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En 2011, el párroco de la iglesia de Concepción le pidió apoyo al abogado Ramón Alcides Valencia para encontrar la forma de salvar el templo. FOTO Julio César Herrera -
La solución que encontró el abogado fue demandar a las ánimas y llevar el caso a un proceso de pertenencia para demostrar que era la parroquia la que había actuado como propietaria durante más de un siglo. FOTO Julio César Herrera -
Concepción, que tiene uno de los 45 centros históricos que existen en Colombia, parece un pesebre costumbrista y los asuntos de la fe se los toman muy en serio. Por eso la noticia de que el abogado y el párroco demandarían a las ánimas no cayó bien en toda la población. FOTO Julio César Herrera -
El proceso llegó a un juzgado en Rionegro que pidió, entre los elementos probatorios, un interrogatorio con el párroco en el que el sacerdote debía negar conocer a las ánimas y a Nuestro Amo, es decir, negar un dogma de la fe católica. FOTO Julio César Herrera -
Luego de más de un año de proceso, en septiembre de 2012 la justicia falló a favor de la parroquia y dejó sin efecto las escrituras que databan de 1860 en las que una mujer, Nepomucena Osorio, le entregaba a las ánimas el jugoso predio. FOTO Julio César Herrera -
La iglesia comenzó a ser restaurada en 2013 y luego de tres etapas y una inversión cercana a los $2.000 millones, fue posible salvarla. FOTO Julio César Herrera -
La parroquia de Nuestra Señora de la Inmaculada Concepción es tal vez el mayor atractivo turístico que tiene el patrimonial pueblo del Oriente antioqueño. FOTO Julio César Herrera -
En medio del proceso, el peritaje arrojó que el templo tiene un valor incalculable por las obras de arte y su arquitectura. FOTO Julio César Herrera -
Aunque la iglesia se logró salvar, en el pueblo todavía se mantiene divididas las aguas, entre quienes creen que se obró mal al arrebatarle su posesión a las ánimas. FOTO Julio César Herrera
Fotos | Una demanda contra las ánimas salvó a la iglesia de Concepción, Antioquia
El templo de Concepción, tal vez su mayor atractivo, está en pie gracias a un insólito proceso judicial que todavía divide las aguas en este municipio patrimonial del Oriente antioqueño.