La imagen de Fidel Castro es indivisible de su barba. Aquel matorral de vello facial es probablemente lo que más se asocia a la figura del fallecido líder cubano. Pero más allá de la estética, hubo una razón de peso para no haberse deshecho nunca de ella.
Vestido en pijamas y probablemente alicorado, según dan cuenta registros de la época, Fidel Castro fue entrevistado en febrero de 1959 por el periodista estadounidense Edward Murrow para su programa televisivo ‘Person to Person’, que se transmitía para la cadena CBS.
-¿Cuándo regresará a los Estados Unidos?-, le preguntó Murrow pasados solo unos minutos de diálogo.
-En cuánto pueda-, respondió Fidel.
-¿Será con la barba o sin ella-, replicó Murrow.
- No pienso cortármela por ahora. Estoy habituado y para mi país tiene un significado. Cuando cumplamos nuestra promesa de un buen gobierno, me afeitaré la barba-, explicó.
Más de 57 años después de haber pronunciado esa promesa, el líder de la revolución cubana falleció sin haber nunca dejado de usar su característica barba.
Solo treinta días antes de esa entrevista, Castro había entrado triunfante a La Habana tras la salida del dictador Fulgencio Batista del poder y aquel día, a la distancia, contestó a las preguntas del comunicador, que serían un anticipo de lo que vendría para Cuba.
Ya en 2008, cuando por su delicado estado de salud se retiró de su puesto como presidente para dejárselo a su hermano, Raúl Castro, ya era el dirigente político con mayor tiempo ostentando el poder, con 49 años.
En sus años como máximo dirigente de la isla vio pasar a 10 presidente norteamericanos sin dar nunca su brazo a torcer frente a Estados Unidos y frente al aislamiento de la isla frente al escenario mundial.