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Benjamín Netanyahu, el líder que intenta aferrarse al poder en Israel

El primer ministro enfrenta, tras 12 años de gobierno, la posibilidad más real de abandonar el mando del país. Ocho partidos procuran unirse para derribarlo.

  • Benjamín Netanyahu tiene 71 años y en el último año ha ganado las 4 elecciones de su país, si bien no ha podido formar gobierno estable. Lleva 12 años consecutivos al frente de Israel. FOTO AFP
    Benjamín Netanyahu tiene 71 años y en el último año ha ganado las 4 elecciones de su país, si bien no ha podido formar gobierno estable. Lleva 12 años consecutivos al frente de Israel. FOTO AFP
  • Benjamín Netanyahu, el líder que intenta aferrarse al poder en Israel
13 de mayo de 2021
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Una bala disparada desde la torre de control del aeropuerto ugandés de Entebbe atravesó el torso de un joven comandante militar del Ejército de Israel. Oculto bajo la tenue luz del alba del 4 de julio de 1976, lideraba allí la operación de rescate de más de 100 israelíes secuestrados por el Frente Popular para la Liberación de Palestina. El tiro mató a Yonatan Netanyahu en uno de los pocos instantes de quietud de una vertiginosa incursión que duró 53 minutos. Retrocedía con los rehenes a salvo cuando el destino lo convirtió en un mártir. La vida política de Benjamín Netanyahu iniciaba con la muerte de su hermano.

En la escuela de Filadelfia (Estados Unidos) en donde ambos estudiaron, Benjamín era conocido como “el hermano de Yoni”. Entre ellos gravitaba un fuerte aire competitivo, “tanto en los estudios como en las actividades deportivas, especialmente natación y ajedrez”, escribe Joseph Hodara, doctor en Sociología y profesor la Universidad de Bar-Ilan, en Israel. Mientras el mayor hacía carrera en el Ejército, “Bibi” estudiaba y vivía entre Massachusetts y Tel Aviv. La vida de su admirado hermano mayor no lo determinó ni le pesó tanto como su muerte.

Personificó entonces una visión que lo adelantó en el tiempo. Fundó en Israel el Instituto Jonathan, un centro de pensamiento dedicado a formular ideas para erradicar el terrorismo. Él mismo se convirtió en su discurso. “Se asesoró con expertos a fin de ampliar su presencia y desenvoltura en los escenarios públicos y televisivos”, detalla Hodara, “multiplicó sus peregrinaciones por ciudades de Estados Unidos y Canadá a fin de difundir actitudes y posturas adversas al terrorismo mundial”. 25 años antes de los atentados del 11 de septiembre de 2001 y de la posterior declaración contra el terrorismo de George W. Bush, Netanyahu ya luchaba su propia guerra.

“No valían matices nacionales, consideraciones de trasfondos históricos ni análisis desapasionados sobre las raíces del fenómeno: el terrorismo, que tenía como principales patrocinadores a una serie de gobiernos árabes, el nuevo Irán islámico y el bloque soviético, era una agresión global que debía ser suprimida sin contemplaciones”, describe en un perfil de Netanyahu el centro de pensamiento Barcelona Centre for International Affairs, (Cidob). Fue su enconada lucha, nacida del dolor de la muerte de un hermano, lo que llamó la atención del partido Likud, un ramal de la centro derecha política de Israel.

La paz, un frente que esquivó

Tel Aviv se enciende desde el 10 de mayo con hilos de luz que parten de la tierra y explotan en el cielo enmudeciendo y confirmando las alarmas antibombas. En Franja de Gaza la guerra se ha normalizado tanto que los misiles caen con avisos de una hora en edificios de 13 pisos desalojados. Hay ataques selectivos dirigidos contra milicianos de Hamas, la organización que Israel y EE. UU. señalan de terrorista. Una veintena de ellos ha muerto, confirma el Estado judío. También 14 menores de edad, tres mujeres en la Franja y siete israelíes (entre ellos, una mujer de nacionalidad india).

“Este nivel de violencia no se veía desde hacía mucho tiempo. Aunque aún es prematuro concluirlo, esto puede marcar nuevamente el inicio de un ciclo de ataques que no tiene precedente en los últimos años”, señala Angélica Alba Cuéllar, internacionalista, investigadora del Medio Oriente y docente de la Universidad Jorge Tadeo Lozano. Desde 2014 el sistema antimisiles de Israel no era forzado a interceptar cohetes dirigidos a Jerusalén. Las alarmas allí han sonado tras un largo silencio.

Por ahora nada apunta a que lo dejen de hacer. Netanyahu ha animado al Ejército a “hacer pagar el precio de la sangre” por los ataques contra israelíes. “Es fundamental entender que ha sido un antiterrorista ferviente, alejado de una posible integración con los israelíes árabes”, explica Jorge Andrés Rico Zapata, magíster en Estudios Políticos y docente de la Universidad Pontificia Bolivariana. Su mano dura lo llevó por primera vez en 1996, con apenas 47 años, a convertirse en el primer ministro más joven de la historia de Israel. En esa ocasión, tal y como en 1976, una muerte rodeó su destino.

El 4 de noviembre de 1995, al término de un mitin en la céntrica plaza de Tel Aviv, el entonces primer ministro de Israel, Isaac Rabin, fue asesinado por un extremista judío. La muerte del que fue un teniente general del ejército de Israel y bajo cuyo mandato el país ganó la Guerra de los Seis Días, fue también la muerte de la paz. El “soldado” se había embarcado en unas negociaciones con el líder palestino Yasser Arafat, en la que comprometía a su país a devolver tierras ocupadas a los palestinos y la formación de un estado autónomo que encabezaría Arafat.

Benjamín Netanyahu, el líder que intenta aferrarse al poder en Israel

“En aquel momento encendió un vigoroso rechazo tanto en el partido político Likud como entre los moradores de las tierras ocupadas”, señala Hodara, “Netanyahu gravitó indirectamente en este trágico episodio (el asesinato) al tomar parte activa en manifestaciones públicas en Jerusalén y en otras ciudades en las que Rabin fue presentado con uniforme nazi para señalar su presunta hostilidad a las aspiraciones de los círculos rabiosamente nacionalistas”. Tras el asesinato del líder, “Bibi” compareció en la televisión con ojos llorosos y voz quebrada. Poco tiempo después asumía como primer ministro.

El Israel de Netanyahu

Tel Aviv no era más que un reguero de aisladas y pequeñas viviendas separadas y unidas por calles estrechas. En 1920 la imagen de la hoy capital israelí que divisaron los abuelos y el padre de Benjamin Netanyahu a su llegada estaba aún lejos de ser la gran ciudad bajo cohetes que es hoy. El Estado se constituiría oficialmente en 1948 y “el hermano de Yoni” lo lideraría 76 años después. Tel Aviv no volvería a ser la misma.

El país “es sin duda uno de los centros de avance tecnológico y científico del mundo”, apunta Rico. Tras su larga educación en EE. UU., Netanyahu “impuso medidas neoliberales en materia económica conforme a las posturas que había aprendido de (Ronald) Reagan y (Margaret) Thatcher”; explica Hodara. Bajo su primer gobierno, por ejemplo, los ciudadanos israelíes pudieron abrir cuentas bancarias y realizar inversiones en el extranjero.

El rápido crecimiento económico del país, de la mano de potencias aliadas como Estados Unidos y en medio de una región que nunca dejó de mirarlo con sospecha, encumbro Netanyahu a 15 años de poder. Entre 1996 y 1999; y entre 2009 hasta la actualidad. Su figura, sin embargo, se ha desgastado. En el último año Israel ha ido a cuatro elecciones, y si bien en todas ganó, lo ha hecho sin la mayoría parlamentaria necesaria para formar un gobierno estable.

“Netanyahu ha significado para opositores y sectores políticos la constante sumisión a la corrupción, en los cuales se recuerda episodios como en el 2019, cuando el Fiscal General de Israel señaló al Primer Ministro de actuar corruptamente”, explica Rico. Mientras afronta un proceso por cargos que lo enfrentan a una condena de 15 años, Netanyahu se intenta aferrar al poder. Al frente tiene una amalgama de opositores que tienen solo una cosa en común: su intención de derribarlo.

“Las fuerzas de la oposición que se están organizando son muy disimiles. Una alianza que uno nunca se hubiera imaginado. Las agrupaciones árabes de Israel están junto a los nacionalistas y sionistas. El rechazo a la política de Netanyahu desde los partidos políticos habla mucho de un escenario que potencialmente va a cambiar”, señala Cuéllar. El centrista Yair Lapiad intenta darle forma a esa coalición que desplazaría al líder actual a la oposición. Un gobierno que, en la mejor de sus perspectivas, navegaría en el constante temor del caos.

“Es una coalición muy complicada y muy débil de mantener. Pero al final lo que estamos viendo es la intención política de un sector amplio de socavar el equilibrio de las fuerzas predominantes de los últimos años”, señala Cuéllar. Lapiad tiene 4 semanas (que cuentan a partir del 5 de mayo) para poner de acuerdo a los siete partidos con los que tiene conversaciones. En caso de que tampoco logre formar gobierno, los parlamentarios tendrían un nuevo plazo para convenir entre ellos antes de que el país vayas a unas quintas elecciones.

En años anteriores Netanyahu ha insistido en la mano dura contra Franja de Gaza para lidiar con los desafíos a su poder. Esta vez, y en medio de la escalada más violenta desde 2014, es posible que no sea suficiente. Si el líder al que la muerte ha rodeado desde siempre abandona el mando de Israel en las próximas semanas, “tal vez, muy tal vez y sin que nada esté seguro”, señala Cuéllar, “una pequeña e improbable puerta a la paz se vuelva a abrir”.

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