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Un expolicía creó el museo del cine
en Boston
En una vieja casa del barrio Boston, ubicada a poco más de tres cuadras del parque principal, comenzó a funcionar el primer museo dedicado a reconstruir la historia del cine y la televisión en Medellín.
El lugar, lleno de cámaras, proyectores antiguos, rollos de películas y hasta utilería de algunas producciones que se han rodado en el ciudad, abrió sus puertas al público desde febrero pasado y busca convertirse en un punto de encuentro para los apasionados por el séptimo arte.
Edison Vanegas Álvarez, director del museo, cuenta que la idea de abrir el lugar nació hace más de una década, cuando empezó a formar una colección privada de cámaras y artefactos antiguos, comprados a otros coleccionistas y almacenes de antigüedades de diversos rincones del país, como Cali, Cúcuta, Pereira, la costa Caribe, entre otros.
“Lo que queremos es que quien quiera acercarse al audiovisual no crea que esto es un gremio o un círculo cerrado al que se es muy lejano. A veces alguien puede pensar que ser actor o productor de una película es para estratos altos. Nuestro objetivo es que la gente salga de aquí con ese gusto por lo audiovisual. Por eso no metemos estas cámaras en un vidrio, para que la gente venga, las pese, las mueva, oprima los botones”, dice, explicando que su principal sueño es que el lugar se convierta en un espacio para que los jóvenes puedan cultivar su pasión por lo audiovisual.
Además de dirigir este espacio recién creado, Vanegas es uno de los directores de la ciudad que ha logrado abrirse camino en un medio de un panorama aún lleno de obstáculos y dificultades para los productores locales.
Tras crecer en el barrio Manrique, en donde como estudiante empezó a apasionarse por el teatro y la escritura, el verdadero bautizo de fuego de Edison en el mundo audiovisual se produjo cuando ingresó a la Policía en 1997 y empezó a trabajar como camarógrafo de la oficina de comunicaciones.
En un año en el que las tomas guerrilleras eran parte del paisaje diario, Vanegas captó con su lente la devastación que dejaron esas incursiones en municipios como Nariño, Carolina del Príncipe, San Luis, entre muchos otros.
“En aquella época Antioquia era una catástrofe tremenda, había entre dos y tres tomas semanales. Un día, por ejemplo, nos emboscaron yendo a Carolina del Príncipe, nos tocó con una mano disparando y con la otra filmando. Nos tocaba así porque nuestra función era llevar material para entregarle a la prensa. En aquellos años era muy difícil ver como muchos de mis compañeros policías que se graduaron conmigo salían secuestrados”, recuerda.
No obstante, añade Edison, fue justamente en medio de ese panorama que logró empezar a cultivar su pasión por lo audiovisual, grabando en su trabajo y en su tiempo libre varios documentales y películas, al tiempo que empezó a construir la colección que dio vida al museo.
Dentro de las principales joyas que tiene el recinto, está una cámara de fuelle fabricada en 1900, aún con su lente original, que los visitantes pueden tocar y manipular. A su lado, también se levanta una cámara Kodak fabricada en 1912, que conserva su estructura original y está perfectamente funcional.
El lugar también tiene una sala de revelado ambientada con fotografías antiguas de Medellín, en las que pueden observarse lugares desaparecidos como la antigua Plaza de Mercado Cubierto de Guayaquil, múltiples calles, el tranvía y hasta el extinto edificio Gonzalo Mejía, que en su interior alojó el Teatro Junín, por muchas décadas uno de los lugares predilectos por los espectadores para ver las películas que llegaban a Medellín.
Así mismo, el museo tiene una sala que recrea un set de noticias y otra que conserva varios de los artefactos de utilería de una de las más recientes películas de Vanegas, que reconstruye las horas finales de Pablo Escobar de la mano de varios de los policías que participaron del operativo, titulada “Bloque de Búsqueda”.
Además de las exhibiciones, Vanegas agrega que el lugar tiene también un pequeño auditorio en el que durante los últimos meses se han realizado varios cursos y conferencias, para adentrar a los jóvenes en el mundo del cine.
“Lo que queremos es que el museo no solamente sea visual, sino de vivir una experiencia. Queremos que los estudiantes lleguen, que también tengamos la posibilidad de mostrarles cómo se hacen los efectos especiales y se puedan llevarse un bonito recuerdo”, agrega.
Comunicador social y periodista de la Universidad Pontificia Bolivariana, especializado en la investigación de temáticas locales. También cubro temas relacionados con salud, historia y ciencia.