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Los riesgos del fenómeno Bukele en América Latina: ¿por qué su modelo de seguridad pone en jaque la democracia?

El mandatario de El Salvador –sin duda el más popular de la región–, logró torcer la Constitución y aseguró su reelección. ¿Su fórmula? Un represivo, pero seductor modelo de seguridad que podría ser replicado en América Latina y el Caribe, la región más violenta del planeta.

  • Ninguno de los cinco candidatos que le hacen oposición a Bukele consiguió más del 7 % de los votos. Desde el balcón del Palacio Nacional, en el casco histórico de San Salvador, frente a una multitud de simpatizantes que lo ovacionaban, Bukele celebró que será “la primera vez que en un país existe un partido único en un sistema plenamente democrático”. FOTO: GETTY
    Ninguno de los cinco candidatos que le hacen oposición a Bukele consiguió más del 7 % de los votos. Desde el balcón del Palacio Nacional, en el casco histórico de San Salvador, frente a una multitud de simpatizantes que lo ovacionaban, Bukele celebró que será “la primera vez que en un país existe un partido único en un sistema plenamente democrático”. FOTO: GETTY
05 de febrero de 2024
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Si bien la política de mano dura del presidente salvadoreño Nayib Bukele lo tiene en un Olimpo de popularidad y parece haberle asegurado otro mandato, lo cierto es que su cuestionada fórmula para atajar la violencia y hacerle frente a pandillas ha tenido un efecto colateral: violaciones de derechos humanos, desapariciones y un debilitamiento sostenido de la democracia y la independencia de poderes.

Aunque peligroso y ciertamente autoritario, ese modelo de seguridad a sangre y fuego tiene sus réditos –hoy Bukele se autoproclama una cuestionada reelección–, y podría extenderse como virus en América Latina y el Caribe, nada menos que la región más violenta del planeta: acá se perpetra un tercio de los homicidios globales.

Para la colombiana Juanita Goebertus, quien hoy está al frente de la División de las Américas de Human Rights Watch, la popularidad de Bukele recae, justamente, en la reducción de los indicadores de violencia en El Salvador, que pasó de ser uno de los países más peligrosos del mundo por cuenta de su guerra de pandillas, a tener una tasa de homicidios de 7,8 por cada 100.000 habitantes (la de Colombia hoy es de 26,1).

“Sus políticas de seguridad han hecho eco en América Latina y el Caribe, la región con la tasa de homicidios más alta del mundo. El modelo Bukele es la concentración absoluta de poder, la opacidad y violaciones generalizadas de derechos humanos. El desafío para los líderes democráticos en la región es garantizar la seguridad dentro del Estado de derecho”, explicó Goebertus.

Y es que, aun cuando la reelección está prohibida en El Salvador, el mandatario –de apenas 42 años y de ascendencia palestina–, logró que una reinterpretación judicial a su favor para poderse postular. Su triunfo durante las elecciones del domingo fue arrollador. Según datos del Tribunal Supremo Electoral (TSE) recogidos por la agencia de noticias AFP, con el 70 % de las actas escrutadas, Bukele tiene 1,98 millones de votos de un total de 2,3 millones de sufragios válidos. Es decir, un 85 % de los votos.

Por si fuera poco, el mandatario consiguió que su partido se hiciera a 58 de los 60 escaños del Congreso, una “súper mayoría calificada” clave para seguir extendiendo el régimen de excepción que impuso en marzo de 2022 y que deja ya 75.000 detenidos sin orden judicial. De allí se desprenden las detenciones arbitrarias, torturas y muertes en prisión.

“Es un modelo que se ve por algunos como efectivo, dirigido a conseguir resultados. Para otros, genera dudas y preocupación porque explícitamente conlleva abusos por parte de las fuerzas de seguridad y a violaciones de derechos humanos y de libertades individuales”, explica a este diario el profesor Rafael Piñeros Ayala, investigador de relaciones internacionales y agenda internacional contemporánea de la Universidad Externado.

Sin embargo, esa tendencia regional por priorizar los resultados en materia de seguridad podría estar llevando a un sector de la ciudadanía a privilegiar la lucha férrea contra la delincuencia, así implique pasarse por la faja los pilares del Estado social de derecho. Para el profesor Juan Federico Pino, de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso) de Ecuador, el modelo Bukele no es más que una nueva narrativa de la derecha latinoamericana para “constituir un proceso legitimo de seguridad a los ojos de una ciudadanía cansada y agobiada” por los niveles altos de criminalidad.

“Antes, por ejemplo, Costa Rica, Uruguay o Ecuador eran países que eran relativamente pacíficos en el contexto latinoamericano. Ahora, ante una ola transnacional de violencia, homicidios y narcotráfico, el discurso de Bukele se constituye en una legitimación de la violación de derechos humanos en contextos de alta inseguridad, lo cual es muy problemático”, señala Pino a EL COLOMBIANO.

Basta decir que hace un mes Ecuador fue testigo de un hecho de violencia sin precedentes cuando armados se tomaron un canal de televisión, situación que, aunada a otros casos de delincuencia, llevó al presidente Daniel Noboa a reconocer un conflicto armado interno para sacar al Ejército a las calles.

Lea también: Asalto de película a canal de TV pone a Ecuador en pie de guerra: ¿Cómo se llegó a semejante nivel de zozobra?

Con todo, para el profesor Piñeros el desafío es que ese enfoque de ‘mano dura’, autoridad y detenciones masivas perdure en el tiempo, pues aunque se ataje la seguridad, “otros problemas públicos pueden ser desatendidos y requerirán apoyo o ayuda, por ejemplo la economía”. Por ello, advirtió, en Ecuador, Paraguay o Perú los candidatos que buscaron imitar el modelo de Bukele perdieron.

Consultada por la agencia de noticias AFP, Tamara Taraciuk, directora del Programa sobre Estado de Derecho de Diálogo Interamericano, con sede en Washington, “la democracia salvadoreña está en jaque” y la autoproclamada victoria de Bukele “es el resultado previsible” de acciones en su gobierno “que lograron una concentración de poder absoluta”.

A su turno, Rubén Zamora, analista y exembajador de El Salvador en Washington, afirmó a AFP que la visión de “democracia” de Bukele es “¡Yo soy el salvador de El Salvador”. “Las dictaduras tienen cosas malas, pero algunas buenas: los militares hacían carreteras, éste trajo seguridad. Con sus cosas buenas, esto no deja de ser una dictadura”, opinó.

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