La asistencia a los partidos de Atlético Nacional ha caído cerca de 36% en lo que va del segundo semestre y el verde dejó de ser el equipo más taquillero del Fútbol Profesional Colombiano (FPC).
La relación entre la dirigencia y los fanáticos no pasa por un buen momento y en las tribunas cada vez se ven más espacios vacíos, menos voces hacen eco y la fiesta ya no es tan colorida.
Muy lejos de la realidad están quienes piensan que la pasión futbolera no le da de comer a nadie. Y los pequeños comerciantes —que llevan años vendiendo comidas y artículos dentro y fuera del estadio— son una prueba de ello.
Por otro lado, basta con mirar los reportes entregados por la Superintendencia de Sociedades para entender que, sin el fervor de los hinchas, el negocio se debilita, pues la taquilla y los abonos representaron el 30,7% de los $525.900 millones que los 35 clubes profesionales registraron en 2022.
Entradas y abonos, de acuerdo con el ente supervisor, fue la actividad ordinaria que más engordó la caja de los equipos el año pasado, incluso por encima de la publicidad y los derechos de televisión. Con ese preámbulo en mente, cabe preguntarse: ¿Será que Atlético Nacional extraña a su gente tanto como los venteros?
Ventas caen al 90%
El pasado 4 de octubre, el cuadro verdolaga recibió a Águilas Doradas en el partido de vuelta por los cuartos de final de Copa Colombia. Aunque los bicampeones de América ganaron la llave, el marcador pasó a un segundo plano porque apenas 7.000 personas ingresaron ese día al Atanasio y el marco fue pálido.
La gradería sur estaba casi vacía y los integrantes de la barra dejaron un trapo que decía: “La hinchada es el mayor activo del club!!”. Y si en las gradas la atmósfera fue triste, en las afueras fue desoladora.
Eduardo Pamplona, líder de los comerciantes que operan en los módulos de la unidad deportiva, confirmó que el panorama era muy atípico, ni siquiera recuerda cuando fue la última vez que vio tan poquita gente en un partido de Atlético Nacional.
“Han rebajado las ventas en forma alarmante, yo diría que en un 90%. En mi módulo vendo camisetas, llaveros y artículos alusivos a los equipos. Solo vendí $16.000. ¿Usted cree que se puede mantener a una familia con eso?”, cuestionó el vendedor.
En contraste, recuerda que cuando los partidos del verde promediaban 25.000 asistentes, sus ventas oscilaban entre los $150.000 y $200.000. Él asegura que el desacuerdo que tienen los hinchas con los directivos no le compete, pero sí reconoce que los comerciantes son víctimas colaterales de la situación.
De los 300 módulos que la Administración Municipal entregó en 2010, según Eduardo Pamplona, ya solo quedan 167 completamente activos; la mayoría abre con intermitencia porque el costo de los servicios supera el valor de las ventas y nadie quiere trabajar a pérdidas.
El bajo índice de visitas, de acuerdo con el líder, se sumó al deterioro de la infraestructura y de las condiciones de seguridad en los alrededores, es por eso que se están perdiendo hasta a los clientes fieles que, a pesar de todo, siempre consumían y ayudaban a mitigar la escasa facturación.
Dijo que cuando le consulta a los colegas de otros módulos cómo estuvo el movimiento, muchos reportan haber vendido tres gaseosas, algún frito y no producen lo suficiente para pagarle a los ayudantes.
Recuerda que una encuesta realizada por Espacio Público indicaba que los 300 módulos le daban el sustento a unas 1.200 personas. Pero con el cierre progresivo a través de los años, hoy son cerca de 668 los trabajadores que se ganan la vida allí.
Mucha zozobra
Alex Ramírez lleva 22 años vendiendo camisetas afuera del estadio. De aquel partido al que solo llegaron 7.000 hinchas, recuerda algo puntual: estuvo sentado antes, durante y después del cotejo.
“Un día de fútbol la dinámica era buena, llegaban las familias, dos horas antes del juego nos estábamos moviendo, pero ese fue el partido más malo que hayamos visto”, comentó, e hizo notar que la preocupación crece; los días en que le compraban entre 10 y 12 camisetas quedaron atrás.
La caída en el ingreso de fanáticos verdolagas es un impacto muy real que, tal como lo reveló, tiene a los venteros haciendo maromas financieras para mantenerse a flote.
“La preocupación es grande, el promedio de edad de muchos compañeros es 65 años ¿Qué otra cosa van a hacer si no se ganan la vida aquí? Cada partido representa el trabajo para el mercado y los servicios. Entonces cuando se afecta esa economía del día a día, lo que está en riesgo es el mínimo vital”, añadió.
Adentro también padecen
Humberto Saldarriaga lleva 35 años manejando la bodega de Postobón que abastece a 43 de los 45 locales instalados dentro del Atanasio Girardot. Y desde luego, en su caso, los pedidos han mermado considerablemente en esta segunda mitad del año.
“Las ventas han rebajado mucho. Primero compraban dos o tres pacas de gaseosas por cafetería, ya prácticamente están comprando al menudeo. Por ejemplo, tres unidades de un producto y tres de otro”, detalló.
Los inventarios no se están moviendo como en esas épocas prósperas en las que el equipo enamoraba y atraía más público. Sin embargo, este comerciante indicó que los hinchas del Medellín han ayudado a compensar.
En el sector de occidental, Claudia Gómez corroboró que los compradores en los partidos de Nacional han estado escasos y se ven pocos de esos clientes fieles que ella ha cultivado en los 22 años que acumula en su establecimiento.
Ella es de esas personas que viven directamente del fútbol y su padre le heredó el conocimiento para ganarse la vida en este negocio. Narró que en sus tres primeros años vendía Chococonos y paletas de La Fresita en las graderías, nunca le tuvo miedo a ese ejercicio de equilibrio que deben tener los ‘maneros’, quienes se desplazan entre el tumulto con la charola alzada a una sola mano y cargada de productos.
Pasado el tiempo, le ofrecieron un local y, desde entonces, vende comidas rápidas, bebidas y pasabocas. De ese puesto dependen cuatro personas que se encargan de preparar y despachar y cinco ‘maneros’ que se ganan una comisión por cada producto que venden en la tribuna, ellos también la han visto dura últimamente.
En el partido contra Águilas, a muchos les tocó hasta pedir prestado el pasaje de regreso a la casa porque 7.000 espectadores son insuficientes para hacer plata. En las gradas de preferencia hay 16 locales y cada uno cuenta con un promedio de cuatro ‘maneros’, son más de 60 personas en ese rebusque que llega con cada fecha futbolera y sin los acostumbrados visitantes, las posibilidades de venta caen.
Estella Giraldo, responsable de otro local, señaló que los juegos de Nacional generalmente alcanzaban para desocupar una nevera llena de cerveza cero y gaseosa, pero hace meses que se le están quedando las unidades: “Nos toca ayudarnos por otro lado porque nosotros pagamos un arriendo y sinceramente, cuando la hinchada deja de venir es muy crítico”.
Las esperanzas están puestas en el ciclo de conciertos que se viene para el remate de año. Muchos de estos comerciantes tienen un ahorro para abastecerse y salvar el segundo semestre. Además, confían en que las dos escuadras paisas clasifiquen a los cuadrangulares finales; cosa que les asegura seis partidos extras. Y una eventual final, les adelantaría el regalo de Navidad.
Aunque no comprenden bien cuál es el dilema que hay entre la fanaticada y los directivos de Nacional, saben que si los jugadores despliegan ese fútbol bonito que le gusta a la familia verdolaga, nadie se querrá perder los juegos, especialmente si se cruzan con eternos rivales como América, Junior o Millonarios.
“Que vuelva la gente, que vuelva la fiesta y el fútbol en paz. Eso es lo que esperamos los comerciantes, extrañamos a esos clientes que nos visitaban sin falta. Esta siempre ha sido una ciudad muy futbolera, tenemos al equipo más ganador de Colombia ¿vamos a dejar morir la tradición?”, exclamó Claudia.
¿Implosión financiera?
Los fanáticos de Nacional defienden que la marca del equipo es valiosa en tanto ellos estén dispuestos a pagar entradas, recargar abonos, comprar mercancía y elevar los índices de sintonía.
La controversia con los directivos se discute sin parar en redes sociales y hay quienes a pesar de su descontento argumentan que “el club es privado y los fanáticos no tienen incidencia en las decisiones administrativas y deportivas”.
Como respuesta, desde hace un tiempo se promueve una campaña para que los hinchas dejen de acompañar al equipo. Esto, según los promotores, con el propósito de dejar claro que los hinchas no tienen asiento en la junta directiva, pero sin ellos no hay público para vender boletas, abonos ni camisetas. Inclusive, aseguran que es gracias a los seguidores que las grandes empresas tienen interés en celebrar patrocinios.
Pese a que no se conocen los libros contables del club, el reporte de la Supersociedades entrega algunas luces para comprender que la hinchada, efectivamente, es un pilar fuerte que sostiene el castillo.
De acuerdo con la información entregada por el ente supervisor, los ingresos del equipo sumaron $70.300 millones en 2022 y ese flujo de caja creció 19,4% frente a 2021. La entidad confirmó que esta fue la escuadra con mejor facturación en el país y el crecimiento “fue generado por ingresos de taquilla y la buena gestión en la consecución de abonos y patrocinios”.
Hay que reseñar también que el club cerró el año pasado con pérdidas por $8.700 millones. Sin embargo, ese saldo rojo disminuyó 50% frente al registrado en 2021, año en que ascendió a $17.400 millones. Es decir, las cuentas están buscando el punto de equilibrio, pero la disminución del público, muy posiblemente, dificultará esa tarea. Otro asunto que se debe mencionar es que los pasivos (deuda) totalizaron $51.600 millones y aumentaron 5,5% anual.
¿Qué pasará con los resultados y los estados financieros en 2023 si la asistencia ha disminuido exponencialmente? Es posible que puedan amortiguar el golpe con las demás actividades ordinarias como los derechos de televisión, patrocinios, venta de jugadores y de artículos deportivos.
Lo cierto es que la protesta quiere salir del estadio y un sector de los fanáticos sugiere a los demás abstenerse de comprar mercancía en la Tienda Verde, establecimiento oficial del equipo para el expendio de la indumentaria.
La Superintendencia de Sociedades no desagrega los ingresos de cada club. No obstante, deja ver que la venta de artículos generó $35.000 millones el año pasado. Y entendiendo que Atlético Nacional es uno de las instituciones con más seguidores, esto permite inferir que su participación en esos $35.000 millones no debe ser nada despreciable.
Este diario conversó con dos asesoras de la Tienda Verde y les consultó cómo ha estado el movimiento; ellas contestaron que no ha estado tan fuerte como el año pasado, pero la gente sigue llegando. De hecho, resaltaron que los turistas extranjeros se han convertido en un comprador representativo.
Vale mencionar que el comercio en general no ha tenido un buen desempeño en lo corrido de 2023. Esto se le atribuye al actual ciclo económico, caracterizado por un costo de vida desbordado —que obviamente merma la capacidad de compra de los consumidores— y unas tasas de interés que desestimulan las compras con tarjetas de crédito.
Es decir, si los clientes de la Tienda Verde han disminuido, la situación no podría atribuírsele exclusivamente a la protesta. Adicionalmente, cabe resaltar que no todos los seguidores del equipo están interesados en castigarlo.
Diego Restrepo fue uno de esos hinchas que encontramos afuera de una Tienda Verde, él compró una chompa que le quedó en $260.000 y al preguntarle si apoyaba la protesta, respondió que “es respetable el sentimiento de cada quien. Por mi parte, yo sigo alentando, a mí no me consta que los directivos quieran acabar a Nacional”. Hernán Cardona, otro hincha que accedió a hablar, reconoció que no está convencido con esa política de formar jugadores y venderlos. Así mismo, aceptó que ha mermado sus visitas al estadio porque el juego actual no lo motiva a comprar la boleta.
De otro lado, desde el club afirmaron que “hay preocupación porque uno quisiera tener el estadio lleno cada que juega, y estamos analizando ideas para que la gente regrese masivamente”.
36%
aproximadamente ha caído el promedio de asistencia a los partidos de Nacional.