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Hay una diferencia entre lo orgánico y lo agroecológico que se puede ejemplificar así: si usted tiene un cultivo de uva en el cual utiliza productos ecológicos para controlar las plagas y para abonar el suelo, su cultivo es de origen orgánico, pero si tiene el mismo cultivo y decide sembrarle un jardín alrededor para atraer mariquitas que hagan un control natural de pulgón, ese insecto al que le encanta formar colonias en los brotes y en los racimos de las uvas, su cultivo es de origen agroecológico, pues en él se están simulando los comportamientos innatos de la naturaleza.
Con esa esencia agroecológica surgió La Canasta de la U Mercado Agroecológico hace más o menos 7 años. “En el 2016 Medellín fue consciente de los problemas que tenía en cuanto a la contaminación del aire —explica la ingeniera agrónoma Lía Alviar—, y entró en un estado de alerta: se pidió que no se saliera a la calle a hacer deporte y que los niños y los adultos mayores se quedaran en casa, entre otras medidas. Entonces la Universidad de Antioquia dijo: ‘Bueno, ¿cómo vamos a aportar reflexiones sobre este tema desde la academia?’, y para responder se desarrollaron varias iniciativas, entre ellas, hacer un mercado campesino”.
Sin embargo, ella misma tuvo la observación de que en la actualidad el mercado campesino está muy permeado por lo que técnicamente se llama agricultura convencional, que se basa en la intervención química (pesticidas, herbicidas y fertilizantes sintéticos) para combatir plagas y malezas y para proporcionar nutrición vegetal, elementos que dañan el suelo y la atmósfera ya que producen xenobióticos (compuestos que han sido sintetizados en los laboratorios y que por lo general, no se hallan en la naturaleza), y en esa medida la naturaleza no las puede involucrar en sus procesos de descomposición y reciclaje.
“Así que mi argumento fue ‘sí, mercado campesino, pero con campesinos que produzcan de acuerdo a las leyes de la naturaleza. En otras palabras, que cultiven de acuerdo a la agricultura tradicional o a lo que llamamos agroecología. Y decidimos bautizar al mercado La Canasta para hacerle honor a la canasta, que eran los objetos con los que nuestras abuelas y nuestras madres mercaban”, cuenta Lía, que desde el inicio es la coordinadora y la curadora de la iniciativa.
Los estamentos que se unieron para que La Canasta tuviera forma y se mantuviera hasta hoy y tras haber superado la pandemia ingeniándose varias formas de distribución durante esos días, son División de Cultura y Patrimonio, Bienestar Universitario, la Escuela de Nutrición y Dietética, el programa Tejiendo Redes y el grupo de investigación Aliados con el Planeta que pertenece a la Corporación Académica Ambiental y que es el que se encarga de su liderazgo. Los canasteros y las canasteras (así les llaman a los vendedores) que ofrecen sus productos son de diferentes territorios: vienen del Cauca, de Marinilla o de San Cristóbal, por solo nombrar algunos.
Gracias a este espacio, que se realiza una vez al mes en Robledo, y dos veces al mes en la ciudadela universitaria, específicamente en el costado oriental del Teatro Camilo Torres donde está ubicada la “Epopeya del Café” del maestro Horacio Longas, se han invitado diferentes formas de asociaciones como Coliflor, Sabores y Vida, La piel del planeta o Los chocolates de la abuela mía (un emprendimiento que en sus inicios apoyó el Club Rotario) o Los retornados, que son un grupo de vecinos desplazados de Cocorná que vivieron una época de violencia muy fuerte, pero que luego entendieron que lo que saben hacer es producir caña para hacer panela y fueron retornando a sus raíces para dedicarse a ello.
Además de ofrecer miel de abeja, café, chocolate, harinas de yuca, panela, diferentes tipo de quesos, repostería vegana, fruta untable, especias, frutas, verduras, productos de limpieza, frutas deshidratas, gelatina de pata y más para que la gente pueda hacer un mercado casi completo; también tejen redes de bienestar universitario proponiendo encuentros educativos y culturales durante cada jornada.
Por ejemplo, la Escuela de Nutrición y Dietética enseña temas que tienen que ver con la alimentación. Hay un espacio para la gestión ambiental que se encarga de recoger los productos que ya no sirven como las pilas, algunos electrodomésticos o incluso el aceite quemado. Tenemos un tema invitado que nos permita descubrir temas de interés, y por último, siempre nos acompaña un componente artístico: bailes, cantos o exposiciones.
Para Lía convocar todas estas pedagogías es importante porque “primero, cuando las personas adquirimos conocimientos universales a través de todos los sentidos, construimos algo que es fundamental para nuestro desarrollo: el criterio propio. Y segundo, conocer la historia nos permite entender cuál fue nuestra evolución para valorarla. Todo eso lo conversamos en La Canasta de la U con la gente que se acerca, con los canasteros, en fin, es un espacio muy dinámico en el que cuestionamos constantemente lo que se hace, donde se compara con lo que se ha hecho, y donde vemos de qué manera podemos retribuirle a la naturaleza lo que nos da”.
Si quiere asistir a La Canasta de la U, prográmese:
Ciudadela universitaria
Marzo 24
Abril 14 y 28
Mayo 12 y 26
Junio 9
Julio 28
Agosto 11 y 25
Septiembre 8 y 22
Octubre 13 y 27
Noviembre 10 y 24
Robledo
Marzo 22
Abril 26
Mayo 24
Junio 7
Julio 26
Agosto 23
Septiembre 20
Octubre 25
Noviembre 22
Diciembre 6
Periodista de medio ambiente de EL COLOMBIANO. En sus ratos libres se dedica a la lectura, al quehacer dibujístico y a la maternidad de gatos.