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La reforma de las pensiones en Francia del presidente liberal Emmanuel Macron entra esta semana en la recta final, con una votación definitiva este jueves pese al rechazo popular y sindical que convocó a nuevas protestas para el miércoles.
“No renunciaremos a nuestra reforma de las pensiones”, que “está llamada a ser adoptada por las dos cámaras del Parlamento”, dijo este lunes en la cadena LCI el vocero del gobierno, Olivier Véran, en medio de las dudas sobre si tienen la mayoría necesaria.
El oficialismo da por hecho su adopción en el Senado, que el fin de semana ya dio su primer visto bueno gracias al apoyo de la oposición de derecha, pero tiene más difícil llegar a la mayoría en la Asamblea (cámara baja).
Aunque asegura querer evitarlo, el gobierno podría activar un mecanismo controvertido para facilitar su adopción en la Asamblea, una opción que caldearía un ambiente tenso y aumentaría la imagen de “autoritario” de Macron. Dos de cada tres franceses, según sondeos, se oponen al plan de retrasar la edad de jubilación de 62 a 64 años para 2030 y de adelantar a 2027 la exigencia de cotizar 43 años (y no 42 hasta ahora) para cobrar pensión completa.
En ese caso, la única opción para frenar la reforma sería aprobar una moción de censura contra el gobierno de la primera ministra Élisabeth Borne. El diputado independiente Charles de Courson ya advirtió que existen conversaciones para presentar esa “mociones”.
Aunque ninguna de las presentadas contra Borne ha prosperado, la activación del 49.3 sería un “terrible reconocimiento del fracaso de este gobierno”, dijo el senador ecologista Guillaume Gontard, y “un vicio democrático”, para Laurent Berger, del sindicato CFDT.
Tras manifestaciones masivas en enero y febrero, los sindicatos intensificaron su oposición a la reforma la semana pasada con huelgas prorrogables en sectores clave como el transporte y la energía y nuevas protestas, que se desinflaron el sábado