La líder de investigación, la doctora Elisa Girola, de la Facultad de Ciencias, dijo que esta peculiaridad de la evolución de las ballenas podría tener consecuencias para la reproducción y el comportamiento.
“Las ballenas jorobadas evolucionaron durante millones de años con el ruido de fuentes naturales, pero el ruido de las embarcaciones fabricadas por el ser humano es ajeno a sus instintos”, dijo Girola.
“Es un hallazgo sorprendente dado que el ruido del motor tiene un rango de frecuencia similar al del viento. Es posible que las ballenas estén detectando otras diferencias, como que el ruido del viento es de banda ancha y lo mismo en grandes áreas, mientras que el ruido de los barcos es generado por una fuente de un solo punto con picos específicos de frecuencia.
“Todavía no sabemos si esta falta de respuesta al ruido de los barcos está haciendo que las ballenas se comuniquen con menos eficacia o dificultando las prácticas de reproducción. El canto de las ballenas jorobadas macho probablemente se usa para mediar en las interacciones reproductivas, pero no podemos decir si el ruido de los barcos está interfiriendo”, explicó en un comunicado.
Los datos de audio para el estudio se recopilaron a finales de 2010 frente a la playa de Peregian en Queensland, durante la migración hacia el sur de las ballenas desde las áreas de reproducción en la laguna de la Gran Barrera de Coral hasta las áreas de alimentación en la Antártida.