A un mes de la muerte de Mahsa Amini, la joven iraní de 22 años, tras ser detenida por la policía de la moral debido a que, supuestamente, incumplía el código de vestimenta impuesto a las mujeres, no cesa la indignación en el país, donde se desató una oleada de protestas.
La situación también ha suscitado la reacción de varios personajes del mundo, como el presidente de los Estados Unidos, Joe Biden, quien el viernes pasado dijo “estar al lado de los ciudadanos, de las mujeres valientes de Irán”.
En respuesta, este domingo, un alto funcionario de la cancillería iraní afirmó que nada puede hacer tambalearse a Irán, y calificó de “político cansado” al presidente estadounidense por manifestar su apoyo a las protestas en curso.
“Irán es demasiado fuerte como para que su voluntad pueda verse sacudida por las injerencias de un político cansado después de años de fracasos”, declaró en Instagram el portavoz del ministerio iraní de Relaciones Exteriores, Naser Kanani. “Defenderemos la independencia de Irán, y con seguridad se añadirá otro fracaso a sus fracasos anteriores”, añadió el portavoz refiriéndose a Biden.
Estados Unidos ya había expresado su rechazo a la situación y el papel que las autoridades iraníes han jugado para contener las protestas, que han dejado cientos de personas detenidas y por lo menos 108 muertos, según la oenegé Iran Human Rights, con sede en Noruega, no solo manifestantes, sino también miembros de la fuerza pública.
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Las mujeres “tienen que poder llevar lo que quieran”, afirmó Biden el viernes, y añadió que “Irán debe poner fin a la violencia contra sus propios ciudadanos que simplemente ejercen sus derechos fundamentales”. Según el código de vestimenta en vigor, las mujeres deben cubrirse el pelo con un velo en los espacios públicos.
Asimismo, Estados Unidos anunció el 6 de octubre sanciones económicas contra siete altos responsables iraníes por su papel en la represión de las manifestaciones, después de una primera tanda de sanciones anunciada el 22 de septiembre contra la policía iraní de la moral y varios responsables del aparato de seguridad.
Irán, que vive bajo duras sanciones de Estados Unidos, sufre una grave crisis económica y ya registró movimientos de protestas en los últimos años, como en 2009 tras la cuestionada reelección de Mahmud Ahmadineyad o en 2019 cuando la gente salió a las calles para protestar por una brutal alza del precio de la energía.
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Un mes de protestas
La muerte de Mahsa Amini generó protestas que se convirtieron en uno de los mayores retos al que se enfrentan las autoridades desde la Revolución Islámica de 1979, pero cuyo desenlace es incierto, según expertos. Desde entonces numerosas mujeres se manifiestan con consignas contra el gobierno quemando sus velos, un movimiento que se extendió al Kurdistán iraní, la región natal de Amini, y que también alcanzó escuelas, universidades e incluso refinerías de petróleo.
La prisión de Evin en Teherán, donde están los prisioneros políticos y los extranjeros, también registró enfrentamientos el sábado por la noche. Pese a la represión, este movimiento que cuestiona el control que ejerce la policía de la moral sobre las mujeres, no parece extinguirse.
Pero para “lograr cambios positivos”, es necesaria una mayor estructura, afirma Cornelius Adebahr, analista del centro Carnegie Europe, para quien son necesarias bastantes “más protestas y sanciones” para derrocar al régimen.
Para los expertos, llama la atención que en las protestas que se habían presentado en años pasados en Irán no se habían amenazado hasta tal punto como el de hoy las bases de la República Islámica, así lo destacó Shadi Sadr, directora de Justice for Iran, una oenegé con sede en Reino Unido.
“El levantamiento comenzó como una respuesta a las restricciones impuestas a las mujeres (...) pero, evolucionó en una campaña para derrocar el régimen”, señaló por su parte en un estudio el Soufan Center, con sede en Estados Unidos.
Nunca antes se habían registrado consignas como “muerte al dictador” o imágenes rotas del guía supremo, el ayatolá Ali Jamenei. Los videos muestran a los manifestantes que resisten a las fuerzas de seguridad incendiando coches de policía e incluso instalando barricadas.
Este levantamiento dejó en un segundo plano las luchas políticas tradicionales en el país, entre reformistas y conservadores, y captó la atención internacional, que desde hace varios meses estaba centrada en las negociaciones sobre el programa nuclear de Irán. “Los manifestantes modificaron el discurso dominante haciendo un llamado a un cambio real. Ellos dicen ‘no’ al conjunto del régimen político”, estimó Shadi Sadr.
“Y en Irán el poder parece determinado a no ceder ni un ápice frente a la movilización precisamente por las consignas contra el régimen que se corean en las manifestaciones”, estimó.