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80 años de La Macarena: la plaza de toros de Medellín que una ‘vaca’ en el Club Unión destrabó

La obra data de 1928 pero solo en 1945 pudo ser terminada. En sus épocas de gloria consagró a grandes figuras del toreo nacional. Además ha sido protagonista de la historia de la ciudad.

  • Aspecto antiguo y moderno de la antigua plaza de toros, hoy centro de eventos. Foto: ARCHIVO EL COLOMBIANO Y MANUEL SALDARRIAGA
    Aspecto antiguo y moderno de la antigua plaza de toros, hoy centro de eventos. Foto: ARCHIVO EL COLOMBIANO Y MANUEL SALDARRIAGA
  • Aspecto de La Macarena en la Medellín de mediados del siglo XX. FOTO: Humberto Arango Gómez (Jaimar) (Archivo El Colombiano - Digitalizada). Fototeca
    Aspecto de La Macarena en la Medellín de mediados del siglo XX. FOTO: Humberto Arango Gómez (Jaimar) (Archivo El Colombiano - Digitalizada). Fototeca
  • Edición del 5 de marzo de 1945 que daba cuenta de la accidentada inauguración de la Plaza de Toros.
    Edición del 5 de marzo de 1945 que daba cuenta de la accidentada inauguración de la Plaza de Toros.
  • El Maestro Fernando Botero en la Plaza de toros La Macarena, en su cuarta corrida de la temporada 2016. Foto: Juan Antonio Sánchez Ocampo
    El Maestro Fernando Botero en la Plaza de toros La Macarena, en su cuarta corrida de la temporada 2016. Foto: Juan Antonio Sánchez Ocampo
  • Atentado terrorista de Pablo Escobar en Medellín, carro bomba que explotó cerca a la Plaza de Toros La Macarena, bajo el puente de la calle San Juan. Foto: (Archivo El Colombiano-escaneada)
    Atentado terrorista de Pablo Escobar en Medellín, carro bomba que explotó cerca a la Plaza de Toros La Macarena, bajo el puente de la calle San Juan. Foto: (Archivo El Colombiano-escaneada)
hace 9 horas
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En un mundo hiperconectado en el que uno se acuesta con una guerra arancelaria y amanece con un papa muerto, es habitual que se pasen sucesos como los 80 años de La Macarena, todo un hito arquitectónico que se frenó por la crisis mundial de 1929 y que requirió de una “vaca” en los salones del Club Unión para que pudiera inaugurarse en 1945.

Gracias al lector Gustavo Vélez, recordamos que la antigua plaza de toros cumplió en marzo pasado la “bobadita” de ocho décadas de existencia. Sí, puede que para las nuevas generaciones el espacio no signifique más que un centro de espectáculos atravesado en la mitad de la Autopista Sur, pero en su época La Macarena fue todo un hito de ciudad. Además, a lo largo de los años ha sido protagonista de grandes sucesos de la Bella Villa.

Para empezar, cabe mencionar que la plaza de toros se llama La Macarena en honor a la Virgen más popular del distrito homónimo de la ciudad española de Sevilla, además de ser la patrona de los toreros. ¿Qué tiene que ver Medellín con Sevilla? Ni idea, pero el que pone la plata y el ladrillo, pone el nombre que se le antoje.

La construcción de la plaza –también conocida como circo en la naciente ciudad– data de junio de 1928 cuando empezó a levantarse la estructura en un predio de 1.500 “varas” propiedad de don Luciano Restrepo que se ubicaba sobre la Avenida de los Libertadores (hoy la Autopista) en el cruce de la “Carretera Bolívariana” con la de La América, es decir San Juan.

La idea de construir La Macarena era darle por fin a la ciudad un auténtico sitio donde hubiera “fiesta brava” como mandaban los cánones españoles, toda vez que por el limitado espacio que ofrecían sitios como el Circo El Palo (con capacidad de 4.000 espectadores ), el Circo Vélez (que albergaba apenas a 2.000 personas) o el Circo España (para 6.000 usuarios), a los ruedos de estos apenas llegaban toreros de medio pelo y animales de poco porte e innoble casa ganadera.

“Con la inauguración de La Macarena acabarán de una vez por todas las mamarrachadas que hasta la fecha ha soportado el público pagano. En una de las últimas corridas celebradas en el Circo España, a precios fantásticos (carísimos), tuve la franqueza de dar mi verdadera opinión de la corrida y ello me sirvió para echarme multitud de enemigos. Por eso quien desee conocer la fiesta española en todo su esplendor podrá regocijarse con una corrida en La Macarena”, escribía en la década de los 40 Joaquín de Irazabal, un ibérico pasado de franqueza que hacía de cronista taurino y uno de los reporteros que más fuerza y publicidad le hacía a la nueva plaza.

Sin embargo, el esfuerzo iniciado en 1928 languidecía a raíz de la crisis mundial de 1929 y ya lo que se había alzado en el lote de Restrepo empezaba a amenazar ruina. Eso fue hasta el 29 de junio de 1943 cuando salió la revelación que sacudió los cimientos del mundillo taurino de la ciudad.

De los salones del Club Unión surgió la idea de que prestantes ciudadanos de Medellín, que a la vez eran grandes aficionados a los toros, unieran fuerzas y plata para terminar las obras en La Macarena y volverla una de las plazas más importantes del continente y del mundo.

La idea era que la plaza fuera una combinación de modernidad y tradición, tendría lo “último en guarachas” y encima un ruedo de 36 metros y un aforo de 10.000 asistentes que la ubicaría entre las cuatro principales plazas latinas.

“Las tardes taurinas de La Macarena serán para que Domingo Ortega, Pepe Luis Vásquez, Juan o Belmonte hijo (grandes matadores de la época) hagan parar de sus asientos a los antioqueños. Habrá plaza porque Medellín lo quiere y la afición lo demanda y lo puede hacer”, sentenciaba Irazabal.

A la empresa se sumaron notables y “cacaos” de la época como Rafael Uribe Piedrahita, Luciano Restrepo, Carlos Ignacio Molina, Jesús Mora, Carlos Peláez y Cipriano Restrepo Jaramillo, entre otros. Hasta el célebre Gonzalo Mejía y empresas como Argos, Coltabaco y Cervecería Unión se sumaron. La idea era terminar las obras a inicios de 1944.

Solo había un “pero” para que arrancara el proyecto y era que el Concejo de Medellín excluyera o redujera el impuesto que debían pagar los espectáculos taurinos –que en ese entonces rondaba el 20%– pues según los inversionistas, si se mantenía el tributo una vez se abriera La Macarena, el negocio sería insostenible.

Mientras se trataba de convencer al Concejo, los “salvadores” de La Macarena comenzaban a juntar la plata para la Sociedad que daría vida al nuevo escenario, cifra que más adelante llegó a los $200.000 pesos de la época (Un “jurgo” de plata como diría don Emel el de País Paisa).

Es que en sus cabezas no solo estaba construir la plaza, sino llevar la fiebre por la tauromaquia lo más lejos. Por ello pensaban desde crear escuelas taurinas, crear clubs de aficionados –llamados peñas– y hasta montar un criadero de toros en el Magdalena Medio.

Para la construcción de la plaza se contrató a la firma Ingeniería y Construcciones. De parte de esta viajó a Bogotá el arquitecto Gonzalo Restrepo Álvarez con el fin de analizar la plaza de toros Santa María para ver que se podía aplicar de esta al nuevo recinto paisa.

Aspecto de La Macarena en la Medellín de mediados del siglo XX. FOTO: Humberto Arango Gómez (Jaimar) (Archivo El Colombiano - Digitalizada). Fototeca
Aspecto de La Macarena en la Medellín de mediados del siglo XX. FOTO: Humberto Arango Gómez (Jaimar) (Archivo El Colombiano - Digitalizada). Fototeca

Finalmente, el asunto con el Concejo pareció zanjado y el 29 de noviembre de 1943 se dio reinicio a las obras de La Macarena bajo la batuta del arquitecto Restrepo y de su hermano Antonio quien era el ingeniero de la obra junto al ingeniero Alberto Vásquez Lalinde. La idea era tener lista la nueva plaza para febrero de 1945. Como dato curioso, en esas fechas a un naciente barrio de Buenos Aires pensaban bautizarlo La Macarena, pero a raíz del reinicio de obras convidaron a sus pobladores a ponerle otro para no quitarle brillo a la naciente plaza.

La nueva plaza era una estructura de planta redonda hecha en concreto y ladrillo prensado. Sus arquerías recuerdan la arquitectura neomudejar. La plaza contaba con tendidos, corrales, toriles, clínica con sala de operaciones y enfermería. Hasta capilla y cárcel tenía. Sin embargo, el diseño final dejó ver que ahora albergaría 12.000 asistentes y encima el ruedo pasó a 38 metros, lo que aumentaba el riesgo de los toreros pero también mejoraba la calidad del espectáculo. Aún así no faltó el criticón, como constató el cronista.

“Me habían hablado de que si el ruedo parecía pequeño. ¡Nada de eso! Es el normal de toda plaza de toros que se respete. Pues que quieren algunos, ¿que sea uno grande como el campo de batalla de Waterloo?”, escribió Irazabal.

Llegó marzo de 1945 y la plaza ya estaba lista para su inauguración y hasta tenía montado el icónico letrero de cigarrillos Piel Roja que tuvo hasta la década de 1990. La crema y nata de la sociedad antioqueña y colombiana se alistaba para la apertura de La Macarena impulsada por esa fiebre de tauromaquia que invadió Medellín conforme las obras avanzaban. Hasta vinieron cronistas taurinos españoles a ver la jornada.

Para el 4 de marzo hasta el presidente Alfonso López Pumarejo, liberal, se vino a esta ciudad goda para la ceremonia de apertura celebrada ese día, la cual contó con el matador español Juan Belmonte –hijo del legendario El Pasmo de Triana–, y los toreros mexicanos Luis Briones y Alfonso Ramírez “El Calesero”.

Ese día la ciudad vio por fin toros bravísimos de pura casta en un ruedo local. Estos eran seis de la ganadería Venecia de doña Clara Sierra, una matriarca paisa dedicada a criar estos mortales pero nobles animales. Sobresalía de ellos el azabache que toreó de primeras Belmonte.

Edición del 5 de marzo de 1945 que daba cuenta de la accidentada inauguración de la Plaza de Toros.
Edición del 5 de marzo de 1945 que daba cuenta de la accidentada inauguración de la Plaza de Toros.


La noticia de la inauguración se peleó la portada del periódico nada más que con el asedio de los aliados a Berlín en plena Segunda Guerra Mundial. Tristemente, la faena de ese día resultaría cuando menos decepcionante. Solo la salvaron los imponentes toros de Venecia.

“La corrida de fue uno de esos malos sueños. Uno de los que se despertaría como si fueran una terrible pesadilla. Lo repito: ya no hay matadores de toros”, sentenció el cronista de marras.

Sin embargo, no todas las corridas fueron malas, pues por muchos años La Macarena fue epicentro de la tauromaquia local y nacional. Y por sus arenas del ruedo pasaron grandes figuras como Manolete, Arruza, Silverio, Domingo Ortega o el Cordobés, según los cronistas taurinos.

El Maestro Fernando Botero en la Plaza de toros La Macarena, en su cuarta corrida de la temporada 2016. Foto: Juan Antonio Sánchez Ocampo
El Maestro Fernando Botero en la Plaza de toros La Macarena, en su cuarta corrida de la temporada 2016. Foto: Juan Antonio Sánchez Ocampo

“Difícilmente hemos vibrado y producido tanta adrenalina en ningún otro escenario deportivo o artístico donde pletóricos de emoción dejamos maltrechas nuestras cuerdas vocales de tanto gritar y nuestras manos color carmersí de frenéticamente aplaudir (...) Ya comenzada la corrida, era otra cosa. Vivíamos y sentíamos esa ‘liturgia’ del toreo con toda pasión e intensidad”, comentó en su mensaje el lector Vélez.

Pero La Macarena no solo fue memorable por las tardes de toros. Otros hechos de ciudad sucedieron en ella. Como la famosa “Corrida de beneficencia” de marzo de 1983 organizada por la Fundación Medellín sin Tugurios (de Pablo Escobar) con supuestamente ocho toros traídos de Madrid.

Además de la “presentación” de rejoneadores como Alberto Uribe Sierra.

O “La batalla de las bandas” de Rock de marzo de 1985, que no solo fue parte de la consagración del rock en la ciudad sino que terminó en un campo de batalla donde chocaron punkeros y metaleros. O el terrible carrobomba de febrero de 1991, que luego de una corrida estalló con 200 kilos de explosivos que dejó 19 muertos y 180 heridos.

Atentado terrorista de Pablo Escobar en Medellín, carro bomba que explotó cerca a la Plaza de Toros La Macarena, bajo el puente de la calle San Juan. Foto: (Archivo El Colombiano-escaneada)
Atentado terrorista de Pablo Escobar en Medellín, carro bomba que explotó cerca a la Plaza de Toros La Macarena, bajo el puente de la calle San Juan. Foto: (Archivo El Colombiano-escaneada)

O la vez que en octubre de 1997 la estatua de Pepe Cáceres –gran gloria del toreo criollo admirado por Ernest Hemingway y Pablo Picasso– que adornaba La Macarena terminó en el río Medellín luego de que se cancelara un concierto de la banda de metal Napalm Death y fanáticos enojados descargaran su ira contra la efigie. Esta tuvo que ser rescatada por los conserjes de La Macarena junto a unos indigentes a punta de lazo, algo más propio de un rodeo gringo que de una corrida española.

O la vez que el hace poco fallecido Papa Francisco ofició una misa en La Macarena cuando visitó Medellín durante su periplo por el país en septiembre de 2017.

Pero tal vez el acto más importante de La Macarena es que fue una de las plazas donde de a poco se fue gestando el fin de la época taurina en el país. El 17 de febrero de 2018 fue el último día que hubo corridas de toros en su interior.

Para 2019 se canceló su feria taurina y para 2020 se le cerró definitivamente la puerta a la tauromaquia en la ciudad. ¿Una plaza de toros que tuvo que ver con el fin de la tauromaquia local? Cosas que solo pasan en este país.
Hoy La Macarena es un centro de eventos y conciertos. Y aunque posiblemente ha visto mejores años, por lo menos todavía nos damos el lujo de gozar de esta joya arquitectónica surgida de esa suma de voluntades en pro de dejar en alto la ciudad.

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