De lo que comenzó como una tragedia familiar que la obligó a salir del país con su familia de Medellín hacia Canadá, surgió la oportunidad de ser la primera policía latina que forma parte del cuerpo policial de un condado de 150.000 personas en el país de la hoja de maple.
Esa es la historia de Manuela Carmona Moreno, una paisa de 23 años, quien desde febrero del año pasado forma parte del cuerpo de Policía de Chatham-Kent, un condado de la provincia de Ontario que queda a tres horas de Toronto.
Esta joven patrullera llegó desde el barrio San Lucas, en El Poblado, cuando tenía nueve años, por circunstancias que en su infancia no alcanzaba a comprender, pero con el paso de los años entendió. Y fue por un negocio con un carro que hizo su papá, Juan Esteban Carmona.
“Mi papá vendió un carro que era de él a un señor, pactando que le daba una parte y luego le cancelaba en cuotas mensuales. Al final esta persona no le pagó y lo comenzó a amenazar, diciéndole, incluso, el nombre de mi mamá y el mío. Debido a esto, mi papá decidió irse del país”, relató Manuela.
El 8 de septiembre de 2008 inició la travesía de la familia Carmona Moreno, que comenzó en el estado de Connecticut, Estados Unidos, y luego pasaron por las ciudades de Vermont y Montreal, en Canadá, donde pasaron ilegalmente. Luego de pedir refugio, hicieron el trámite y se radicaron de Chatham-Kent para iniciar una nueva vida que, con el paso de los años, la llevó a vestirse de policía.
“Yo nunca tuve en mis planes ser policía porque lo consideraba muy riesgoso, según lo que yo veía en Colombia. Pero me gustaba ayudar mucho a la comunidad y después de terminar el colegio comencé a estudiar para ser oficial de inmigración. Allá conocí a varios policías que me dijeron que si no estaba interesada en aplicar y de ahí arraqué el proceso”, contó esta paisa.
En un proceso que demoró un año y medio, Manuela presentó toda la documentación y mientras esperaba una respuesta, se dedicó a otras labores enfocadas en ayudar a la comunidad, como en una fundación que trabajaba con menores con una infancia con complejidades familiares.
Sus habilidades para hablar español y su voluntad para trabajar con la gente le ayudó a superar este largo proceso y ser nombrada como policía, sin saber de entrada que era la primer mujer de Latinoamérica en ser parte de este cuerpo policial.
“Fue después que me enteré que era la primera latina en esta estación policial, lo cual para mí es un gran orgullo”, aseguró esta joven.
Los retos
Si bien su labor va más enfocado en lo social, la situación de orden público en este condado, de vocación agraria en su gran mayoría, se ha venido complicando en los dos últimos años, principalmente por cuenta del microtráfico que ha llegado desde Toronto.
“Tenemos mucha gente que se está conectando con el mundo de las drogas, que es muy grande en Toronto, y esa gente se está pasando para acá. Todo eso está afectando a la comunidad y más a la población que vive en la calle. Y eso termina en que haya más crimen, porque es gente que no tiene plata”, dijo.
Incluso, las cifras de homicidios vienen aumentando por cuenta de este fenómeno, ya que en todo 2022 hubo nueve casos, una cifra muy elevada para una población pequeña y que siempre fue tan pacífica que en casi todos los años tenía cifras muy similares. Si comparamos, sería como hablar del corregimiento San Sebastián de Palmitas, en Medellín, donde pueden pasar años sin un asesinato.
Ahora, con su uniforme oscuro, Manuela sueña con fortalecer las labores sociales con todas las comunidades migrantes de Asia y América Latina, sin dejar de lado su labor policial.
Y en cuanto a Medellín, para ella es ese rincón de la felicidad que visita de vez en cuando para saludar a sus familiares, aunque entre sus planes no está volver en el corto plazo, porque su idea es consolidarse en la institución y cumplir con honor su labor de ser la primera mujer latina en el condado de Policía de Chatham-Kent.