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“Reformas habrá sin Fidel, pero serán muy lentas”: exespía de CIA

Este diario habló con Brian Latell, un exespía de la CIA que conoce los entresijos del poder en la isla.

  • El experto cree que probablemente pasen décadas antes de que Cuba experimente un retorno de las libertades políticas. FOTO AP
    El experto cree que probablemente pasen décadas antes de que Cuba experimente un retorno de las libertades políticas. FOTO AP
28 de noviembre de 2016
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Por daniel armirola r.

Tan importante y decisivo fue Fidel Castro, que se cree que además de los entrañables y célebres amigos que tuvo en su vida, sus más enconados enemigos también lo conocieron muy de cerca. Es el caso de Brian Latell, durante tres décadas agente secreto de la CIA encargado de Cuba y, de 1990 a 1994, jefe de Inteligencia de dicha institución para América Latina.

Tras su retirada del cargo, dejó su vida como espía para dedicarse a escribir libros sobre la coyuntura cubana y el entorno de los Castro. Entre estos se encuentra “Después de Fidel”, un análisis sobre lo que será Cuba a futuro tras la muerte del máximo líder de la Revolución.

Nadie más indicado desde la perspectiva estadounidense para hablar con EL COLOMBIANO sobre lo que le espera a Cuba ahora que la persona que encarnó su revolución, Fidel, ha muerto.

¿Cómo comenzó a trabajar en la CIA y, en especial, a espiar a Cuba?

“Comencé a trabajar con la CIA muy joven y ni siquiera me había graduado de la universidad. No era mi opción laboral, ni mi sueño. Para mí era más como un trabajo temporal, pero luego me fui comprometiendo con la institución. Fui asignado a la oficina cubana, todavía estaba muy joven, apenas estaba terminando mi carrera, en 1964, y desde ahí seguí por 30 años espiando al país, pero por más de 50 años sigo analizando al régimen de los Castro”.

¿Cómo decidió que este iba a seguir siendo su trabajo?

“Siento gran interés por los temas latinoamericanos. La verdad no fue Cuba, cuando trabajé en la CIA estuve al tanto de todos los países latinoamericanos, incluyendo Colombia, Venezuela, los de Centroamérica. Eventualmente, de 1990 a 1994, fui el oficial nacional de Inteligencia para América Latina, el más alto cargo para la región. No solo en la CIA sino en todas las agencias de inteligencia”.

Sus primeros años como espía fueron también los años nacientes y más efervescentes de la revolución cubana ¿cómo fue esa experiencia?

“Fue emocionante, muy emocionante. La crisis de los misiles ya había ocurrido, con las armas de Kruschov, el líder soviético apuntando de cerca a los Estados Unidos. El presidente Kennedy se sentía humillado, estaba furioso y quería vengarse de Fidel. Luego inició la operación Mangosta para derrocar o asesinar a Castro”.

¿Por qué fue tan interesante para usted recolectar información de Cuba?

“Fidel Castro fue una de las más fascinantes e icónicas figuras en la escena política mundial. Quería hacer lo mejor para entenderlo y fue una persona muy interesante”.

Sus tutores en la CIA le aconsejaban ponerse las botas y el uniforme de Fidel, para conocerlo mejor. ¿Qué tipo de persona era él?

“En sus últimos años de vejez no lo conocí tanto, no podría decir cómo fueron sus últimos años de vejez y deterioro. Pero sí conozco al hombre que lideró Cuba durante 55 años desde 1959: fue una de las figuras más importantes del siglo XX. Independientemente de si es amado u odiado, no importa. Es la verdad y es innegable que fue uno de los líderes más importantes del siglo pasado.

Como persona hay que decir que era muy audaz, fuerte, tenía mucha confianza en sí mismo. Por ende tenía mucha habilidad para salir él y sacar a su país de momentos críticos. Tenía muy pocas dudas acerca de sus virtudes. Era voluntarioso y no tenía reparos al usar cualquier método posible —así fuera violento—, para lograr sus objetivos. Ordenó el asesinato de líderes extranjeros, apoyó guerrillas, incluso en Colombia, las Farc y el ELN. Los servicios cubanos de inteligencia intentaron asesinar a Pinochet, cuando Allende fue derrocado. Fidel nunca se opuso a la violencia como herramienta para lograr sus objetivos. No diré que era completamente temerario, pero de los líderes modernos, era el que más se acercó a esa descripción”.

¿Cómo se las arregló Fidel para gobernar Cuba durante tantos años?

“Hay muchas razones, pero para mí hay una muy importante. Él delegó en Raúl administrar las Fuerzas Armadas del país durante todos esos años. Raúl lo protegió, se aseguró de que ningún militar se alzara contra él en 55 años de su mandato. Que no hubiera un ‘cuartelazo’ y que ningún general conspirara contra el régimen comunista. Para mí, Raúl Castro es la persona clave detrás de la revolución cubana, después de Fidel. Ahora, por supuesto, vemos al hermano menor al frente del país. Eso fue lo más importante.

Por otra parte creo que Fidel constituyó un sistema de seguridad implacable y muy efectivo. Esto garantizó que los disidentes y enemigos de la revolución fueran puestos en prisión o forzados a salir a Miami.

Y la tercera razón es que fue un genio. Era un político que logró ganarse el apoyo popular. Era un gran orador, tenía carisma. Podía manipular todo el sistema, manejar a todos los personajes políticos de Cuba y agruparlos para trabajar bajo su liderazgo”.

Usted afirma que Raúl Castro es clave para entender a Fidel, ¿por qué?

“Raúl es el administrador que Fidel no era. Es más, era el gestor más importante en Cuba. Fidel careció de sus habilidades para administrar y para los números. Por eso Fidel dependía de él. Raúl es distinto. Siempre se movió entre bambalinas, no le gustaba decir discursos. No le gustaba movilizar las masas de la manera en que Fidel lo hizo. Manejó por debajo de cuerdas y con mucha eficiencia a los militares y al Partido Comunista”.

¿Raúl quedó después a cargo de Cuba, pero influyó Fidel en sus decisiones?

“Sí, creo que todavía en sus últimos años, Fidel tuvo mucha influencia en cualquier decisión que se tomara en Cuba. Estaba muy viejo, no salía a la luz pública y no daba discursos, pero no necesitaba decir mucho. Con que le dijera ‘sí’ o ‘no’ a su hermano, este lo escuchaba”.

¿Como evolucionará Cuba después de su muerte?

“Es difícil. Hay que tener en cuenta que Raúl también está muy viejo, y siempre ha sido una persona muy bebedora. Todavía bebe mucho, y probablemente tenga problemas de salud que no sean conocidos por la gente. Pero con la muerte de Fidel, Raúl tendrá mucha mayor libertad para tomar decisiones que Fidel nunca hubiera tomado. Acelerará las reformas que necesita el país.

Después de que los dos Castro estén fuera del poder o mueran, ¿que pasará? (risas), es la mejor pregunta. Miguel Díaz-Canel sería tal vez el designado, por ser vicepresidente, pero no es líder del Partido Comunista. Por lo tanto creo que habrá una lucha de poder entre varias facciones. Eso sí, ver democracia en Cuba será muy difícil. Espero que no tome un siglo (risas)”.

¿Cree que Raúl Castro está realmente gestando la apertura del país hacia el libre mercado y la democracia?

“Son dos cosas distintas para él. Va a abrir Cuba a los mercados, pero ciertamente no le interesa que Cuba llegue a una democracia ni realizar cambios políticos. Es algo similar a lo que ocurrió en China, aunque en el gigante asiático les interesó hacer reformas radicales en este sentido. Sin embargo, Raúl Castro es mucho más cauteloso respecto a esta apertura. Y aquí siempre estuvo latente la influencia de su hermano Fidel, y las preocupaciones e ideas que tenía sobre esos temas”.

¿Cómo cree que Cuba sacó provecho de la últimas cumbres de la Celac y otras instancias regionales?

“Todos los líderes latinoamericanos y caribeños fueron a Cuba en enero de 2014. Fue un gran éxito para el régimen. No les importó que no sea una democracia. Hay situaciones de derechos humanos, es una dictadura liderada por un general de cuatro estrellas. Todos los líderes democráticos fueron. Fue un gran avance para la isla. Y eso por no hablar del inicio del restablecimiento de las relaciones con EE. UU. desde diciembre de 2014 y la Cumbre de las Américas (otra instancia) en 2015”.

¿Cree que las violaciones de derechos humanos en Cuba podrían ser llevadas a la justicia en unos años?

“No, creo en realidad que muy pocos casos podrían. Tal como ocurrió en las dictaduras de Argentina, Brasil y Chile, hubo amnistías y todo el mundo tuvo que olvidar esos crímenes. Y no creo que en Miami haya interesados en esto, ha pasado mucho tiempo”.

¿Cambiará algo el hermetismo de la cúpula cubana con Trump en la orilla opuesta?

“No creo. Lo más importante ahora es la grave preocupación del régimen de Raúl Castro —que sigue siendo una dictadura—, por cierto riesgo de estallidos sociales. Por esto habrá una etapa de predominio de las alas duras y tradicionales del Partido Comunista. Por eso se ve también que el diario Granma utiliza titulares que intentan hacer sentir a los jóvenes como parte del legado de Fidel. Como sea intentan asegurar la continuidad. En este sentido, lo que haga Trump —que aún es una incógnita, porque se ha contradicho sobre este asunto—, no ayudaría necesariamente a evitar el hermetismo cubano”.

¿Cree que Fidel, Raúl y el Che serán idolatrados en el país de aquí a 50 años?

“No creo. Lo diré irónicamente. De los tres, el más recordado será el Che. Raúl no era el carismático, será recordado siempre por ser un general, pero no como un líder o héroe. Fidel será recordado más por sus errores que por sus aciertos. El Che murió joven y como un héroe, persiguiendo un sueño, que aunque me parece absurdo, a muchos les simpatiza. Y lo que creo es que será más recordado en Sudamérica que en Cuba: en Bolivia, Argentina o Venezuela”.

¿Que nos puede decir de su nuevo libro La historia me absolverá?

“Está por el momento solo disponible en Amazon, como e-book, fue lanzado apenas ayer. Es una historia de Fidel desde el nacimiento a su muerte, pero a la vez es un compendio del trabajo que yo hice en la CIA sobre Cuba”.

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