“¿Por qué las personas tienen que aguantar que, por un interés particular, la gente haga ruido excesivo en una moto?”. Con esa frase, el secretario de Movilidad de Medellín, Mateo González, le dijo a un motociclista lo inconveniente que era que modificara el escape de su moto de alto cilindraje para que sonara más duro y la razón por la cual se merecía una sanción de tránsito.
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Bajo este argumento, con el apoyo de la Ley Antirruido, que entró en vigencia el pasado 7 de marzo, en Medellín se han sancionado a 82 conductores de carros y motos. Así se viene interviniendo por parte de las autoridades la contaminación auditiva, aprovechando que esta nueva normatividad, la Ley 2450 de 2025, les ha dado herramientas para que puedan imponer sanciones a los conductores que modifican los escapes de sus vehículos para darles más potencia, volviéndolos mucho más ruidosos.
El principal punto intervenido por los agentes de Movilidad es la vía Las Palmas, donde pasan muchos de estos vehículos modificados para realizar los llamados piques ilegales. De hecho, en una de estas intervenciones fue donde el secretario González le lanzó la frase al motociclista.
Sin manos antes de la ley
En la Ley 769 de 2002 hay un código que sanciona a los conductores por contaminación relacionada con ruido, que es el D17, y que dice: “Cuando se detecte una infracción a las normas de emisión de contaminantes o de generación de ruido por vehículos automotores”.
La sanción por esta infracción es de $1.207.877, además de la posible inmovilización del vehículo por parte de las autoridades. Sin embargo, las medidas no trascendieron de comparendos impuestos.
Más allá de esta nueva ley, en el Valle de Aburrá no se contaba con elementos suficientes para poder establecer, con exactitud, si la modificación a una motocicleta o a un carro estaba aumentando los niveles de ruido permitidos, algo que con la Ley Antirruido no es necesario.
Según un estudio del Área Metropolitana de 2021, en Colombia no existía una metodología para identificar el tipo de fuentes que estaban generando contaminación auditiva.
Camilo Quintero, coautor de la Ley Antirruido de la mano con el representante por Antioquia, Daniel Carvalho, explicó cómo nació la iniciativa. “Nos dimos cuenta de que las mayores fuentes de ruido en las ciudades son las móviles, es decir, motos y carros. Por esta razón, la gente está desesperada por el aumento del ruido de estos vehículos y pues, por eso, establecimos esta norma contra el ruido, que les da herramientas claras a las autoridades de transporte de movilidad, de ambiente y de salud para que puedan intervenir y puedan hacer su función”, dijo Quintero.
Y es que, de acuerdo con su explicación, también las autoridades de tránsito venían haciendo un llamado para que les dieran más elementos para poder sancionar, ya que solo podían imponer los comparendos por este tema si tenían un sonómetro, debidamente calibrado bajo las normas internacionales, que definiera si estaba dentro de los parámetros legales o no.
“Eso es costoso y muy pocas autoridades lo tienen, porque hay que hacerle mantenimiento periódico y contar con personal calificado y para hacer que eso se cumpla, se debe tiene un sonómetro por cada moto y eso es imposible”, explicó Quintero.
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Entre las normatividades que existían, pero no había forma de aplicar, estaba la Resolución 8321 de 1983 que establecía los niveles máximos permitidos de ruido, pero esta se había quedado corta para los cambios que se han vivido en las ciudades en los últimos 42 años, tanto en la cantidad de vehículos circulantes como en sus características.
Daniel Molina, ingeniero de sonido y experto en temas de contaminación auditiva, manifestó que para poder aplicar esta normativa se deben tener muchas connotaciones sociales y culturales de los territorios, por lo que incluso se deberían crear zonas especiales para su manejo.
“Hay sectores donde el ruido es tan alto y tan difícil controlarlo por la misma connotación del sector que lo único que nos toca hacer es declarar la zona de servidumbre acústica. Una de las alternativas sería propiamente la forma en que estemos construyendo la ciudad, que sea más robusta”, manifestó.
Pero la esperanza con la Ley Antirruido, que en 18 meses se debería estar aplicando plenamente, es que los vehículos en las calles, los modificados principalmente, dejen de perturbar la tranquilidad de las zonas por donde pasan.