédito tienen como primer filtro la buena historia crediticia del solicitante.