‘Lucía. Lucía, 16 años. Lucía, 16 años, apenas unos días atrás. Lucía, 16 años apenas unos días atrás, viva. Ahí queremos detener el mundo’.
Así comenzaba la carta Te nombro Lucía, que escribieron a esta joven de Mar del Plata, cuyo caso detonó la decisión de las mujeres argentinas de parar actividades en todo el país, como protesta por el abuso sexual, empalamiento y asesinato del que fue víctima esta joven.
Junto a su nombre resuenan también los de Chiara Páez, embarazada y asesinada a los 14 años, por su novio; la de Lucila Yaconis, de 16 años, asfixiada al resistirse a una violación; la de Micaela Ortega, una niña de 12 años, engañada por Facebook y asesinada. Como se gritó y se seguirá haciendo en las calles, porque las movilizaciones y plantones siguen: muchos nombres, muchas Lucías, todos somos Lucía.
El del miércoles fue, tal como se llamó, un día negro y reunió a cientos de miles de mujeres que no solo marcharon bajo la lluvia, que no las amedrentó, sino que también pararon sus labores: en el subte, en los trabajos y en las casas. Fue un día tan oscuro como el sábado 8 de octubre, cuando dos hombres de 23 y 41 años drogaron, violaron y ‘empalaron’ a Lucía Pérez, en esa ciudad costera, ubicada a 400 kilómetros de Buenos Aires.
Según las autoridades, después de asesinarla, los dos hombres, en asocio con un tercero, la bañaron, vistieron y dejaron en un centro médico. Hoy, los tres están detenidos, pero como le dijo a EL COLOMBIANO, Matías Pérez, hermano de la joven, “no es suficiente”.
“Queremos justicia en serio, que se investiguen todas las causas en las que están involucrados. No son solo estos tres tipos los que tienen las drogas, siempre hay alguien que les permite vender (para la Fiscalía, los detenidos serían vendedores de drogas a las afueras de los colegios)”, dijo Pérez y denunció amenazas de muerte contra su familia.
Impactada y dolida, la fiscal del caso, María Isabel Sánchez, agregó que jamás vio algo tan aberrante. “La violación no fue únicamente perpetrada con miembro viril masculino. La muerte se produjo por el acceso violento con un objeto romo por vía anal, lo que motivó el reflejo vagal, un excesivo dolor que le causó un paro cardíaco”.
Un hecho que, inevitablemente, recuerda el de Rosa Elvira Cely, abusada y empalada en Bogotá; o el de la joven de 16 años violada por 33 hombres en Brasil y que demuestra que la violencia contra las mujeres es un flagelo que recorre todo el continente.