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Privacidad, guerra abierta entre Apple y el FBI

La negativa de la empresa tecnológica a desbloquear los celulares de los sospechosos de terrorismo abrió una batalla jurídica en Estados Unidos.

  • Sigue sobre la mesa el debate acerca del derecho a la privacidad cuando se trata de la seguridad nacional. Apple está en la pelea porque la información en Iphone esté protegida. FOTO GETTY IMAGES
    Sigue sobre la mesa el debate acerca del derecho a la privacidad cuando se trata de la seguridad nacional. Apple está en la pelea porque la información en Iphone esté protegida. FOTO GETTY IMAGES
03 de febrero de 2020
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Louis D. Brandeis fue un jurista que llegó a la Corte Suprema de Justicia de Estados Unidos en 1918 con el rótulo de “abogado del pueblo”. Su decisión de no cobrar por los casos que representaba se hizo tan célebre como sus opiniones jurídicas, muchas completamente contrarias a las de sus colegas.

En 1928 uno de sus conceptos sería recordado como una de las opiniones legales más trascendentales en la protección del derecho a la privacidad en la historia de ese país. El jurista asumió con aire futurista que los avances en la tecnología representarían un riesgo al derecho “más apreciado por el hombre civilizado”: estar solo.

“Algún día podrán ser desarrollados métodos a través de los que el Gobierno, sin remover papeles en cajones secretos, podrá reproducir en los tribunales y exponer ante un jurado los acontecimientos más íntimos del hogar”.

Ocho décadas después, la información se puede cargar en minicomputadoras llamadas smartphone. Una de ellas es ahora objeto de una batalla entre Apple y el gobierno de EE. UU. ¿La razón? La línea que separa la protección de la privacidad de un potencial riesgo contra la seguridad nacional.

Información que vale oro

El pasado 6 de diciembre, Mohammed Saeed Alshamrani, un saudí que se entrenaba en la Estación Aérea Naval de Pensacola, abrió fuego, matando a 4 personas. En medio del tiroteo, antes de ser abatido, disparó contra sus celulares.

Fue la chispa que encendió el interés del FBI. Alshamrani había publicado mensajes en redes sociales que daban a entender una planeación del tiroteo. Ingresar a esos teléfonos, de marca Iphone, fue prioridad en la investigación. Los aparatos estaban cifrados.

Desde 2014 Apple impide el ingreso a la información de forma más eficaz, con una contraseña de 6 dígitos. Aunque las autoridades podían probar miles de combinaciones, existe un límite de intentos. Tras superarlo, los datos corren el riesgo de borrarse. Desactivarlo requería meses de trabajo, tiempo que el caso necesitaba para avanzar.

El Ministerio de Justicia pidió a Apple permitir el ingreso, hackeando su propio sistema. El tema es tan ético como tecnológico. Los responsables de Apple advierten que no es posible permitir el ingreso a unos celulares en particular. Para hacerlo tendrían que encontrar fallas en su sistema de seguridad y aprovecharlas para generar una “llave”.

Abierta la puerta, nada aseguraría que el gobierno de Estados Unidos sea el único en ingresar. Día a día cientos de hackers atacan los sistemas de seguridad de las grandes compañías buscando fisuras, puntos de quiebre que permitan la fuga de información. En la era digital, los datos valen tanto como el oro.

Apple lo sabe. Axel Díaz, experto en seguridad informática, advierte que la posición del gigante tecnológico responde a una promesa que ha hecho de su sistema uno de los más vendidos del planeta. La seguridad es la marca que ofrece a sus usuarios. Una bandera no exenta de matices.

“Está demostrado que Apple ha utilizado los datos de sus usuarios. Todos los sistemas son vulnerables y ellos no son la santidad de los dispositivos”, replica Díaz.

Cuando un usuario acepta un contrato de servicios, su información deja de ser solo suya. Díaz lo resume así: “La petición del Gobierno es una formalidad, un intento por sentar un precedente de colaboración de las empresas tecnológicas con la justicia. El FBI puede hackear cualquier sistema. Tardarán, pero lo harán”.

Silicon Valley vs Gobierno

Los inicios de la disputa se remontan al 2 de diciembre de 2015. Ese día una pareja de esposos (Syed Rizwan Farook y Tashfeen Malik) mató a 14 personas en California.

Desde 2008 Apple trabajaba con las autoridades otorgando el acceso a la información requerida siempre y cuando esta estuviera en iCloud, una opción de guardado automático en la nube. El caso de San Bernardino fue especial porque uno de los atacantes apagó esa opción 6 semanas antes del tiroteo. Acceder a su información implicaba entonces romper con los esquemas de seguridad. El No fue duro y claro.

Silicon Valley se alineó: Google, Facebook y Twitter apoyaron la decisión. Mientras las empresas tecnológicas defendieron la seguridad de la información, la justicia las acusó de poca colaboración.

Trump, aliado del poder económico, advirtió que podría impulsar proyectos para restarle beneficios al sector. Aunque Silicon Valley no ha dado su brazo a torcer, la posición de Trump si ha tenido consecuencias.

José Torres, abogado experto en tecnología, advierte que el debate se centra en futuras mejoras en los sistemas de seguridad: la posible encriptación de iCloud. “Una vez hecha, la empresa no tendría acceso a la información”.

El proyecto fue cancelado por Apple en los últimos meses. Pese a eso, las presiones para obtener un permiso completo de acceso no paran. Tampoco se detiene el desarrollo de más barreras que ofrezcan mayores garantías de seguridad. Las voces que piden que un juez decida quién tiene la razón se multiplican. Dice Torres que aunque “una salida podría ser sopesar, decidir en qué momento el derecho a la privacidad prima sobre otros”, lo fundamental es avanzar en el entendimiento de un mundo en el que la información nunca ha sido tan importante.

Hace 92 años la declaración de Brandeis fue un enorme salto legal en la protección de la seguridad privada. Hasta entonces la legislación norteamericana seguía un viejo principio inglés, “Mi casa es mi castillo”, que dictaba:

“El hombre más pobre, en su cabaña, desafía todas las fuerzas de la Corona. [Su cabaña] puede ser frágil, su techo tal vez es inestable, el viento se cuela por él, la tempestad lo penetra, no impide el paso de la lluvia, pero el Rey de Inglaterra no puede entrar en ella; ni con todo su poder se atreve a cruzar el umbral de esa ruinosa morada”.

Brandeis y otros juristas adelantados interpretaron el principio, ampliándolo a todo aquello, material e inmaterial, en la esfera privada. El castillo parece ser ahora del tamaño de un celular .

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