Desde el pasado 31 de agosto unos 11.000 trabajadores y contratistas de Cerrejón están en huelga. La clave del conflicto radica en la implementación del nuevo turno de trabajo por la empresa, que si bien no hace parte de la negociación de una nueva convención colectiva de trabajo, se constituyó en el argumento principal de Sintracarbón para no firmar la convención e iniciar la parálisis de actividades.
Marlon Gómez, miembro de la comisión negociadora del sindicato, explicó que la operación minera se ha cumplido mediante el llamado turno 2 x 1 y 2 x 3, es decir dos días de trabajo por uno de descanso y luego dos días de trabajo por tres de descanso.
La intención de la empresa es establecer la jornada 7 x 3 y 7 x 4, que para los trabajadores resulta más extenso y con menores tiempos de descanso. “En la práctica pasaremos de trabajar 180 horas mensuales a 240 horas, sin que este aumento en la intensidad horaria cause pago extra, o sea trabajar más, descansar menos y seguir ganando lo mismo”, declaró Gómez.
EL COLOMBIANO ha intentado dialogar con la presidente de la empresa, Claudia Bejarano, pero solo en un comunicado emitido el lunes se indicó que “el cambio de turno es una de las medidas indispensables para la supervivencia de la compañía”.
Cerrejón ha señalado que a pesar de que observó pérdidas en los seis primeros meses del año por más de 368.000 millones de pesos, le presentó a Sintracarbón una propuesta de convención colectiva que mantiene los beneficios económicos de los trabajadores.
A finales de agosto, la compañía sostuvo que cada día de huelga en la mina costaría unos 7.000 millones de pesos, valor que incluye lo que deja de percibir el departamento de La Guajira y el país en términos de impuestos y regalías, además de otros conceptos como los salarios y beneficios que reciben los trabajadores y los servicios que tiene contratados la compañía minera.
Si esa cuenta es real, quiere decir que las pérdidas tras 72 días de parálisis suman unos 504.000 millones de pesos.