Mientras Nicolás Maduro desplaza a sus tropas a la frontera, Estados Unidos dice dar todo el respaldo a Colombia, el gobierno Duque toma una posición no beligerante, pero está en alerta máxima. Este es solo el comienzo de 18 días en los que se agudiza la tensión con el régimen. Al tiempo, Juan Guaidó –el presidente interino reconocido como legítimo, pero que no ejerce– busca que la Organización de Estados Americanos (OEA) active un tratado de cooperación que abre la puerta al respaldo militar.
A ese primer escenario Maduro lo llamó Soberanía y Paz 2019 y se trata de los ejercicios militares que ordenó hacer en la frontera. Según el comando Estratégico Operacional de la Fuerza Armada venezolana, están convocados 150 mil hombres para realizar maniobras en los estados Zulia, Táchira, Apure y Amazonas.
Con esto, el régimen muestra los dientes y repite jugadas como la del pasado 24 de julio de este año o el 29 de agosto de 2017, cuando volcó la atención sobre la actividad militar de esta zona.
Por ahora, la movida es solo una amenaza. “Hacia adentro hay propaganda, apelar al nacionalismo para incentivar a la gente a que apoye al Gobierno. En el exterior, pretende mostrar los dientes y generar una cortina de humo”, así lo explica Félix Seijas, profesor de la U. Central de Venezuela. Maduro exhibe sus cartas y el presidente Iván Duque ya fue enfático en señalar que “no se dejará provocar”.
Con Colombia en alerta, el teniente coronel (r) venezolano, José Arocha, enfatiza que el régimen busca cuestiones internas, para “evitar que las unidades que quedan en el Ejército preparen un movimiento contra ellos. Además de coordinar acciones con elementos paraestatales”. Pero los vientos bélicos del Palacio de Miraflores repercuten en el continente con un presidente interino que se intenta blindar y la administración de Donald Trump que podría dar un giro en su política sobre el país.
Un hombre menos
Al tiempo que Venezuela mueve sus fichas en la frontera, en Estados Unidos hay vientos de cambio. En la política exterior de ese país ha habido tres fichas clave en el cerco diplomático al régimen: John Bolton, secretario de Seguridad; Elliott Abrams, enviado especial para asuntos de Venezuela; y Mike Pompeo, secretario de Estado. Bolton, el sujeto de las “5.000 tropas a Colombia”, el “todas las opciones están sobre la mesa” y las estrategias de guerra en Medio Oriente, fue destituido ayer por Trump.
Mientras el hombre de 70 años y asesor de varias administraciones republicanas sale por la puerta de atrás de la Casa Blanca, Abrams prometió ayer que “Colombia tendrá todo el apoyo de América” si es atacada. Y, Pompeo, comenzó a desligarse de Bolton, asegurando que tenía desacuerdos con él, fracturando aún más el triángulo más próximo al mandatario republicano en lo relativo a la crisis. Él sale y se lleva consigo parte de la estrategia sobre Suramérica.
Y es que Bolton “fue el asesor que tenía las cartas sobre la mesa frente a una eventual intromisión en territorio venezolano. Se va el aliado número uno de Duque en el cerco diplomático y posiblemente nos quedemos sin un burócrata dentro del gobierno”, comenta el profesor de relaciones internacionales de la U. Sergio Arboleda, César Niño. Esto, considerando que en la agenda de Washington hay otras prioridades en Seguridad como el arsenal nuclear de Irán, la crisis en los diálogos sobre Afganistán y Corea del Norte.